Microplásticos por todas partes. Cómo responder a una invasión silenciosa.


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la alarma
Invisibles pero omnipresentes, estos diminutos fragmentos se crean microscópicamente o se desintegran con el tiempo. Su fácil difusión los transporta a todo nuestro entorno, incluso al cuerpo humano, donde pueden causar inflamación y alteraciones celulares.
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Los microplásticos son fragmentos diminutos, invisibles a simple vista y, por lo tanto, aún más insidiosos, fruto de una civilización que ha transformado el plástico de una maravilla industrial en una amenaza omnipresente . Surgen de dos maneras: algunos se crean en forma microscópica, como ciertos gránulos en cosméticos o productos industriales. Otros se descomponen con el tiempo, lenta y silenciosamente, a partir de plásticos más grandes (botellas, bolsas, telas, etc.) bajo el sol, la lluvia, el viento... y una vez "nacen", nunca mueren. Entran en el ciclo del agua, se depositan en el suelo, vuelan por el aire e incluso llegan a los alimentos que llevamos a la mesa. ¿De dónde provienen? De todas partes. De la ropa que lavamos, de los neumáticos que patinan sobre el asfalto, de los envases que envuelven todos los productos y alimentos. Los inhalamos, los ingerimos y los acumulamos sin darnos cuenta . Y nuestros cuerpos, a pesar de sus ingeniosos mecanismos de defensa, luchan cada vez más para hacer frente a esta invasión lenta y silenciosa. Los microplásticos inhalados llegan a los alvéolos de los pulmones, donde se depositan y desencadenan procesos inflamatorios y cambios celulares.
Los médicos están empezando a relacionarlos con la bronquitis crónica, el asma y la fibrosis . Los microplásticos ingeridos no son menos insidiosos: pueden alterar la microbiota intestinal, promover una inflamación persistente e introducir sustancias químicas en el cuerpo como ftalatos y bisfenoles, conocidos por afectar negativamente el equilibrio hormonal. Las defensas naturales existen, sí, pero no son invencibles. La mucosidad en el tracto respiratorio, los filtros naturales como el hígado y los riñones, los macrófagos del sistema inmunitario que intentan ingerir y digerir partículas: todos estos sistemas se ponen a prueba. Estudios recientes revelan que los microplásticos pueden evadir o incluso paralizar estos mecanismos, haciendo que el sistema inmunitario sea menos reactivo y más vulnerable . Y no termina ahí. Partículas cada vez más pequeñas, llamadas nanoplásticos, parecen capaces de cruzar barreras que antes se creían impenetrables, como la barrera hematoencefálica. En los laboratorios, se observan vínculos preocupantes con enfermedades cardiovasculares (recuerde que también se han encontrado microplásticos en la sangre) e incluso cáncer, aunque, cabe mencionar, aún no hay certeza absoluta. Y esta incertidumbre general es uno de los problemas más preocupantes. Por ejemplo, no sabemos realmente cuántos microplásticos puede tolerar nuestro cuerpo. Algunas estimaciones sitúan la ingesta media de un adulto en cinco gramos semanales (aproximadamente el peso de un sobre de azúcar) entre alimentos, agua y aire. Pero estos son cálculos teóricos, aún no traducidos en umbrales de seguridad oficiales. Lo cierto es que la medicina aún no tiene todas las respuestas, pero sí suficientes para dar la alarma.
En Italia, la situación dista mucho de ser marginal. Costas, ciudades, campos de cultivo: los microplásticos están por todas partes. En los últimos años, se han encontrado en manzanas, peras, miel, sal, leche e incluso agua embotellada. Investigadores italianos incluso han descubierto rastros de plástico en los pulmones de pacientes sometidos a cirugía. Respiramos plástico, comemos plástico. Los políticos están avanzando, aunque lentamente. Desde 2020, los cosméticos que contienen microplásticos exfoliantes están prohibidos en Italia. Se ha prohibido la vajilla de plástico de un solo uso, y en 2024 entró en vigor la norma técnica UNI/PdR 158, que establece normas para reducir los microplásticos en los procesos industriales, especialmente en los relacionados con la producción de alimentos. En Bruselas, el Reglamento 2023/2055 ha prohibido los microplásticos añadidos voluntariamente a los productos y exige su eliminación progresiva para 2030.
A nivel mundial, Italia participa en las negociaciones del tratado de la ONU sobre plásticos, cuya finalización está prevista para 2025. ¿Qué nos espera en los próximos años? Mucho depende de la voluntad política y la concienciación colectiva. Los científicos seguirán estudiando los efectos de los microplásticos y nanoplásticos en el cuerpo humano, buscando definir umbrales de riesgo y estrategias de contención. Las instituciones europeas están planeando nuevas restricciones al uso de plásticos e incentivos para la adopción de materiales biodegradables. Se animará a las industrias a invertir en tecnologías menos contaminantes. La sociedad civil, cada vez más concienciada (quizás), podría impulsar un cambio más radical en los hábitos de consumo. Eliminar los microplásticos de la noche a la mañana no es una opción; ¡es una locura! Están por todas partes y estarán aquí durante mucho tiempo. Pero podemos limitar su propagación, ralentizarla y reducir los daños. Como en cualquier batalla larga y difícil, requerirá rigor, investigación, paciencia. Y, sobre todo, verdad, incluso cuando duela.
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