Noruega lanza un proyecto de captura y almacenamiento de CO2 a gran escala

Noruega inaugura este miércoles (18) un proyecto de captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CAC) a gran escala, una tecnología considerada esencial para frenar el calentamiento global.
El proyecto, denominado Longship, en referencia a los barcos vikingos, consiste en capturar el CO2 emitido por una fábrica de cemento y, posteriormente, por una planta incineradora.
Luego, el CO2 se transportará en barco a una terminal en la costa oeste de Noruega y luego se inyectará en el lecho marino para su almacenamiento.
La iniciativa ha recibido un importante apoyo financiero del Estado noruego, que aportará 22.000 millones de coronas (2.200 millones de dólares, 12.000 millones de reales), de un coste total estimado de 34.000 millones de coronas en los primeros 10 años.
“Este no es sólo un momento importante para Noruega, es un gran avance para la captura y almacenamiento de carbono en Europa”, dijo el ministro de Energía noruego, Terje Aasland.
Este miércoles se inaugurarán oficialmente las instalaciones de la cementera que permite la captura de carbono en Brevik, en el sureste del país, unidad administrada por la empresa alemana Heidelberg Materials.
El objetivo es evitar que 400.000 toneladas de CO2 lleguen a la atmósfera cada año.
Las autoridades esperan que a partir de 2029 la planta de incineración de residuos de Hafslund Celsio, cerca de Oslo, capture 350.000 toneladas de CO2 al año.
Una vez licuado, el dióxido de carbono será transportado en barco a la terminal de Øygarden, cerca de Bergen, donde se inyectará en un ducto para su almacenamiento a 110 kilómetros de la costa, en un acuífero salino a 2.600 metros por debajo del lecho marino.
Las instalaciones ya estaban listas el año pasado en el marco del proyecto ‘Northern Lights’, liderado por Equinor, Shell y Total Energies.
La captura y almacenamiento de dióxido de carbono es considerada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) como una de las soluciones para reducir el impacto de industrias difíciles de descarbonizar, como las cementeras, responsables del 7% de las emisiones globales de CO2.
Pero se trata de una tecnología compleja y costosa, y actualmente a las empresas les resulta más rentable comprar los llamados “permisos de contaminación” en el mercado europeo de emisiones (ETS).
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