Camilo pone a bailar a Sitges en su noche más latina y tropical

El Festival Terramar CaixaBank de Sitges, que pese a su relativa juventud -nació en el 2017- ya se ha convertido en uno de los más visitados del litoral catalán, arrancó este viernes por la noche su último fin de semana con una velada de mucho nivel gracias a un colombiano que ya se ha convertido en un habitual de nuestro país: Camilo.
Este músico de solo 31 años pero con una respetable batería de hits ya pasó el año pasado por España con una decena de conciertos. Pero eso no ha sido ningún impedimento para que este verano haya vuelto con casi el doble de recitales con la ciudad del Garraf como primera parada. Y una vez más, la propuesta de Camilo convenció con creces.
El artista mostró un buen nivel vocal y mucha conexión con el público, su 'tribu'Aunque solo hace dos meses que el artista finalizó su último tour, Nuestro lugar feliz, en su Medellín natal, el público sitgetano se encontró un show distinto, pues cambió el orden de muchos de los temas e incluso tocó algunos por primera vez en nuestro país. Así mismo lo avanzó en una entrevista reciente con La Vanguardia. Y lo cumplió.

Camilo estuvo arropado por una potente banda de seis miembros
Miquel Gonzalez/ShootingEl recital transcurrió entre el reguetón y la música urbana, más de sus principios, y los ritmos más caribeños y tropicales, aquellos que se acrecentaron en su último disco, Cuatro, y que estuvo presente en una velada en la que tampoco faltó Maldito ChatGPT, su single más reciente, en acústico y que es una crítica a la Inteligencia Artificial que, sin embargo, él también utiliza.
Tras una puntual cuenta atrás, Una vida pasada y Millones fueron las elegidas para arrancar con mucho ritmo una noche que siguió muy bailable con Favorito, canción dedicada a sus seres queridos con imágenes en la pantalla gigante, y la pegadiza Bebe y su bachata. Sin duda, la efectiva banda de seis músicos en la que no faltaron sus dos percusionistas y sus vientos estuvo más que justificada.

Una gran pantalla presidió el visual escenario
Miquel Gonzalez/ShootingComo era de esperar, el reguetón también tuvo su peso, en su caso con un medley con No te vayas, Despeinada, Tatto y Desconocidos -”¿con ganas de besarse?”, se preguntó- con sus historias de amor y desamor, y un Camilo que exhibió un buen nivel vocal, mucha química con el público -su tribu- y, como manda la tradición, estuvo descalzo durante toda la actuación.
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Con Manos de tijera se vivió el primer momento romántico de la noche, dedicada a todos aquellos “con el corazón roto”, y también hubo tiempo para un guiño a nuestro país con Mismo aire y Salitre, que en su día cantó con Pablo Alborán y Manuel Carrasco. La bossa nova también tuvo su espacio con La boda y, con Una vida de rico, el colombiano bajó junto al público, le hizo cantar e incluso felicitó a los que cumplían años.
Conocedor de su capacidad para enamorar con su faceta más de acústica, Camilo también se quedó solo en el escenario e interpretó con su guitarra la pegadiza Tutu y, sobre todo, una Querida yo con la que siempre recuerda la importancia de querernos a nosotros mismos. ”Querido yo, confío en nosotros, lo estás haciendo bien”, reza este precioso tema. Solo un pero: en lugar de provocar un mar de luces, que la canción lo pedía, los presentes prefirieron grabarla.

Camilo estuvo arropado por una potente banda de seis miembros, muy latina
Miquel Gonzalez/ShootingLo que también tiene claro el artista es que si tiene la carrera que tiene es gracias al apoyo incondicional de su familia. Y uno de esos pilares es su mujer, Evaluna Montaner, directora de algunos de sus videoclips y también protagonista de algunos de sus temas. No fue extraño, pero sí muy emocionante, que esta se subiera al escenario para cantar a dúo Machu Picchu, Plis y Por primera vez. Y cuando el show ya se acercaba a la hora y media llegó el fin de fiesta, nunca mejor dicho.
El público se volvió a levantar de sus asientos con Kesi y Me toca a mí, reconocida colaboración con Morat y que sonó por primera vez en nuestro país, fue la última gran novedad de un show que llegó a su éxtasis con Índigo, de nuevo con Evaluna Montaner, y que sirvió para cerrar por todo lo alto una noche muy latina y tropical en la que si algo hizo Sitges fue bailar y disfrutar.
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