Estaba desnudo en su casa y el coche de Google le sacó una foto: ahora deberán indeminzarle

¿Te sentirías seguro si supieras que tu patio puede aparecer en Google Maps sin que lo autorices? ¿Y si además estás desnudo en ese momento? Lo que para algunos es una herramienta de navegación útil, para otros se ha convertido en una amenaza silenciosa a su vida privada.
La justicia argentina ha condenado a Google por un caso insólito pero revelador. Un hombre fue fotografiado completamente desnudo en el patio de su casa por un coche de Street View. La imagen se difundió, se viralizó y, al final, terminó generando un fallo judicial que podría marcar un precedente global.
El caso que desnuda los riesgos de Street ViewLa historia comienza en 2017, cuando un coche de Google Street View recorrió las calles de un barrio residencial en la provincia de Buenos Aires. En uno de los registros captó, desde la vía pública, la imagen de un hombre de espaldas, completamente desnudo, en el patio delantero de su casa. No se trataba de una escena en la calle ni de un espacio público. Era el interior de una propiedad privada, parcialmente visible desde el exterior.
Lo que parecía una anécdota pintoresca se volvió viral. La imagen, reproducida por un medio local como una curiosidad, fue compartida en redes sociales y llegó incluso a canales de televisión. El protagonista de la imagen, un policía, comenzó a sufrir bromas, acoso y cuestionamientos sobre su profesionalidad. El impacto fue tal que decidió iniciar acciones legales contra Google y los medios involucrados.
La justicia argentina falló a su favor. La sentencia, emitida el 29 de mayo de 2024 por la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, obliga a Google a indemnizar al demandante con 3 millones de pesos más los costes judiciales. La clave del fallo no estuvo solo en la viralización de la imagen, sino en la naturaleza misma del servicio que la capturó.
Una herramienta útil que se convirtió en arma de doble filoStreet View nació como una innovación dentro de Google Maps en 2007. Desde entonces, ha sido usado por millones de personas para explorar calles, planificar rutas, buscar negocios o, simplemente, pasear virtualmente por el mundo. Sin embargo, desde sus inicios, expertos en privacidad advirtieron sobre su potencial intrusivo.
Aunque Google implementó mecanismos de difuminado automático de rostros y matrículas, y ofrece la opción de solicitar la censura de imágenes específicas, la herramienta sigue operando con un margen amplio de acción. En muchos casos, la captura de imágenes no distingue entre espacio público y privado si este último es visible desde la calle.
Google se defendió en este caso alegando que la imagen estaba desenfocada, que el rostro no era visible y que, además, el usuario no había tomado las medidas necesarias para preservar su privacidad. La empresa argumentó que el paredón del patio no era lo suficientemente alto y que, por tanto, no podía responsabilizarse por la situación.
La justicia, en cambio, interpretó lo contrario. Aplicó la figura de "actividad de riesgo" contenida en el Código Civil y Comercial argentino, que no exige demostrar culpa sino simplemente probar el daño derivado. Y en este caso, el daño fue tangible: reputacional, familiar y profesional.
Privacidad, dignidad y derecho a no ser vistoLa clave del fallo está en la interpretación moderna del derecho a la intimidad. Como explicó Carolina Martínez Elebi, experta en derechos digitales, el patio de una casa es un espacio donde las personas esperan una privacidad razonable. No es necesario estar dentro de cuatro paredes para que ese derecho exista.
Además, este caso activó una serie de derechos personalísimos reconocidos por la Constitución Argentina y tratados internacionales: la intimidad, el honor, la imagen y la protección de los datos personales. Según el abogado Lucas Barreiro, el hecho de que la imagen esté difuminada no impide que la persona sea identificable, sobre todo si el entorno o el contexto lo delatan.
El argumento de Google sobre la "no identificación" se derrumba ante la realidad de las redes sociales. En internet, una imagen no necesita ser perfectamente nítida para causar daño. Basta con que alguien —un vecino, un conocido, un familiar— la reconozca para que el efecto multiplicador empiece.
Precedentes globales y un futuro en disputaEste no es un caso aislado. En 2009, una mujer en Canadá demandó a Google por aparecer con el torso desnudo en su jardín. En 2012, la Corte Suprema de Suiza ordenó eliminar imágenes sensibles en zonas cercanas a escuelas y hospitales. En 2022, en Estados Unidos, Google fue acusada de violar la Ley de Privacidad Biométrica. Todos estos casos tienen un denominador común: los límites difusos entre lo que es de todos y lo que sigue siendo solo nuestro.
Street View funciona con un sistema automatizado de captura masiva. Los coches recorren calles sin discriminar situaciones. Las imágenes, aunque filtradas, pueden incluir momentos privados capturados en milisegundos. Y aunque las herramientas de corrección existen, muchas veces no son conocidas ni utilizadas por los usuarios.
El fallo en Argentina, por tanto, no solo apunta a la empresa. Es también una llamada de atención sobre cómo usamos y comprendemos la tecnología. ¿Somos conscientes de que al salir al patio podemos terminar en una base de datos global?
El caso argentino pone en jaque la idea de que la tecnología es neutral. Google ofrece un servicio útil, sí. Pero como todo avance, trae consigo consecuencias no deseadas. Y cuando estas afectan la vida de las personas, el equilibrio entre utilidad y responsabilidad se quiebra.
Este fallo marca un precedente importante, porque exige a las grandes tecnológicas que rindan cuentas, incluso por acciones automatizadas.
eleconomista