Greil Marcus vino a Buenos Aires a festejar su cumpleaños número 80 y (casi) nadie se enteró

El 19 de junio el crítico y ensayista Greil Marcus cumplió 80 años. Pudo haber estado mirando el cielo de San Francisco pero la verdad fue que contempló, bastante, el curso del Río de La Plata. El afamado autor de Rastros de carmín (1987), y referencia del periodismo musical, decidió festejar su cumpleaños en Buenos Aires y nadie se enteró.
Grail Marcus escritor y teórico de rock en 2017. Foto: Martín Bonetto.
En su visita anterior en 2017, había dicho que sentía que la ciudad porteña es una mezcla entre Chicago y Barcelona y que, por eso, lo hace sentir más bien cómodo. Sin ir más lejos, por estos días agarró por cuarta vez Rayuela de Julio Cortázar y, mientras reflexionó sobre el mood de ese texto ficcional, dijo que lamenta no haberlo conocido. Clarín fue uno de los dos medios a quien Marcus concedió la nota más larga de sus tres visitas al país. Del blues al hip hop, de la peor tragedia racial en su país a los movimientos anti-ciencia, del rol del periodismo especializado a los grandes movimientos sociales del siglo XXI.
Mientras Greil Marcus ejemplificó el rol de la crítica musical en 2025 con un show de Prince en París (1988), movió lentamente sus manos. Son pesadas y gruesas, no parecen las de un escritor. Clavó la vista en sus dos interlocutores a través del filtro del mismo formato de gafas chiquitas y redondas que usa desde finales de los años sesenta. Época en la que ya escribía para Rolling Stone.
Cada pregunta que aceptó responder se volvió un ensayo de manera inmediata. Marcus, además, siempre tiene un ejemplo extraordinario. Con el de Prince para hablar de crítica musical, además, aprovechó para chicanear por snobs a los antiguos críticos de Inrockuptibles. Esa publicación que, durante varias décadas, compitió con las grandes revistas de periodismo musical. No lo explicitó pero su gesto gastado y pícaro lo demostró.
Uno de los pocos invitados a esta reunión secreta era el ensayista e historiador Sergio Pujol. Por la inmediatez no pudo asistir pero, en contacto con Clarín, reconoce la importancia del crítico en el país. En efecto, Pujol es una especie de Greil Marcus para las nuevas generaciones de periodismo musical en la Argentina. No sólo por su expertise en música popular y política, sino porque también es biógrafo de grandes artistas de acá como Atahualpa Yupanqui, Gato Barbieri y Oscar Alemán.
Marcus escribió libros sobre Bob Dylan, Van Morrison, Elvis Presley (entre otros) y siempre los introdujo en un contexto político y social. Por eso, cuando habla de hip hop, además de no sentirse un experto en la materia, explica cuestiones que tienen que ver con la política nacional en el siglo XXI en Estados Unidos. Las gestiones de Donald Trump sobre todo. Dice que le cuesta asumir el perfil millonario de las grandes figuras del rap (menciona a Kanye West, Jay-Z, Snoop Dog y Beyoncé) y luego se refierió al esfuerzo de la derecha por militar el individualismo. Esas dos llaves, a la hora de hablar de la cultura del rap están íntimamente relacionadas y Marcus las pega en su discurso de manera más que consiente.
Grail Marcus escritor y teórico de rock en 2017. Foto: Martín Bonetto.
Cuando se refirió al rol de la crítica especializada se esforzó por remarcar una fina metodología: “La crítica tiene que tener diferentes voces y tratar de comunicar que hay obras –o canciones– que funcionan y otras que no tanto. Hay que detectar la honestidad en el arte. La tarea de un crítico es decir lo que uno piensa y conseguir con eso cierta honestidad intelectual”.
Hay que detectar la honestidad en el arte. La tarea de un crítico es decir lo que uno piensa y conseguir con eso cierta honestidad intelectual.
Marcus no sólo tiene ejemplos propios muy finos. También cita, para este tema, a un crítico actual que escribió sobre Kendrick Lamar. Más específicamente cita un ensayo sobre cómo el rapero más importante del momento dice “Alright” y lo que significa en su mundo simbólico. “Cuando leí ese ensayo de Hanif Abdurraqib entendí un poco más el mundo de Lamar”, explicó Marcus mientras se acomodaba en uno de los hermosos sillones del hotel Legado mítico.
El ejemplo, basado en su propia y extensa experiencia, que más impacto tuvo en la charla fue el que desarrolló en base a "La masacre racial de Tusla" (1921). Resulta que a partir de una invitación, vinculada a Bob Dylan y su archivo, Marcus descubrió que no había ningún blues dedicado a ese hecho. Género que, básicamente, se dedica a reflexionar sobre la explotación de la clase obrera americana.
Contó, entonces, que preparó un instrumental de blues para dar esa charla y desenlazar su ponencia en esa masacre. Bastante esquiva para la población blanca del lugar. Es decir, usó de excusa a Dylan, al blues y a su charla para que el tema tome mayor relevancia en su población. Luego de unos años, y gracias a esa ponencia, el material escrito y visual de ese hecho trascendental para Estadios Unidos brotó entre sus colegas. Hasta se pudo registrar a los dos últimos sobrevivientes del hecho.
Esa historia fue una especie de prólogo extendido para que Marcus explique porqué estuvo en Buenos Aires durante su cumpleaños número 80. Y es que su hija, Cecily, continúa con sus estudios académicos con base en América Latina y con real interés en los archivos de la Argentina.
Este también fue el motivo de sus dos visitas anteriores de Greil. La diferencia en este caso fue que él mismo estuvo investigando en el CeDInCI, el Centro de Investigación de la Cultura de Izquierdas. Marcus describió cada instancia del lugar asombrado. Elevó sus pesadas manos y abrió un poco más sus pequeños ojos encendidos. “Visitar este archivo ayer, y que el director nos hablara sobre él durante un par de horas, fue realmente emocionante, ver a alguien que dedicó su vida a esto, y lo significativo que aún le parecía, ver cómo su compromiso y su entusiasmo nunca decayeron fue fantástico”.
En épocas de hiper-información es menester que las especialidades filtren y recomienden. Para que eso consiga un respaldo no sólo alcanza con comunicarlo sino encontrar una forma única de hacerlo. Modo y contenido son oxígeno para una época deforme y descontrolada.
Greil Marcus. Archivo Clarín.
“Con los años descubrí, y me ha sorprendido, que a muchos músicos les importa lo que la gente inteligente dice de ellos. No solo lo que dice todo el mundo, sino gente con un punto de vista definido que se ha esforzado por comprenderlo y con cómo aplicarlo”, dijo Greil Marcus antes de salir para el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Para que haya clásicos, tiene que haber apreciación. El autor de El basurero de la historia (1995) estuvo entre nosotros y se lo puede seguir leyendo sobre Kendrick Lamar y Donald Trump, sólo hay que saber direccionar la atención en el monitor.
Clarin