Leiva y el postureo infinito

Es hora de confesar. En el coche, que es cuando de verdad pones la música que te gusta porque nadie está allí para juzgarte, últimamente me descubro escuchando a Leiva. Mucho. Muchísimo, incluso. Creo sinceramente que Gigante, su último álbum, es un discazo, pero me daba vergüenza confesarlo porque no es lo que se espera de mí, de muchos de nosotros (sé que no estoy solo, muchachos).

La cuestión es: ¿Hasta qué edad tiene sentido el postureo? Es comprensible en la adolescencia, cuando sólo quieres encajar; en los 20, cuando sólo quieres follar; incluso en los 30, cuando sólo quieres pensar que aún tienes 20 y seguir follando, ¿pero cómo de gilipollas hay que ser para superar los 40 y seguir preocupado por lo que otra serie de cuarentones acabados piensen de tus gustos? ¿Cuándo podré admitir sin vergüenza que me gusta más Notting Hill que El Padrino (la 1, la 2 ya es otra liga), Friends que Breaking Bad y el sexo tumbado que de pie?

Repaso las camisetas de música que tengo en uso. Los Planetas, Wilco, Led Zeppelin, Neil Young, Teenage Fanclub, Pulp, Oasis, Tom Petty, Pearl Jam, Rolling Stones y una de Carolina Durante que me compré en su concierto, pero no me pongo porque algún límite hay que tener y no es plan de convertirse en el meme de Steve Buscemi, en edad ya de hacerse revisar la próstata, con un monopatín y la gorra hacia atrás, diciendo: "¿Qué tal estáis, demás chavales?".

¿Qué pintaría en esa lista Leiva, un tipo que lideró un grupo de fans como Pereza? ¿Cómo va a gustarme a mí, adalid del buen gusto y la autenticidad, alguien que una vez escribió, en perfecta rima consonante, "me siento como una colilla entre unos labios al fumar, me cuelgo de cualquiera que le guste trasnochar, qué inoportuno fue decirte 'me tengo que largar.'.. aha?". Pues me gusta. Me gusta mucho.

Porque aquel Leiva tenía 25 años y actuaba como tal. El de ahora tiene 45 y escribe canciones fantásticas como El polvo de los días raros y esa joya absoluta que es Caída libre. Si Robe Iniesta, dios en la tierra, acepta cantar un tema contigo, ¿qué diablos hacemos discutiendo la legitimidad de un artista cuatro señores atrapados por nuestro pasado? ¡Malasaña ya no existe! ¡Es un parqué temático! ¡Abramos la mente!

Leiva, que pertenece a esa generación que crecimos dando lecciones (turras) sobre música a chicas (hasta el coño) en bares, ha hecho lo que muchos de nosotros no logramos: madurar. Ya es hora. Iré a su concierto y me compraré una camiseta. Cuando sea capaz de ponérmela para salir a la calle, al fin seré adulto.