Máscara de tukah camerunés, robada de su país en la década de 1950, desea encontrar a su rey

De los tres árboles antaño majestuosos que dominaban el dosel del bosque sagrado de Bamendou, solo quedan tocones. Un buen día de 2019, todas las ramas cayeron repentinamente. Entonces, los troncos de estos baobabs centenarios se quebraron de repente. Como si los hubiera alcanzado un rayo. Solo que no había tormentas.
¿Anomalía botánica? Su Majestad Gabriel Tsidie, rey de Bamendou, una comunidad rural de unas 60.000 personas, descarta la hipótesis: «Esto nunca ocurre de forma natural. Fueron víctimas de la ira de la máscara». Una ira que, según él, fue desatada desde lejos —a 5.000 km de las tierras altas del oeste de Camerún— por «su» máscara de tukah, la de Bamendou, desde las orillas del Sena, donde el objeto ha permanecido desde que un médico francés lo sacó de su país de origen en la década de 1950.
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Le Monde