Lentamente pero seguro: la oruga procesionaria del roble ha vuelto

Los expertos están observando un aumento en el número de orugas procesionarias del roble en los Países Bajos y han instado a los ayuntamientos a tomar medidas.

Los diminutos pelos de la oruga contienen una proteína que puede provocar erupciones en la piel con picazón y, con menor frecuencia, irritaciones en los ojos y la garganta y dificultades respiratorias en personas y animales.

Las cifras no son tan altas como en 2019, cuando la oruga colonizó más de la mitad de los robles del país. De los 60.000 árboles monitoreados hasta la fecha, aproximadamente el 6% estaban infestados, en comparación con el 4,5% del año pasado. Es probable que esa cifra aumente, según los expertos.

No está claro por qué la oruga ha vuelto con fuerza este año, según el organismo de monitoreo EPR. Es posible que los nidos subterráneos de orugas hayan vuelto a estar activos.

Se encontraron concentraciones de orugas en Almere, Steenwijkerland, Ede y Nieuwegein. Esto podría deberse a que, debido a la lluvia, las orugas no se alejaron mucho para poner sus huevos.

“Puede parecer que nos hemos librado de la oruga procesionaria del roble, pero no es así”, declaró el EPR. “También tendremos que estar alerta ante nidos antiguos dentro o debajo de los árboles, que podrían estar llenos de pelos”.

Los ayuntamientos han intentado frenar el avance de las orugas de diferentes maneras, desde aspirar o quemar los nidos hasta fomentar la presencia de aves que se las coman y utilizar insecticidas.

En Nieuwegein se está realizando una prueba con un cebo de oruga y una aspiradora especial.

El EPR quiere recopilar más datos nacionales y ha pedido a voluntarios, ayuntamientos y forestales que revisen al menos 20 árboles e informen sobre el tamaño de los nidos.