La nueva fiebre de Silicon Valley tiene que ver con bebés prodigiosos: nace la industria de test genéticos para cribar embriones

En Silicon Valley, la nueva fiebre ya no es por la próxima gran startup, sino por la búsqueda de bebés prodigios con un elevado coeficiente intelectual. Startups genéticas prometen seleccionar embriones con más potencial cognitivo, padres tech de alto poder adquisitivo pagan hasta 50.000 dólares por estos servicios y las clínicas de fertilidad se han convertido en el nuevo laboratorio de la innovación.
Tsvi Benson-Tilsen es matemático y dedicó siete años a investigar cómo evitar que una inteligencia artificial avanzada acabara con la humanidad… hasta que llegó a la conclusión de que, al menos por ahora, es imposible. Lejos de rendirse, ha puesto su brillantez al servicio de otra misión: impulsar tecnologías punteras para crear humanos más inteligentes, capaces de salvarnos a todos. "Mi intuición es que es una de nuestras mejores esperanzas", afirma el cofundador del Berkeley Genomics Project, una organización sin ánimo de lucro que impulsa este campo. No es ciencia ficción, sino Silicon Valley, donde la carrera por criar bebés más inteligentes está en plena ebullición.
Los futuros padres en Silicon Valley llegan a pagar hasta 50.000 dólares por nuevos servicios de pruebas genéticas que prometen evaluar embriones en función de su coeficiente intelectual, publica The Wall Street Journal. Futuristas tecnológicos como Elon Musk animan a que las personas con gran capacidad intelectual tengan más hijos, mientras que agencias de búsqueda de pareja de alto nivel ponen en contacto a ejecutivos del sector con parejas brillantes, en parte para tener descendencia igualmente brillante. "Ahora mismo tengo uno, dos, tres directores generales del sector tecnológico, y todos prefieren gente de la Ivy League", afirma Jennifer Donnelly, una casamentera de élite que cobra hasta 500.000 dólares.
La Ivy League es un término que puede pasar desapercibido. Originalmente, en los años 50, el término nació como una liga deportiva universitaria, que incluía las principales universidades de EEUU, pero evolucionó como sinónimo de élite académica y social. En el artículo, cuando dicen que los directivos tech prefieren gente de la Ivy League, significa que buscan parejas que hayan estudiado en estas universidades, porque las asocian con inteligencia, éxito profesional y estatus.
Optimización genéticaEsta nueva fascinación de Silicon Valley por lo que algunos llaman "optimización genética" refleja las creencias más profundas de Silicon Valley sobre el mérito y el éxito.
"Creo que tienen la percepción de que son inteligentes, que han tenido éxito, y que están donde están porque tienen 'buenos genes'", explica Sasha Gusev, genetista estadístico de la Escuela de Medicina de Harvard. "Y ahora piensan que pueden aplicar lo mismo a sus hijos", dice. Este creciente "fetichismo" por el cociente intelectual ha encendido el debate y ha alertado al mundo científico si son éticos los nuevos servicios de cribado genético. "¿Es justo? Es algo que preocupa a mucha gente", afirma Hank Greely, director del Center for Law and the Biosciences en la Universidad de Stanford. "Es un gran argumento para una novela de ciencia ficción: los ricos crean una supercasta genética que se impone sobre todos los demás, que quedamos como proletarios".
Sin embargo, en Silicon Valley, donde algunas guarderías de élite requieren pruebas de cociente intelectual para los niños, muchos padres no se sienten abrumados por dilemas morales al usar tecnología para discriminar embriones. "En Silicon Valley, adoran el índice de cociente intelectual y existe todo un ecosistema de personas con un patrimonio neto altísimo, que quieren utilizarlo como criterio a la hora de seleccionar el embrión", explica Stephen Hsu, cofundador de Genomic Prediction, una de las primeras empresas en ofrecer pruebas genéticas de embriones.

