Aumentan los casos de sarampión en España: de 34 en 2023 a más de 200 en 2024
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A pesar de que ha habido un aumento de casos de sarampión en España, se ha pasado de 34 casos en 2023 a más de 200 en 2024, nuestro país sigue en la situación de eliminación del sarampión, que se mantiene desde 2016. Según los datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica del Centro Nacional de Epidemiología, desde 2014 no hay circulación continuada del virus.
Sin embargo, aseguró en un encuentro organizado por Science Media CentreNoemí López Perea, investigadora del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III, estamos teniendo, en ocasiones, «importaciones del virus desde países donde el sarampión sigue circulando. Estos casos importados pueden generar brotes de distintos tamaños».
Actualmente, comentó, en España tenemos un brote, con 110 casos confirmados, la mayoría en el País Vasco, donde hay confirmados 41 casos, algunos en entornos hospitalarios y otros en el ámbito familiar. A nivel nacional, 34 casos han sido importados y el resto forman parte de pequeños brotes dispersos, con menos de 10 casos cada uno. «Esto es lo que se espera en una situación de eliminación».
Cuando la enfermedad afecta a entornos sanitarios, la difusión suele ser mayor. María del Mar Tomás, de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, destacó la importancia de que los profesionales sanitarios sean conscientes de la importancia de detectar rápidamente los posibles casos mediante técnicas de biología molecular para evitar la propagación del virus. «Secuenciar las variantes permite conocer la procedencia del virus y anticipar su impacto», dijo.
Como el sarampión se consideraba prácticamente erradicado, aseguró, muchos sanitarios no lo tienen en mente al hacer diagnósticos diferenciales. Por eso, «es clave reforzar la concienciación en los pediatras y en todos los profesionales sanitarios sobre el uso de técnicas de diagnóstico rápido».
Para el pediatra Fernando Moraga, aunque en España la situación es relativamente estable, la preocupación es a nivel global. En 2020, dijo, «antes de la pandemia, ya se había alertado de la reemergencia del sarampión. Desde 2017, hubo un aumento significativo de casos en el mundo y la OMS reconoció que la meta de erradicación para 2020 no era alcanzable».
Según Moraga, de la Asociación Española de Vacunología, a pesar de que durante la pandemia de covid, la incidencia bajó, posiblemente por la reducción de interacciones sociales y el uso de mascarillas, también se dificultó la detección de casos. Sin embargo, «desde 2022, el sarampión ha vuelto con fuerza, y en 2023 la OMS informó de un aumento de 30 veces en los casos globales respecto a 2022. De hecho, al revisar el año completo, la cifra real fue un aumento de 65 veces. Este repunte -destacó- está directamente relacionado con la caída de las coberturas de vacunación».
Así, apuntó Moraga, con los datos de 2023, la media de cobertura de la primera dosis es muy buena, un 97,8%, aunque hay cuatro comunidades por debajo del 95%. La segunda dosis tiene menor cobertura, con 11 comunidades por debajo del 95%.
Además, añadió, hay diferencias dentro de las ciudades. «Un estudio de coberturas vacunales por barrios revelaría que, aunque una ciudad pueda tener una media del 97%, puede haber zonas donde la cobertura sea solo del 50%. Esto genera bolsas de personas susceptibles que pueden facilitar brotes, como el que ocurrió en Granada hace unos años en un barrio con baja vacunación».
La experta del Instituto de Salud Carlos III reconoció que la segunda dosis de la vacuna triple vírica, que se administra entre los 3 y 4 años, tiene una cobertura menor que la primera. En 2012 se modificó el calendario de vacunación, estableciendo la primera dosis a los 12 meses y la segunda entre los 3 y 4 años, según la comunidad autónoma. En España, «la cobertura de la primera dosis siempre ha sido superior al 95%, pero la segunda dosis ha estado ligeramente por debajo».
En este sentido, comentó que en algunas zonas específicas, la tasa de vacunación de la segunda dosis es inferior al 95%, permitiendo que el virus circule y provoque pequeños brotes. Aunque los brotes sean reducidos, al sumarse generan la sensación de que hay un aumento masivo de casos, señaló.
En comparación con los países de nuestro entono, España está en una posición favorable y tiene uno de los calendarios vacunales más completos de Europa. Sin embargo, Moraga advirtió que la reticencia vacunal está creciendo, aunque no se trata solo de grupos antivacunas.
Así, insistió López que no estamos en una situación alarmante, «ni debemos preocupar ni alarmar a la población». Aunque existen grupos de personas susceptibles, no son grandes bolsas de población vulnerable.
Y si bien es cierto que entre 2010 y 2012 hubo un pico enorme en Andalucía, ahora estamos en un período post-eliminación en España.
Desde 2014 no hay circulación endémica del virus, por lo que los casos actuales son importados y generan brotes pequeños. «Puede haber brotes medianos, como el que estamos viendo en el País Vasco, pero esto se debe en gran parte a la transmisión en entornos hospitalarios, donde la difusión del virus se amplifica», comentó López Perea.
