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¿Por qué el dolor agudo y crónico son tan diferentes? Un estudio explica por qué

¿Por qué el dolor agudo y crónico son tan diferentes? Un estudio explica por qué

Cuando sentimos dolor agudo (a corto plazo), el cerebro tiene un mecanismo interno para «frenar» las señales de dolor y evitar que se intensifiquen. Pero en el caso del dolor crónico (a largo plazo), ese sistema falla, y las señales de dolor siguen disparándose. Este hallazgo ayuda a explicar por qué algunos dolores desaparecen y otros persisten, y abre la puerta a nuevos tratamientos que podrían evitar que el dolor se vuelva crónico.

Lo ha descubierto un equipo de la Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel) que podría haber encontrado parte de la respuesta.

Publicado esta semana en la revista 'Science Advances', desvela que el cuerpo responde al dolor agudo y al dolor crónico de formas muy distintas a nivel celular, lo cual ayuda a entender cómo se convierte el dolor en una condición persistente y crónica.

El equipo estudió una pequeña pero importante región del tronco cerebral llamada el asta dorsal bulbar, donde se encuentran neuronas que actúan como una estación de paso para las señales de dolor. Estas neuronas ayudan a transmitir los mensajes de dolor desde el cuerpo hacia el cerebro.

Descubrieron que durante el dolor inflamatorio agudo, estas neuronas reducen su actividad. Es decir, el cuerpo activa un freno natural que limita la cantidad de señales dolorosas que llegan al cerebro. Cuando el dolor y la inflamación desaparecen, las neuronas vuelven a su estado normal.

Sin embargo, en el dolor crónico, ese sistema de frenado deja de funcionar. Las neuronas no solo no bajan su actividad, sino que se vuelven más activas y envían más señales, lo que podría contribuir a que el dolor se mantenga en el tiempo.

Usando técnicas de electrofisiología y modelos informáticos, identificaron un mecanismo esencial: una corriente de potasio llamada «corriente tipo A» (IA), que regula qué tan excitables son las neuronas.

En el dolor agudo, esta corriente IA aumenta, lo que actúa como un calmante natural para el sistema de dolor. Pero en el dolor crónico, esa corriente no aumenta, y las neuronas se vuelven hiperactivas. La falta de esta regulación puede ser una de las claves que hacen que el dolor temporal se convierta en un problema persistente.

«Es la primera vez que vemos cómo las mismas neuronas se comportan de manera tan diferente en el dolor agudo frente al crónico», señalan los científicos. «El hecho de que este mecanismo natural de 'calma' desaparezca en el dolor crónico nos da una nueva diana terapéutica. Si logramos restaurar o imitar ese sistema de frenado, podríamos prevenir que el dolor se vuelva crónico«», escriben en su trabajo.

El dolor crónico afecta a 50 millones de personas y muchas veces no existen tratamientos eficaces. Este estudio aporta una pieza clave al rompecabezas, al mostrar cómo se altera el sistema de control del dolor del propio cuerpo en las condiciones crónicas.

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