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¿Por qué el autor mata al personaje?

¿Por qué el autor mata al personaje?

Imaginen la cara de sorpresa de los lectores del The New York Times de 1975 cuando, al abrir el periódico por la página de esquelas se toparon con la noticia de la muerte de Hércules Poirot, el meticuloso detective belga protagonista de muchas de las historias de Agatha Christie. Era la primera vez que un periódico dedicaba un obituario a un personaje de ficción, un claro indicativo de su trascendencia. Este verano se cumplen cincuenta años de la efeméride. Lo que muchos no saben es que hubo una persona, tal vez la única, que sí celebró ese deceso: su propia autora.

“ Poirot es insufrible. Un pequeño bicho detestable, grandilocuente, aburrido y egocéntrico”, llegó a decir de su héroe, al que terminó matando en la novela Telón Curtain , en inglés–. “Más de uno podría pensar que esa relación de amor-odio fue la que le llevó a acabar con él. Pero no es así. Aunque se publicó a mediados de los 70, Telón fue escrita en los 40 durante el Blitz, los bombardeos sostenidos en el Reino Unido por los nazis”, recuerda el investigador y doctor de la Universidad de Granada Juan José Montijano. “Lo escribió como subterfugio por si ella perdía la vida, para que los lectores no se quedaran sin saber qué ocurría con el personaje. Lo depositó en la caja fuerte de un banco y, de haber fallecido, habría salido a la luz”. Al final, la vida se antojó larga para la gran dama del crimen, así que el plan quedó en pausa hasta poco antes de fallecer la autora.

“Tengo un final para Petra Delicado: la meteré a monja”, se convence Alicia Giménez Bartlett

Más de uno puede sorprenderse de que un escritor termine odiando a la persona que ha contribuido a agrandar su nombre y, de paso, riqueza. Dolores Redondo lo entiende, pese a que su amistad con la inspectora Amaia Salazar es envidiable. “Seguramente, Christie no esperó que Poirot fuera a durar más de un par de novelas y por eso lo caricaturizó. A veces ocurre que creas un personaje muy distinto a ti y luego no sabes cómo continuarlo porque lo ves un fantoche. No obstante, ella fue muy inteligente porque creó otros detectives con personalidades muy variadas, como Miss Marple, una anciana adorable y astuta que nada tiene que ver. Y eso le permitió seguir amando su oficio”.

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Alicia Giménez Bartlett ya tiene un final para Petra Delicad: meterla a monja

Miquel González / Shooting / Colaboradores

Alicia Giménez Bartlett también mantiene “una buena relación” con Petra Delicado, su famosa inspectora, con la que aportó (y sigue haciéndolo) una pers­pectiva femenina y feminista a la novela policíaca española. “Si me sintiera obligada a escribir sobre ella, me amargaría un poco. Por el momento, las masas me dejan respirar”. Eso sí, ya tiene un final pensado para ella, y no es la muerte: “La meteré a monja. La gente no me toma en serio, pero ya veréis. Será un final muy español”.

Quien también planeó un final para su héroe fue Conan Doyle quien, harto de que el resto de su literatura no se le reconociera, mató a Sherlock Holmes, a quien terminó resucitando en el relato La aventura de la casa deshabitada ante la presión de los lectores “y hasta de su propia madre”, pues “le recordó que el famoso investigador le había hecho millonario”, señala el historiador Josep Lluís Martín Berbois.

Conan Doyle trató de matar varias veces a Sherlock Holmes, pero “un cheque en blanco le hizo entrar en razón”

“Doyle era médico pero tenía pocos pacientes y en sus ratos libres creó a Sherlock. Era un mero entretenimiento porque su verdadero sueño era ser escritor de novela histórica, como Walter Scott, pero es cierto que inventar nuevas historias detectivescas le ayudó a mejorar su escritura y a desarrollar su creatividad. El problema es que el icónico protagonista causó tanto furor que le resultó imposible desprenderse de él. Lo intentó en varias ocasiones, como en El problema final , donde lo presenta muriendo en una lucha con el profesor Moriarty en las cataratas Reichenbach, en Suiza. El dinero solucionó sus impulsos y, pese a que estuvo años sin escribir nada de Holmes, un cheque en blanco le hizo entrar en razón”, explica Berbois.

Estatua de Sherlock Holmes en Baker Street (Londres)

Estatua de Sherlock Holmes en Baker Street (Londres)

Getty Images

Otro caso de hastío es el de Ian Fleming con James Bond. “Crear un icono es un honor poco común y puede sobrepasar la identidad de un escritor, que podría verse limitado creativamente. Los lectores tienen más poder que el autor porque los personajes se convierten en propiedad pública”, reflexiona a La Vanguardia Kim Sherwood, la primera mujer que escribe sobre la saga Bond con el visto bueno de los familiares de Fleming.

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Otro caso de hastío es el de Ian Fleming con James Bond, interpretado en cine por Daniel Craig, en la imagen junto a Ana de Armas

UNIVERSAL PICTURES / EP

Sherwood dice no sentirse abrumada con el personaje que ha heredado. “Acepto y abrazo cómo evoluciona en la mente del lector”, aunque admite que no le vendría nada mal “espacio para poder experimentar creativamente”. En el 2026 publica Hurricane Room , el final de su trilogía Doble 0, y está por ver si continuará con el universo Bond o si dará paso a otro nuevo autor y se decantará por continuar su camino sin atarse a ningún matrimonio de conveniencia.

