La mejor Sijena posible

El MNAC, Barcelona y Catalunya van a quedarse pronto fuera del foco del debate sobre los tesoros artísticos de Santa María de Sijena. De no mediar un giro argumental inesperado, los murales que ahora alberga el museo barcelonés se trasladarán hasta el monasterio en un plazo no muy lejano.
Se cerrará así un litigio que ha durado más de un cuarto de siglo. Al MNAC corresponderá entonces decidir si pasa página o si convierte la crisis vivida en una oportunidad para liderar el debate sobre las restituciones de piezas de museo, tal como sugeríamos la semana pasada. Pero lo que es evidente es que ya no dependerá de Catalunya que el monasterio aragonés logre o no la proyección que se merece.
Una confusión que derivó en polémica ha puesto esta semana de actualidad una pieza de Sijena que ni está en el monasterio ni, por ahora, se la espera. Sucedió cuando un perito aragonés sugirió que el retablo de La Natividad , ahora en el Prado, fue expoliado de Santa María en 1936 por el funcionario catalán Josep Gudiol, el mismo que rescató los frescos. Al parecer, el denunciante confundió una foto de 1936 con otra de 1923, donde aparecía la valiosa tabla del retablo del altar mayor.
Cuesta entender que no se plantee la devolución a Aragón del retablo del PradoLa pieza habría salido de Sijena poco antes de la declaración del monasterio como monumento nacional en 1923, por lo que, desde la óptica judicial, no habría caso (otra cosa es que demos por buenas las ventas de tapadillo que el clero local ha hecho a lo largo de la historia a toda clase de avispados compradores, desde historiadores hasta tahúres acreditados).
Pero lo más relevante que ha sucedido en los últimos días tal vez sea la respuesta del Gobierno aragonés a la pregunta de si, a la vista de la polémica, pediría La Natividad al Prado para restituirla a Sijena, ya que su literalidad (“la reclamaremos si se confirma que salió ilegalmente del cenobio”) parece indicar que no entra todavía en los planes del ejecutivo regional exigir la pieza.
Recordemos que la tabla llegó legalmente a la gran pinacoteca española después de que el ministerio de Cultura la adquiriera en subasta en el 2003. El museo la mantiene expuesta como parte del retablo mayor del Panteón Real del monasterio de Santa María de Sijena. No la considera una pieza menor.
La tabla de la Natividad, que se exhibe hoy en el Prado
EFE / Museo del pradoEl Gobierno de Aragón, que ha pleiteado con denuedo para recuperar las obras depositadas en Catalunya, está en su derecho, por criterios museísticos o por cálculo político, a renunciar a una de las joyas de la corona de Sijena, o a otra tabla similar que se exhibe en Toledo. Pero cuesta entender que lo haga después de haber invertido seis millones de euros en la puesta al día del monasterio, se entiende que para devolverle su esplendor original.
Que el Prado tenga la titularidad del retablo no resta legitimidad a una eventual reclamación para que el lugar de depósito de La Natividad sea Sijena. A Aragón le asisten todos los derechos éticos y culturales para reclamarla. Sería muy difícil argumentar una respuesta negativa. La propia pinacoteca ha adoptado en los últimos tiempos una valiente línea descentralizadora con su programa El Prado extendido , que ha levantado ampollas entre los sectores más rancios del nacionalismo madrileño.
Lee tambiénPara el museo, una indiscutible maravilla de la humanidad, la ausencia de la pieza sería poco relevante, mientras que el monasterio podría lucirla como la auténtica guinda del pastel, a la espera de recuperar otros objetos desaparecidos.
El propio presidente aragonés, Jorge Azcón, ha recordado recientemente un artículo de su Estatuto, el 22, que obliga a los poderes públicos a “desarrollar las actuaciones necesarias para hacer realidad el regreso a Aragón de todos los bienes integrantes de su patrimonio cultural, histórico y artístico que se encuentran fuera de su territorio”.
Para acabar: recuperar la mejor Sijena posible es un objetivo que deberían compartir incluso los catalanes que han admirado de buena fe las pinturas durante estos años, que no son, por cierto, todos los que se han rasgado las vestiduras con la inminencia de su partida.
El ejemplo portugués“Hay más país más allá de Lisboa y en un momento de proyección nacional y de la actividad turística, es natural que reforcemos la capacidad creativa y la escena artística de Oporto”. Así justificaba en 2018 el entonces primer ministro de Portugal, António Costa, la asignación a la fundación Serralves de Oporto de una colección de cuadros de Joan Miró procedentes del rescate de un banco. En Portugal, en España y en cualquier país civilizado, la función de los gobiernos también es redistribuir la riqueza cultural.
La levedad del patrimonioEl incendio de la Mezquita de Córdoba destapó de entrada miserables brotes de islamofobia resguardados por el anonimato de las redes sociales más abyectas. Y, después, la alarma por la fragilidad de un patrimonio tan expuesto a un simple cortocircuito y a las excepcionales temperaturas de nuestros días. Ojalá el mismo esfuerzo que se hace para aprovechar los usos militares o aleccionadores de la tecnología se dedicara a usar esos mismos avances en la protección de monumentos tan excepcionales.

El conjunto de toros de piedra de origen prerromano
ARCHIVOUna de las razones por las que un desvarío como el proyecto de Vox y de la Academia Española de Tauromaquia de levantar la escultura de un toro de 300 metros ha tenido repercusión internacional es que, en la era Trump II, todo parece posible. Nada puede descartarse. Pero, si no llega a hacerse, vale la pena recordar que la figura del toro está espléndidamente representada en un paraje abulense no del todo valorado: son los toros de Guisando, esculpidos en granito entre los siglos IV y I antes de Cristo.
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