Los niños heredan el riesgo de obesidad principalmente de sus madres, según muestra un nuevo estudio.

Investigadores del University College de Londres han determinado que el riesgo de obesidad infantil está relacionado en gran medida con los genes heredados de los padres, en particular de la madre. Un análisis de más de 2500 familias mostró que los genes maternos pueden influir en el peso de un niño, tanto directa como indirectamente, a través de su crianza. Los resultados, publicados en PLOS Genetics, sugieren que las iniciativas para reducir la obesidad femenina podrían tener un impacto positivo en la salud de las generaciones futuras.
¿Por qué los hijos de padres obesos corren mayor riesgo?Estudios previos han demostrado repetidamente que los niños obesos suelen tener padres obesos. Sin embargo, las razones de este fenómeno seguían sin estar claras: ¿se debía a la genética, a las condiciones del embarazo o quizás al estilo de vida familiar? El equipo de Liam Wright, del University College de Londres, decidió investigarlo analizando datos genéticos, dieta e índice de masa corporal (IMC) de más de 2500 familias, incluyendo a la madre, el padre y el niño.
Los investigadores se centraron en los genes asociados con la obesidad, tanto los que se transmiten al niño como los que no se transmiten, pero que podrían haber influido en su entorno, moldeando sus hábitos alimenticios o niveles de actividad. Esto se conoce como el efecto genético de la crianza.
La influencia más fuerte está del lado materno.Los resultados mostraron que el IMC tanto de la madre como del padre se correlacionaba con el de los niños. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esto podría explicarse por la herencia genética directa. Cabe destacar que los genes maternos, que el niño no heredó, sí influyeron en su peso, especialmente durante la adolescencia.
– “Nuestros resultados sugieren que el peso de las madres puede influir en el peso de sus hijos”, subrayan los autores.
El análisis mostró que, más allá de los genes transmitidos directamente, los padres tuvieron poca influencia adicional en el IMC de los hijos. Esto sugiere que no considerar los factores genéticos en los análisis podría sobreestimar el impacto ambiental.
Según los investigadores, estos resultados deben tenerse en cuenta en las acciones encaminadas a reducir la obesidad en la sociedad.
“Las políticas destinadas a reducir la obesidad podrían beneficiar a las generaciones futuras”, escriben los autores en PLOS Genetics .
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