“Muchas vocaciones religiosas en jóvenes generan conflicto”

Alauda Ruiz de Azúa deslumbró con su premiado debut en la dirección, Cinco lobitos (2022), y lo volvió a hacer el año pasado con la serie Querer , que participó en la sección oficial del Festival de San Sebastián fuera de concurso. Ahora, la cineasta vasca regresa al certamen donostiarra aspirando como seria contendiente a la Concha de Oro con una nueva joya, Los domingos , el retrato de un drama familiar que estalla cuando una joven de 17 años manifiesta a los suyos que quiere abrazar la vida de monja de clausura. “San Sebastián siempre ha sido un sitio muy especial, y estoy muy ilusionada de venir con una película que es lo más complejo que he hecho hasta ahora y con la que queremos generar conversación”, asegura.
¿De dónde vienen las ganas de explicar esta historia?
Surge de una curiosidad de juventud por este tema a raíz de una chica muy joven con vocación religiosa que conocí y que entró en una orden. Yo era también muy joven y me generó mucha curiosidad una decisión tan radical. Esa historia era una anécdota que me acompañaba, pero se me hacía algo complejo de abordar. Muchos años después, tras rodar Cinco lobitos , los productores me dijeron si tenía otro proyecto y les comenté la fascinación que tenía por este tema. Pensé que había un ángulo muy interesante en contarlo desde la familia. Y aunque se trata de una familia digamos tradicional o religiosa, muchas veces este tipo de vocaciones tan jóvenes genera bastante conflicto. Me parecía que había una contradicción y un punto de partida interesante.
Después de hablar de la maternidad y la enfermedad en Cinco lobitos y del consentimiento sexual dentro del matrimonio en Querer , Los domingos pone el foco en el respeto y la tolerancia...
Sí, la película habla de lo difícil que es ser tolerante de una manera genuina y auténtica y también pretende proponer al espectador cómo de tolerante sería si pasara algo así en su casa y si todo hay que tolerarlo, que me parece una pregunta válida. Es un poco la conversación a la que invitamos a la audiencia y luego es verdad que esa pregunta es la excusa para seguir hablando de la familia y sus fragilidades. De cómo alguien joven y vulnerable puede verse un poco tocado o influido por el mundo adulto.
Generar debate La película habla de lo difícil que es ser tolerante de manera genuina y auténtica”En este caso es la tía de Ainara, a la que encarna Patricia López Arnaiz, la que se opone a que su sobrina se haga monja e intenta convencerla diciéndole que tiene que vivir otras experiencias para luego poder elegir.
Claro, ella ve que su sobrina es muy sensible, brillante e idealista, pero también vulnerable y le falta experiencia vital. A los 17 o 18 eres capaz de sentir cosas muy complejas y sentir un vacío existencial, pero te falta una experiencia vital para saber que no solo te vas a enamorar una vez en la vida. El primer amor es arrollador, pero luego hay más. Maite intenta que Ainara entienda eso, pero es difícil a según qué edad. También Pablo, la pareja de Maite, está en contra de la voluntad de Ainara, pero tiene una manera diferente de abordarlo.
Por otro lado, sorprende la facilidad con la que las amistades de Ainara aceptan su decisión.
Es una película que me ha permitido estar en contacto con gente muy joven y ha sido un aprendizaje bonito, porque en jóvenes que no son religiosos es verdad que sí te encontrabas esa tolerancia. Y es algo que me llamó mucho la atención y me parece una pregunta muy interesante. Ellos saben que es algo que hace feliz a Ainara y, aunque parece extraño, manifiestan ese respeto. La película también abre un debate a si lo que sentimos siempre debe ser la guía de lo que hacemos o no. Estoy convencida de que cuando las personas con esta vocación religiosa hablan de lo que sienten, es real. Lo que no sé es si siempre traducimos los sentimientos de la manera adecuada.
Ainara ha crecido sin la presencia de una madre y su padre está bastante ausente, por lo que su tía ha estado muy implicada en su vida. ¿Podríamos decir que incluso demasiado?
Creo que muchos espectadores pensarán que harían lo mismo que Maite y otros moralmente dirán que se excede, pero hay algo en ella de querer proteger, de querer cuidar a alguien que quieres. Había algo muy interesante en el personaje del padre en el sentido de que es una familia que se reúne los domingos a comer, que hace este tipo de rituales, aunque no tengan muchas cosas que decirse. Como tía, no tiene la patria potestad y puede intervenir hasta cierto punto en la situación.
Maite insiste en que no es creyente pero que respeta. ¿Hasta qué punto cree que es así?
Es algo que creo que decimos mucho e intentamos que sea genuino, pero es verdad que la cosa cambia mucho cuando ocurre en tu casa. Para mí, el personaje de Maite se da cuenta de lo difícil que es mantener eso hasta el final.
¿Cómo se define a nivel religioso?
No soy creyente y he tenido una educación laica. Para mí, ha sido muy interesante intentar entender algo tan ajeno, no juzgarlo y desnudar un poco las relaciones entre los personajes para generar una película que diera un espacio al espectador para que fuera él capaz de juzgar lo que pensaba. Ese ha sido mi auténtico motor. Y también tener un poco esta mirada crítica sobre la familia y sobre el mundo religioso.
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