Pensó que su dolor de estómago era por una indigestión, pero estos síntomas lo llevaron a que le diagnosticaran cáncer de intestino en etapa 4

Matt Eamer, un diseñador gráfico británico de 44 años, comenzó a sentirse mal luego de compartir un asado con su familia. Inicialmente, atribuyó sus molestias a una posible indigestión provocada por un chorizo en mal estado.

Sin embargo, lo que parecía un problema menor pronto se transformó en una emergencia médica. El dolor abdominal aumentó con rapidez y lo obligó a acudir de urgencia a un centro de salud, donde se le realizaron estudios para determinar la causa de su malestar. El diagnóstico fue contundente: cáncer de intestino en etapa 4.

Padre de dos hijos y director de una agencia de diseño, Matt enfrentó un giro drástico en su vida al recibir esta noticia. Su situación médica lo llevó a iniciar un tratamiento intensivo con seis meses de quimioterapia y, en marzo de 2021, debió someterse a una cirugía para extirpar parte de su hígado.

Durante la intervención quirúrgica, los médicos descubrieron que el cáncer se había diseminado aún más de lo previsto, comprometiendo también el peritoneo. "Todavía puedo recordar la voz de la persona que me llamó y dijo ‘el plan para su diagnóstico ha cambiado’. Me dijeron ‘estamos hablando de meses, no de años desde un punto de vista de supervivencia'", relató Eamer al diario The Sun.

Ante el avance de la enfermedad y el pronóstico reservado, los médicos ofrecieron una opción que, aunque reciente y sin garantías, representaba una esperanza. Le propusieron comenzar con inmunoterapia utilizando medicamentos que habían sido aprobados tan solo unos meses antes. Matt aceptó el tratamiento y, para asombro del equipo médico, tuvo una “respuesta inusual” a la terapia. En el transcurso de seis meses, los exámenes mostraron que ya no presentaba signos de cáncer.

La experiencia lo llevó a una profunda reflexión sobre su vida y sus prioridades. “No estás en tu lecho de muerte, pero te ves obligado a pensar en cómo pasas tu tiempo”, expresó. Matt también reconoció que su actitud cambió de manera radical tras la enfermedad: “Tu capacidad para estar presente y centrarte en lo que importa es mayor”.

La recuperación no significó un regreso a la antigua normalidad, sino el comienzo de una nueva manera de vivir. Matt afirma que su visión de la vida se transformó por completo a raíz del diagnóstico.

Ahora, sus días están marcados por una mayor conexión con lo esencial y con su familia: “Paso más tiempo mirando las caras de mis hijos, llevándolos a un espectáculo o nadando en el mar”. A pesar de su mejoría, es consciente de la incertidumbre que aún rodea su estado de salud y admite: “Nunca voy a saber cómo será realmente mi futuro”.