Colombianas migrantes en Europa cuentan su historia en un libro: así es el lado oculto de adaptarse al exterior

Desde la historia de una mujer que sobrevivió a un secuestro y se convirtió en la primera colombiana en ser sacerdotisa anglicana en el Reino Unido (Ana Victoria Bastidas) hasta la de una cantante cartagenera que fusiona ritmos afrocolombianos con pop y rock, ganadora del premio a mejor vocalista en los Latin UK Awards (Angélica López), Memorias poéticas de la diáspora colombiana es un testimonio colectivo de más de una decena de mujeres que han migrado, resistido y reconstruido sus vidas en el exterior.
Bajo la curaduría de la periodista y fotógrafa María Victoria Cristancho –también directora externa (trustee) de la organización Mujer Diáspora–, esta obra reúne poemas, relatos y fotografías nacidos de encuentros en los que las participantes transformaron sus experiencias en expresiones artísticas y sanadoras.

Esta es la portada de ‘Memorias poéticas de la diáspora colombiana’. Foto:Mujer Diáspora
“Emigrar había sido una decisión nacida del desespero, un salto al vacío por un futuro que prometía lo que mi país me negaba”, escribe Vicky, como prefiere ser llamada Ana Victoria. El idioma, el desarraigo y el miedo marcaron su llegada a Londres.
Pero en compañía de otras mujeres migrantes encontró refugio en la fe y la comunidad. Algunas de ellas, diez años después, dicen: “Me siento más fuerte que nunca”, como señala Amparo Restrepo, líder sindicalista refugiada en el Reino Unido tras sobrevivir al exilio y la persecución.
El libro es un tejido de memorias vivas: mujeres que dejaron a sus hijos, que enfrentaron violencia y precariedad, pero que han construido redes de apoyo.
La primera edición, lanzada en 2019, fue también un reconocimiento íntimo: al entregar ese ejemplar a su padre, María Victoria Cristancho comprendió que su propia historia también era parte de esa diáspora. Ahora cuenta en entrevista con EL TIEMPO los detalles de la segunda edición, que se publica en el décimo aniversario de Mujer Diáspora y fue lanzada el Día de las Víctimas. El libro busca honrar las experiencias de las comunidades desplazadas.

María Victoria Cristancho en la presentación del libro el Día de las Víctimas (9 de abril). Foto:Mujer Diáspora
Emigrar había sido una decisión nacida del desespero, un salto al vacío por un futuro que prometía lo que mi país me negaba.
Lo hicimos con la metodología de memoria activa, que fue creada por la fundadora de Mujer Diáspora, Helga Flamtermesky. No solo consiste en recoger los testimonios, sino en traerlos al presente. Entonces, seleccioné a un grupo de mujeres y les pedí una pequeña biografía. Las relatamos en primera persona y también seleccionamos los textos que se han hecho en los encuentros.
Hay cuatro casos específicos de segunda generación: dos chicas y dos chicos hijos de colombianas que narran cómo han negociado su relación con la migración y con Colombia, muchos sin haber vivido nunca allá. Fue un trabajo hecho con amor. No esperen encontrar literatura pura, lo que van a encontrar aquí es amor puro.
Como mujer parte de la diáspora y cuyo relato está en el libro, ¿cuál es su historia?Mi papá era sindicalista petrolero en Colombia. A finales de los 70 se metió en una huelga. Duró seis meses. Durante ese tiempo la empresa empezó a llamar a los trabajadores uno por uno hasta romper el paro, pero mi papá y otro compañero no aceptaron. Luego le llegó una carta advirtiéndole que sabían dónde vivía la familia... Ese año lo ayudaron a salir del país. Se fue para Venezuela, pero regresó, creyendo que todo estaba tranquilo, pero no. Así que tuvimos que irnos.

Celebración del Día de las Velitas en Londres por el grupo Mujer Diáspora. Foto:María Victoria Cristancho
Mi hermana y yo, gemelas, teníamos siete años. Y nos fuimos felices, pero después entendimos que ese viaje era una huida. Pasamos de tener todo a nada. Ser colombiana en Venezuela fue durísimo. La xenofobia la vivimos desde niñas. Estuve en Venezuela hasta el 2001, luego me fui a Londres por primera vez. Ahora, cuando me preguntan si soy colombiana o venezolana, o cuando me dicen que no sé sobre mi país, me duele.
¿Cómo entiende esa colombianidad ahora?En mi casa no se hablaba de Colombia. Yo nunca aprendí a cocinar comida colombiana, ni siquiera sabía identificarla. Para mí era solo comida. Mi mamá hacía fríjoles con patas... Y fue años después, en Colombia, cuando supe que eso era típico colombiano. La música que sonaba en mi casa era la de Pastor López, salsa, música de diciembre. Pero no sabíamos que era colombiana. Simplemente era “la música de casa”.
Entonces, esa colombianidad me fue negada. Y luego vi que muchas mujeres en Londres han pasado lo mismo.

Reunión del colectivo Mujer Diáspora en Londres. Foto:María Victoria Cristancho
El trabajo con mujeres lo venía haciendo desde hace rato. Estuve cinco años en África occidental como corresponsal. En Nigeria, conocí un grupo de mujeres hispanohablantes, éramos como 25, y se creó un grupo llamado el Grupo Iberoamericano de Mujeres.
¿Qué descubrió con esa experiencia?Encontré historias increíbles. Muchas de ellas habían dejado sus profesiones al migrar. Una chica mexicana, por ejemplo, había hecho teatro, y logramos montar una obra. Mi meta era que las mujeres pudieran reconectarse con lo que habían sido. Luego de un tiempo me convertí en la documentalista de Diáspora en Londres. De ahí surgió la idea de poner todo eso que hace Diáspora en un libro. Me he convertido en promotora de que esas historias no se pierdan, de que el silencio no siga ganando.

Con teatro, poesía y otras actividades exteriorizan sus experiencias. Foto:María victoria cristancho
En el tema migratorio, las mujeres son las más afectadas por muchas razones. Primero, en países como este (Reino Unido), la barrera idiomática es inmensa. Segundo, muchas veces viajan solas, dejan a los hijos atrás, con la familia... y eso genera esa dicotomía del abandono. En otros casos no logran escalar posiciones ni mejorar mucho su situación socioeconómica porque se dedican solo a trabajar.
¿Qué otra problemática se visibiliza?Aquí también hay problemas con mujeres que se han casado con ingleses... y han vivido violencia. Hay al menos dos casos que yo he seguido de colombianas a las que sus parejas las golpeaban. Y es que muchas vienen con visa ‘de pareja’, entonces quedan sometidas porque su estatus migratorio depende del esposo.
¿Han pensado traer el libro a Colombia?En junio iré a Colombia y quisiera hacer la presentación del libro. Todo ha sido autogestionado con el apoyo de organizaciones como Conciliation Resources, que nos ha apoyado en procesos de memoria e incidencia. Pero el libro lo hicimos nosotras desde la raíz.
Paula Valentina Rodríguez
Redacción EL TIEMPO Impreso
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