El mundo médico también tiene una visión sesgada de las personas con discapacidad.

¿Formar parte de la profesión médica ayuda a evitar los prejuicios hacia las personas con discapacidad? Esta pregunta se examina en dos estudios. Publicado el 5 y el 8 de agosto en la Revista Europea de Rehabilitación yFisioterapia Canadá . Utilizando una base de datos abierta, comparan las actitudes negativas de los cuidadores (médicos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, enfermeras) y profesionales no médicos hacia las personas con discapacidad. También permiten evaluar el efecto del tiempo en estos sesgos comparando la evolución de las actitudes explícitas, que pueden formularse, y las implícitas, de las que no tenemos conocimiento.

Estos estudios se basan en datos del "Proyecto Implícito", un proyecto en línea a gran escala que, desde 1998, ha proporcionado una serie de pruebas que evalúan la fuerza de las asociaciones automáticas de nuestro cerebro. En las dos pruebas de discapacidad, los participantes debían asociar rápidamente pictogramas que se referían a personas con discapacidad (sillas de ruedas, bastones, prótesis) o a personas sin discapacidad con términos con connotaciones positivas o negativas (atractivo, bello, feliz versus aburrido, repugnante, fracaso).

En general, el cerebro tarda más en asociar pictogramas que hacen referencia a la discapacidad con palabras que hacen referencia a lo positivo. Y cuanto más pronunciados sean los sesgos implícitos, mayor será el tiempo de respuesta. Para los sesgos explícitos, la prueba es más sencilla: basta con seleccionar una respuesta en una escala graduada para expresar acuerdo o desacuerdo con afirmaciones como: «Prefiero a las personas sin discapacidades que a las personas con discapacidad». En realidad, los sesgos se expresan a través del comportamiento: por ejemplo, una enfermera que se ha declarado explícitamente favorable a las personas con discapacidad puede subestimarlas durante la atención, lo que delata sus sesgos implícitos.

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