El caso de Lorenzo Silva es totalmente opuesto. “A mí, Bevilacqua y Chamorro me han aportado libertad. Sin ellos no hubiera podido crear otras cosas ni me conocerían tantos lectores”. Se convence de que, en su caso, el truco es “la versatilidad de ambos, pues me permiten crear aventuras tanto en España como fuera y los casos son infinitos”.

El escritor Lorenzo Silva durante una entrevista con Europa Press, en el Hotel de las Letras, a 11 de mayo de 2022, en Madrid (España). Silva presenta su libro de relatos bélicos 'Nadie por delante'. Se trata de un conjunto de relatos de ficción inspirados en hechos reales.

Lorenzo Silva es fiel a Bevilacqua y Chamorro, pues le aportan libertad para crear

A. Pérez Meca - Europa Press / Europa Press

Tal y como señala a este diario Carlos Zanón, comisario del festival BCNegra, esta dinámica de amor-odio tiende a ocurrir más en el género policial, pues “es más serial”. Existen por supuesto ex­cepciones, como Alan Alexander Milne, cuya pesadilla fue un osito amarillo llamado Winnie the Pooh que, según su punto de vista, borró su carrera. “No escribí para niños, sino para todo el mundo, pero el mundo me puso en la caja infantil”, escribió en sus memorias. Su mujer también sufrió las consecuencias, aunque si alguien se vio arrollado por el éxito internacional de Pooh, ese no fue otro que Christopher Robin Milne, su hijo, pues él fue el niño –y mejor amigo del peluche – que inspiró estas aventuras. A sus siete años, recibía cartas de fans.

“Mi padre había llegado donde estaba al montarse en mis hombros infantiles”, lamentó el hijo del creador de Winnie the Pooh

El resentimiento fue en aumento con el paso de los años. “Mi padre había llegado donde estaba al montarse sobre mis hombros infantiles. Hurtó mi buen nombre y me dejó solamente con la fama vacía de ser su hijo”, denunció en su autobiografía The enchanted places (Los lugares encantados). En el 2017, el cineasta Simon Curtis revivió este episodio de éxito y de frustración literaria en Adiós, Cristo­pher Robin , con Margot Robbie y Domhnall Gleeson como protagonistas. Años más tarde, en el 2023 y el 2024, el realizador británico Rhys Frake-Waterfield aprovechó la expiración de los derechos de autor de los personajes originales para reimaginar a Pooh y a sus amigos como monstruos en los filmes Miel y sangre y El bosque sangriento , nuevamente, motivado, entre otras cosas, por el trasfondo que esconden el personaje y su creador.

Una imagen de la película

Una imagen de la película 'Winnie the Pooh: Miel y sangre'

Jagged Edge Productions

“El cine es precisamente el causante de esta espiral tóxico entre personaje y creador en muchas ocasiones, pues perpetúa los mitos. Y los mitos, como bien se sabe, pueden terminar siendo muy antipáticos porque influyen en el imaginario colectivo y no solo del autor. Miss Marple cae mejor, por norma general, no solo porque no sea pedante, sino porque le dio vida la entrañable Angela Lansbury”, reflexiona Antoni Martí Monterde, profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la UB. Y cita otro caso policiaco: Georges Simenon y el comisario Maigret: “Poca gente recuerda otros trabajos, como El hombre que miraba pasar los trenes . Es imposible pensar en Simenon y que no venga a la mente el personaje. Es más, hay gente que, como Maigret forma parte de la policía judicial francesa, duda y le otorga esa nacionalidad al autor. ¡Pero él era belga! ¡Hasta aquí llega la apropiación!”

En privado con Dolores Redondo

Escritores como Dolores Redondo han encontrado el equilibrio para no cansarse de sus héroes literarios

La importancia de dar espacio a los iconos

A lo largo de su carrera, a Dolores Redondo le han dado todo tipo de consejos. La gran mayoría los sigue, especialmente si vienen de alguien que también lleva años en la profesión, y hay uno que tiene presente a diario: “Las fugas”. Se refiere a la necesidad de distanciarse de vez en cuando de personajes icónicos que son demandados tanto por los lectores como por las editoriales. “Siempre con cabeza, ya que hay que comer”, admite. “La cuestión es que no se pierda el control de quien manda sobre tus propias historias, porque sino llegará un punto en el que el propio público notará que se hace algo obligado”. Esta sabia recomendación se la dio hace ya un tiempo John Connolly. Para evitar el colapso, el autor irlandés le explicó que, de vez en cuando, sentía la necesidad de dejar a un lado su famoso detective, Charlie Parker. En su caso, su fuga fueron los libros juveniles. “En vista del éxito del Baztán, me hizo esa recomendación, precisamente para que no me ocurriera con Amaia Salazar o con cualquier otro personaje. Agradecí sus palabras y creo que esa es la razón de que todavía siga apreciando a mi policía foral. Cada vez que la rescato, la cojo con más ganas”. La misma pauta aplica con Manuel Ortigosa, de Todo esto te daré, o la psicóloga forense Nash, quien también promete despuntar en un futuro: “Estos paréntesis garantizan que nada se tuerza”.

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