Las startups Nucleus Genomics y Herasight han empezado a ofrecer públicamente predicciones de cociente intelectual, basadas en pruebas genéticas, para ayudar a elegir qué embriones utilizar en la fecundación in vitro. Los precios van desde unos 6.000 dólares en Nucleus hasta 50.000 en Herasight. "No necesariamente es lo que más valoran los padres en otras partes. Hablas con padres en el resto de EEUU y… no todos quieren que su hijo sea un académico en Harvard. Algunos prefieren que sea como LeBron James" dice Hsu.
Entre quienes han recurrido a estas pruebas están Simone y Malcolm Collins, líderes del incipiente movimiento pronatalista, que promueve tener muchos hijos. Ambos trabajaron en tecnología y capital riesgo, y ya tienen cuatro hijos por fecundación in vitro. Usaron Herasight para analizar algunos de sus embriones. Simone Collins cuenta que eligieron el embrión con el que está embarazada por su bajo riesgo genético de cáncer, pero también estaban satisfechos porque figuraba "en el percentil 99 según su puntuación poligénica en probabilidad de tener una inteligencia excepcionalmente alta". "Nos pareció lo más increíble", comentó.
Si tuviéramos puntuaciones poligénicas para cosas como la perseverancia, la curiosidad o la ambición, nos interesarían mucho más
Planean llamarlo Tex Demeisen. El segundo nombre procede de la novela de ciencia ficción Surface Detail, de Iain M. Banks, en referencia al avatar de una nave de guerra conocida como Falling Outside the Normal Moral Constraints. Collins reconoce que la inteligencia alta está asociada a muchos beneficios, como mayores ingresos, pero afirma que desearía que existieran pruebas genéticas para detectar la ambición. "El 'quiero' importa mucho más que el 'puedo'", dice uno de los progenitores. "Si tuviéramos puntuaciones poligénicas para cosas como la perseverancia, la curiosidad o la ambición, nos interesarían mucho más".
Pocas parejas se someten a la costosa y complicada fecundación in vitro sin necesidad médica. Pero una pareja de ingenieros de software lo hizo voluntariamente. Querían reducir riesgos de enfermedades familiares como el Alzheimer o el cáncer, y también se interesaron por las predicciones de conciente intelectual con la esperanza de que sus hijos pudieran resolver grandes problemas globales y disfrutar de una vida intelectual plena. Se describen como "típicos en gente informática" que disfruta con la ciencia ficción, los rompecabezas lógicos y las discusiones amistosas.
Cuando recibieron los resultados de Herasight, crearon una hoja de cálculo compartida y puntuaron la importancia de cada rasgo. "¿Qué porcentaje extra de riesgo de Alzheimer compensa una reducción del 1% en el riesgo de trastorno bipolar?", se preguntaron con los cálculos de un excel. Tras intensas discusiones y cálculos complejos, elaboraron un ranking para cada embrión. El embrión con mayor puntuación total, y con el tercer cociente más alto, fue el que se convirtió en su hija.
"¿Qué tan fiables son las predicciones de CI mediante pruebas genéticas? No demasiado", responde Shai Carmi, profesor asociado en la Universidad Hebrea de Jerusalén, pionero en los modelos usados para este fin. Carmi señala que los investigadores han encontrado cierta correlación entre la capacidad cognitiva y el efecto acumulativo de miles de variantes genéticas, pero los modelos actuales explican solo entre un 5% y un 10% de las diferencias de capacidad cognitiva entre personas. Si los padres clasifican sus embriones por cienciente intelectual previsto, podrían obtener entre tres y cuatro puntos adicionales en promedio respecto a elegir al azar. "No va a convertir a tu hijo en un prodigio", asegura.

Otros expertos advierten de consecuencias no deseadas: seleccionar por alto cociente intelectual podría aumentar a la vez el riesgo de trastornos como el espectro autista. También hay vías más tradicionales y milenarias para buscar hijos más inteligentes: educación o tener descendencia con una persona inteligente. "Probablemente sea más divertido", bromea Paula Amato, médica de fertilidad en la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón.
El motivo más peculiar para querer bebés más inteligentes surge de un grupo de científicos informáticos de Berkeley, conocidos como racionalistas, que temen que la IA suponga un riesgo existencial para la humanidad. "Creen que una forma de lograr una IA segura es que haya humanos más inteligentes construyéndola", explica Hsu, cofundador de Genomic Prediction. "Algunos están comprometidos con un programa eugenésico a largo plazo para crear humanos más inteligentes, que sean los que logren que la IA sea segura".
eleconomista