En este sentido, Tomás aclaró que aunque el aumento de casos se debe también a la mejora a las técnicas moleculares. Ahora detectamos muchos más casos. No se trata de un aumento descontrolado, sino de una mejora en la detección.
Además, indicó, en un contexto mundial con un movimiento antivacunas en auge, especialmente en Estados Unidos y Europa, «es importante ser conscientes de los riesgos. Por ejemplo, en 2023, Rumanía registró el 80% de los casos de sarampión en Europa».
No obstante quiso dejar un mensaje claro: el sarampión no está erradicado, pero tampoco supone una crisis sanitaria. «Es una enfermedad controlada siempre que se mantengan altas coberturas de vacunación. Las personas vacunadas pueden infectarse, pero la afectación suele ser leve. Lo importante es seguir cumpliendo el calendario vacunal».
Moraga indicó otro punto importante, como es la posibilidad de ver más casos en niños menores de 12 meses. «Estos niños son hijos de madres vacunadas, y la inmunidad pasiva que reciben a través de la placenta es menos duradera que en hijos de madres que pasaron la enfermedad de forma natural. Esto podría explicar algunos casos en lactantes de 9 o 10 meses», explicó.
Por ello, a pesar de que no considera que haya que adelantar la primera dosis de la vacuna, que actualmente se administra a los 12 meses, sí considera urgente adelantar la segunda dosis, que ahora se administra entre los 3 y 4 años, a los 2 años. «Esto facilitaría el acceso a la vacuna, ya que los niños tienen mucho más contacto con el pediatra en sus dos primeros años de vida».
Sin embargo, López indicó que las modificaciones del calendario vacunal deben mantenerse dentro de los marcos apropiados. «Modificar el calendario de vacunación requiere consenso dentro del Consejo Interterritorial de Salud, con la participación de todas las comunidades y expertos, además de un debate intenso y exhaustivo», aseveró.
De hecho, añadió que el calendario común del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud especifica que es un calendario común, pero no necesariamente único. En España existen actualmente diferentes calendarios de inmunización, aunque las diferencias son mínimas. Por ejemplo, Cataluña tiene una vacuna adicional, mientras que otras comunidades no la administran. En cuanto a las edades de administración, puede haber pequeñas variaciones, pero el calendario del Consejo Interterritorial sigue siendo uno de los mejores de Europa. «Es un calendario común, pero las comunidades autónomas, debido a sus transferencias de competencias, pueden realizar algunos ajustes en la estrategia, aunque no en todos los casos ni en todas las dosis».
En cuanto a la protección en los adultos, se consideraba que los nacidos en 1971 y posteriores eran los más susceptibles. Sin embargo, hay cohortes tradicionalmente consideradas más susceptibles porque nacieron antes de la introducción de la vacuna en 1981, cuando la incidencia del sarampión ya estaba en descenso. Estas personas ni estuvieron expuestas al virus de manera natural ni recibieron la vacuna.
No obstante los casos de sarampión en personas correctamente vacunadas son poco frecuentes. Se considera correctamente vacunada a una persona que ha recibido la primera dosis a partir de los 12 meses y la segunda dosis con un intervalo mínimo de un mes, con vacunas bien conservadas. La seroconversión con la primera dosis es del 95%, y con la segunda llega al 99,5%. Aunque es posible que se den casos de sarampión modificado en personas vacunadas, es poco común.
En España, los casos suelen afectar a adultos. No es frecuente que haya infecciones en niños pequeños, como ocurre en otros países con menores coberturas de vacunación. Pero en algunos casos esporádicos, personas correctamente vacunadas también pueden infectarse, especialmente en entornos hospitalarios, donde la exposición es mayor. Afortunadamente, cuando esto ocurre, suele tratarse de sarampión modificado, una versión más leve de la enfermedad con menor capacidad de contagio.
En cuanto a la reticencia a la vacunación en España, los expertos coinciden que afortunadamente no es un problema generalizado como en otros países, donde existen fuertes movimientos antivacunas. Hay casos aislados de personas que rechazan la vacunación, pero no con la intensidad que se observa en el norte de Europa o en ciertos grupos en Francia y Europa del Este, señalaron.
Moraga lo denomina reticencia vacunal. «La situación del sarampión en España no es de alarma, pero sí de alerta. En 2023 hubo 237 casos y en 2024 llevamos 217. Esto indica algo», advirtió.
Tomás subrayó que es preciso identificar a las personas susceptibles y ofrecerles la vacunación. En España, las coberturas vacunales son muy altas en la población nacida aquí, pero es importante asegurar el acceso a la vacunación en poblaciones más vulnerables. Desde un punto de vista microbiológico, «recomendaría un diagnóstico rápido en laboratorio ante cualquier sospecha, así como la caracterización genómica de los casos para evitar la difusión del virus y contener posibles brotes».
Finalmente, López Perea destacó la importancia de no estigmatizar a las personas, sino identificar a las poblaciones susceptibles para intervenir adecuadamente. «El trabajo debe centrarse en identificar esos grupos y ofrecerles la vacunación, sin señalar a nadie como responsable de la propagación de la infección».
abc