La mayor celebración de la democracia tiene un pequeño problema…

En todo el país, las últimas semanas han sido un torbellino. Se hicieron muchas llamadas, se recogieron muchas opiniones y se dedicaron horas y horas a preparar la mayor celebración democrática de todas.
Para aquellos que ya no están involucrados en la política, el 18 de agosto marca el último día en el que los candidatos de todo el país deben presentar toda la documentación para formalizar su interés en presentarse a las elecciones locales que tendrán lugar el 12 de octubre en Portugal.
El país está organizado en 308 municipios, cada uno de los cuales elige a un alcalde, sus concejales y una asamblea municipal, mientras que las 3260 parroquias eligen a su presidente y asamblea parroquial. Para quienes votan, la única diferencia son las papeletas: hay tres, cada una de tres colores diferentes.
Para quienes participan en la política, y hay muchos en todo el país, ¡este es el momento que han trabajado durante cuatro años! Es el momento en que la atención se desplaza de la Asamblea Nacional y el gobierno a los ciudadanos y los problemas de sus territorios.
Pero en esta gran fiesta de la democracia, tenemos un pequeño problema…
La organización de las elecciones locales ha cambiado poco desde el 25 de abril, en una época en la que no había internet ni comunicaciones móviles, cuando poca gente tenía impresora en casa, cuando no existían las firmas digitales y cuando el registro se realizaba en cada Consejo Parroquial...
Una estimación aproximada sugiere que en todo el país se están presentando expedientes que incluyen, aproximadamente, 50.000 declaraciones de candidatura firmadas por cada candidato, 50.000 certificados de registro de votantes emitidos por consejos parroquiales, listas clasificadas, solicitudes de presentación, poderes notariales, certificados del Tribunal Constitucional e innumerables documentos más. En definitiva, estamos hablando de entre diez y quince árboles talados solo para presentar candidaturas a gobiernos locales.
Pero el problema no acaba ahí: el Estado obliga a los candidatos a presentar ante el tribunal certificados de registro de votante, que el propio Estado emite; obliga a presentar documentos firmados digitalmente en formato impreso, evitando uno de los beneficios de la firma digital; obliga a presentar documentos originales firmados, pero luego no hay forma de verificar si la firma es correcta...
Y quien piensa que el proceso burocrático termina al presentar la candidatura se equivoca... ahí empiezan las correcciones de detalles, porque los datos que figuran en la declaración de candidatura, certificado de registro de elector y lista ordenada no son los mismos, a veces porque ha habido divorcios, a veces porque olvidaron el número de la casa en la dirección, a veces porque abreviaron el nombre completo...
¡Es necesario y urgente reformar el proceso de candidaturas a gobiernos locales!
En esta máxima fiesta de la democracia, en la que tanta gente en todo el país sale a las calles, da su nombre y participa, no podemos seguir atados a un proceso arcaico que impide a los candidatos discutir ideas y propuestas para sus municipios y parroquias y los deja sepultados bajo una montaña de papeleo y burocracia.
observador