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Las tres mentiras más usadas por estafadores para engañar a adultos mayores

Las tres mentiras más usadas por estafadores para engañar a adultos mayores

Las tres mentiras más usadas por estafadores para engañar a adultos mayores
Estrategias de manipulación que ponen en riesgo el patrimonio de las personas mayores

Los adultos mayores se han convertido en uno de los principales objetivos de los estafadores, quienes aprovechan la confianza, la falta de familiaridad con ciertas tecnologías y, en muchos casos, la soledad para ejecutar sus engaños. Estas prácticas no solo provocan pérdidas económicas, sino que también afectan la salud emocional de las víctimas, generando sentimientos de culpa y desconfianza hacia los demás. Conocer las mentiras más comunes que utilizan estos delincuentes es clave para prevenir y actuar a tiempo.

Uno de los engaños más frecuentes es la estafa del familiar en problemas. El delincuente llama haciéndose pasar por un hijo, nieto o sobrino que supuestamente está en una situación de emergencia: un accidente, una detención o un problema médico urgente. Con tono angustiado y pidiendo absoluta discreción, exige dinero inmediato para “resolver” el problema.En muchos casos, los estafadores obtienen información previa de redes sociales o conversaciones casuales, lo que les permite personalizar la historia y hacerla más creíble. La presión emocional, sumada a la urgencia, lleva a la víctima a actuar sin verificar los hechos.

Otra técnica habitual es la del empleado de banco falso. El estafador llama o envía mensajes haciéndose pasar por un representante de la entidad financiera, alertando sobre un supuesto movimiento sospechoso o un intento de robo en la cuenta.A partir de ahí, solicita datos personales y claves de acceso para “bloquear la operación”. En otras ocasiones, pide a la víctima que transfiera su dinero a una “cuenta segura” mientras se soluciona el problema. En realidad, esta cuenta pertenece al estafador y el dinero se pierde de forma irreversible.Este tipo de engaño es particularmente peligroso porque utiliza el miedo a perder los ahorros como motor de la reacción impulsiva.

La tercera mentira común es la del premio o herencia sorpresa. La víctima recibe una llamada, carta o correo electrónico informándole que ha ganado un concurso o que es beneficiaria de una herencia millonaria. El único requisito para recibirla es pagar una serie de “gastos administrativos”, impuestos o aranceles previos.Los delincuentes apelan a la ambición legítima o al deseo de mejorar la situación económica, prometiendo sumas considerables a cambio de adelantos relativamente pequeños. Sin embargo, el dinero entregado se pierde y el premio o herencia nunca llega.

Proteger a los adultos mayores de estas estafas requiere educación, prevención y comunicación constante. Es fundamental:

  • Enseñarles a verificar cualquier historia antes de actuar, llamando directamente a familiares o instituciones.
  • Recordarles que ningún banco solicita claves o transferencias para proteger cuentas.
  • Desconfiar de premios o herencias que exigen pagos por adelantado.
  • Mantener un canal abierto de diálogo con familiares, para que consulten cualquier situación sospechosa antes de enviar dinero o datos.

Cada fraude que queda impune abre la puerta a que otros sean víctimas. Por eso, es vital denunciar inmediatamente ante las autoridades locales y, en caso de ser un fraude financiero, notificar al banco para intentar bloquear operaciones. Además, la difusión de estos casos en la comunidad ayuda a alertar a otras personas.

Los estafadores saben cómo manipular emociones como el miedo, la urgencia y la esperanza para lograr su objetivo. Por eso, informarse y estar alerta es la mejor defensa. Reconocer estas tres mentiras más comunes —el familiar en apuros, el falso funcionario bancario y el premio inesperado— puede marcar la diferencia entre conservar los ahorros de toda una vida o perderlos en cuestión de minutos.La prevención y la comunicación familiar no solo evitan pérdidas económicas, sino que también protegen la tranquilidad y la dignidad de los adultos mayores.

Ian Cabrera
La Verdad Yucatán

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