Tiene razón, señora ministra. Necesitamos mucho más.

Los últimos días han sido prolíficos en añadir aún más críticas al coro ya existente, después de que la ministra de Trabajo declarara que le resulta difícil entender que los niños mayores de dos años tengan que ser amamantados durante las horas de trabajo.
Y quizás tengas razón, ya que los alimentos se introducen en el primer año de vida, de modo que a los 2 años el niño ya no dependerá de la leche materna ni de ninguna otra forma de nutrición.
La cuestión, señora Ministra, es que el hecho de que un niño ya no dependa de la leche materna o de la lactancia materna para su nutrición no debería colocarlo entre aquellos que tienen derecho a ser dejados en una guardería, pasando allí más tiempo que con sus propios padres, y ahí es donde radica el problema.
Entendemos que no es necesario reducir las horas ni la menstruación de la lactancia. ¡Necesitamos una crianza auténtica!
Un régimen de crianza que permita a los padres pasar más tiempo con sus hijos en los primeros años de vida, que les permita combinar la vida profesional y personal, que les permita lidiar con las interminables infecciones y enfermedades que caracterizan los primeros años de vida, que les permita participar en las actividades escolares, entre otras cosas.
Señora Ministra, lo que necesitamos es construir desde abajo, de manera reflexiva y estratégica, un sistema que permita a los padres ser padres, teniendo en cuenta los intereses de todos, para que no haya fricciones entre los distintos actores involucrados en el tema.
No podemos seguir tratando la paternidad como un obstáculo que surge en la vida de todos y restarle importancia al esfuerzo que supone apoyar a nuestros hijos durante sus primeros años de vida.
Los hijos no son un problema, son una bendición, y desde el punto de vista de los intereses del país, son extremadamente necesarios en un país como el nuestro, donde la pirámide de edad está totalmente invertida, lo que nos coloca en una situación muy débil, por ejemplo, en la solidez de nuestro sistema de pensiones.
Y si queremos analizar el problema desde una perspectiva económica, cabe destacar que crear un verdadero sistema de crianza no puede considerarse un gasto, sino una inversión. Los niños de hoy son los adultos del mañana; son quienes pagarán impuestos y financiarán las pensiones de los adultos de hoy. Son quienes impulsarán la economía.
Promover medidas aisladas, como las que se están discutiendo actualmente, subestima la urgencia de la renovación demográfica de nuestro país.
Por eso, señora Ministra, creemos que ya estamos hartos de pensar en pequeño, de "permisos" y "papelitos" que sólo sobrecargan a los médicos, que ya no tienen tiempo para tratar a personas realmente enfermas, ni para concertar citas para nuestros niños, que ya son pocos.
Señora Ministra, nuestra legislación laboral necesita una reforma profunda, y en particular en materia de natalidad, priorizar políticas públicas integrales que aborden los problemas que enfrentamos. Pero si vamos a pensar con la estrechez de miras que ha caracterizado a las administraciones recientes, ¡por favor, dejémoslo como está!
observador