Hacer fuego y hablar con máquinas: lo que los niños realmente necesitan aprender hoy

Fabian Westerheide es socio fundador de AI.FUND, inversor de capital riesgo especializado en IA, y lleva invirtiendo de forma privada en empresas de IA a través de Asgard Capital desde 2014. Westerheide ofrece asesoramiento estratégico a instituciones públicas y privadas en el ámbito de la IA y organiza la conferencia anual sobre IA "Rise of AI" en Berlín. Escribe regularmente sobre IA para Gründerszene. ¿Qué puede hacer, cuáles son sus límites o, en esta ocasión, qué necesitamos realmente nosotros, o mejor aún, nuestros hijos, para un mundo lleno de IA en el futuro? En este artículo, describe por qué, aunque no deja que su hijo pequeño use un iPad, lee con él un libro titulado "Programación para bebés".
Como padre, mi perspectiva sobre la tecnología está cambiando. Si bien antes mi smartphone era mi compañero constante, ahora es una decisión consciente, especialmente cuando nuestro hijo está con nosotros. En mi opinión, esta transformación personal refleja un debate social que está cobrando fuerza: ¿Cómo preparamos a la próxima generación para un mundo impulsado por la IA sin exponerla a los peligros del uso excesivo de teléfonos inteligentes ?
Desde que nació nuestro hijo, he estado practicando algo que llamo "conciencia digital": guardo mi teléfono inteligente, ya sea en el parque, en el jardín o mientras juego. Lo que al principio parecía un sacrificio, con el tiempo se ha convertido en una ganancia. Los niños nos devuelven al presente. En lugar de centrarme en la política global, me aseguro de que mis hijos no coman insectos.
Al mismo tiempo, la tecnología está presente en nuestro hogar, pero con cuidado. Alexa reproduce música o responde preguntas sencillas. Nuestra aspiradora robot es lo mejor para nuestro hijo: la enciende solo, la sigue por la habitación y se comunica con ella, aunque todavía no habla.
No se trata de convertir a nuestros hijos en programadores, sino de prepararlos para un mundo donde las máquinas no sean la excepción, sino la norma.
Para él, la tecnología no es una pantalla, sino un compañero de piso. Su robot de juguete a control remoto, parecido a Wall-E, le resulta más emocionante que cualquier dibujo animado. También hemos observado esto: cada vez que veíamos una película, el control remoto era más interesante que la película misma. Es la interacción con el dispositivo, no el contenido, lo que lo cautiva. Quiere crear intuitivamente, no consumir.
En general, nos atrae mucho el aire libre. El jardín, el bosque y la naturaleza. Nuestro hijo quiere moverse, explorar, cavar y mantener el equilibrio allí. Nunca nos ha pedido un iPad. Pero tampoco se lo hemos ofrecido. Y funciona sorprendentemente bien.
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Estas experiencias han cambiado radicalmente mi perspectiva sobre la crianza y la educación. Mi lema personal para nuestro hijo es:
Debe ser capaz de hacer fuego y hablar con las máquinas.
Todo lo demás lo decidirá él mismo.
Practicamos uno junto a la chimenea. El otro con un libro llamado "Programación para Bebés". Aunque parezca lúdico, tiene un fundamento serio: comprender conceptos lógicos simples como AND y OR se está convirtiendo cada vez más en una habilidad básica, como lo fueron leer y escribir. No se trata de convertir a nuestros hijos en programadores, sino de prepararlos para un mundo donde las máquinas no son la excepción, sino la norma.
Y esta normalidad no empieza en la vida profesional. Empieza en el patio de la escuela.
A nivel internacional, existe una creciente conciencia de que los niños necesitan espacios seguros en la escuela. Francia prohibió los teléfonos inteligentes para niños de 3 a 15 años en 2018. El resultado: los estudiantes vuelven a correr, jugar a las cartas, charlar: el espacio social está regresando.
En los Países Bajos, tras un año de prohibición del uso de teléfonos móviles, el apoyo del profesorado aumentó significativamente. Alemania también está avanzando: Sajonia introdujo la prohibición del uso de teléfonos móviles en las escuelas primarias en 2025, y otros estados federados están siguiendo el ejemplo. Un análisis de la Universidad de Augsburgo muestra que el bienestar social está aumentando y las distracciones en el aula están disminuyendo, aunque los efectos en el rendimiento académico siguen siendo moderados.
Al mismo tiempo, otro tema cobra cada vez mayor urgencia: la inteligencia artificial. Mientras hablamos de TikTok en el patio de la escuela, muchos planes de estudio carecen de cualquier tipo de discusión sobre la IA. El 63 % de los estudiantes alemanes afirma: «No aprendemos lo suficiente sobre ella». El 69 % considera que las habilidades en IA son importantes para su futuro profesional.
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A partir del curso escolar 2025/26, Baden-Württemberg planea hacer obligatoria la IA en la nueva asignatura «Informática y Educación en Medios». Es un comienzo, pero necesitamos más. No necesitamos la pedagogía digital como un complemento, sino como una piedra angular de la educación moderna.
Porque nuestros hijos crecen en un mundo donde se encontrarán con máquinas: en casa, en el aula y, más adelante, en sus trabajos. La pregunta crucial no es si usarán la IA , sino cómo . Si simplemente la usarán o la comprenderán.
Aquí es donde entramos nosotros como padres. Los estudios demuestran que el 78 % de los padres se consideran buenos ejemplos a seguir en cuanto al uso de los medios. Al mismo tiempo, los niños de la mitad de estos hogares usan sus teléfonos inteligentes mucho más tiempo del acordado. La discrepancia es evidente. Los niños aprenden observando. Si navegamos en el patio en lugar de escuchar, ninguna regla sobre el tiempo de pantalla servirá .
Pero no todos los padres tienen la conciencia o los recursos para asumir esta responsabilidad. Y aquí es donde interviene el Estado. Cuando la responsabilidad individual falla, se necesitan normas claras, como en el caso de la nutrición, la salud o el transporte. Se necesitan medidas que protejan y programas que empoderen.
Entonces ¿qué hacer?
1. Protección.
La prohibición de teléfonos móviles en las escuelas, al menos hasta décimo grado, tiene sentido. No como una medida hostil a la tecnología, sino como un espacio seguro temporal para el desarrollo social y la concentración. No se escalona por edad, sino por curso.
2. Competencia.
La alfabetización en IA, medios y datos debe convertirse en una parte obligatoria del currículo: práctica, adaptada a la edad y regular. Para lograrlo, necesitamos docentes con formación digital y currículos que se adapten a la realidad.
3. Empoderar a los padres.
Iniciativas como "Juntos en línea: Buscar. Encontrar. Comprender" demuestran cómo las familias pueden desarrollar habilidades digitales juntas. Estos programas deben promoverse sistemáticamente y hacerse ampliamente accesibles.
El futuro pertenece a quienes pueden encender fuego y comunicarse con las máquinas. Nuestra tarea es prepararlos para ambas cosas, sin miedo a la tecnología, pero con una brújula clara. La próxima generación no necesita menos tecnología, sino un uso más responsable de ella. Y eso empieza por nosotros: en la sala, en el jardín, en el patio.
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businessinsider