Científico propone nueva ruta para llegar a Marte que sería tres veces menor al cálculo actual: ¿cómo es?

La distancia que separa a la Tierra de Marte es aproximadamente de 225 millones de kilómetros y esta medida es una barrera compleja de sobrepasar. A pesar de eso, la humanidad ha mirado a este planeta rojo como una promesa latente de convertirse en nuestro próximo hogar.
Según la NASA, un viaje seguro hasta allí debe tomar entre seis y nueve meses, debido principalmente a la elevada exposición a la radiación que sufriría la tripulación en trayectos más breves. No obstante, el físico Jack Kingdon ha puesto sobre la mesa una nueva propuesta que podría cambiar la narrativa.

Si una tripulación llegue a Marte, debe quedarse de 3 a 4 meses en el planeta antes de regresar. Foto:iStock
Kingdon sostiene que podemos alcanzar Marte en apenas 90 días utilizando tecnología que ya está al alcance, sin necesidad de esperar a desarrollos aún en fase experimental como los motores nucleares o los impulsores VASIMR.
Su investigación, publicada en la prestigiosa revista Scientific Reports, utiliza el conocido "problema de Lambert" para calcular trayectorias que permiten a una nave, como el Starship de SpaceX, cubrir la distancia en un plazo radicalmente más corto.
Esto incluye un factor crucial: un diseño logístico minucioso, en el que se tengan dos naves tripuladas y cuatro de carga que se repostarían en la órbita terrestre baja antes de iniciar la travesía.
Las naves tripuladas necesitarían 15 recargas, lo que implicaría 45 lanzamientos del Starship Superheavy para cumplir con los requisitos de la misión. Este despliegue logístico, aunque ambicioso, está dentro de lo que SpaceX podría alcanzar en semanas, si se cumple su objetivo de lograr mil lanzamientos anuales.
El plan incluye el uso de tecnologías de In situ resource utilization (ISRU), como reactores Sabatier y electrólisis de agua marciana para generar combustible en el propio planeta. Con 1.500 toneladas de propelente generado localmente, las naves estarían listas para emprender el regreso, culminando así un ciclo que, según Kingdon, puede realizarse sin los riesgos acumulativos que traen consigo los viajes prolongados.
Este acercamiento, de acuerdo con el experto, disminuye los riesgos físicos como la pérdida ósea o la posibilidad de desarrollar cáncer —riesgos que aumentan proporcionalmente con el tiempo en el espacio y que también reduce el impacto psicológico y logístico sobre la tripulación.

Los microrganismos se habrían ocultado bajo la corteza marciana ante las radiaciones solares. Foto:iStock
Si Kingdon tiene razón, el paradigma de los viajes a Marte podría experimentar un cambio radical, al hacer viable una misión rápida con tecnologías ya disponibles o en desarrollo inmediato
Aunque la opción de Kingdon podría cambiar por completo la concepción que se tiene sobre los viajes a Marte, han surgido críticas sobre algunos otros detalles.
Si se sigue el plan que tiene el científico, la viabilidad del viaje no depende de una hipotética mejora futura, sino de la optimización extrema de los medios actuales. Y una de las claves es aprovechar los momentos exactos en los que las órbitas de Marte y la Tierra permiten la máxima eficiencia de la trayectoria, una práctica ya conocida pero ahora empujada al límite.
Al respecto, la NASA ha considerado imprescindible el uso de nuevas formas de propulsión para acortar estos trayectos, como demuestra su interés en motores nucleares térmicos o eléctricos, opciones que aún se enfrentan a obstáculos regulatorios, de desarrollo y de implementación.
Según documentos internos de la agencia, los sistemas nucleares son considerados los únicos con el potencial de permitir viajes tripulados de corta duración.
También se ha debatido sobre la factibilidad del plan. A pesar de ello, no se deja de analizar esta propuesta que pone una nueva mirada en cómo el humano haría su primer gran salto interplanetario.
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