La crisis del arte y los artistas: La ética se pone a prueba en Gaza con MUBI

MUBİ fue una plataforma que adoptamos con orgullo. Originaria de Turquía y una ventana global al cine independiente, esta plataforma se había ganado una merecida reputación por su selección curatorial y sus contribuciones a la cultura cinematográfica. "Miren, nosotros también tenemos una visión cinematográfica cuidadosamente seleccionada que se abre al mundo", presumíamos.
Pero todo cambió en junio de 2025. La inversión de 100 millones de dólares de MUBI, proveniente del fondo de inversión Sequoia Capital, con sede en Silicon Valley, no fue solo una maniobra financiera; fue una profunda violación de la moral. Bajo este acuerdo, presentado superficialmente como una "oportunidad de crecimiento", se escondía una oscuridad directamente relacionada con la tragedia humana que aún persiste en Palestina. La cartera de Sequoia incluía empresas que desarrollaban sistemas de puntería basados en IA para el ejército israelí y que producían tecnologías de drones utilizadas en las masacres de Gaza . Toda tecnología se transformó en una máquina de matar, destruyendo la vida de un niño, una madre, una familia.
COOPERACIÓN ACTIVA CON LOS FINANCIADORES DE LA MASACRELas reacciones no se hicieron esperar. Cineastas e instituciones artísticas de todo el mundo decidieron romper su vínculo con MUBI; directores de renombre mundial como Aki Kaurismäki, Joshua Oppenheimer y Nina Menkes; Pelin Esmer, Onur Saylak, Cem Yiğit Üzümoğlu y decenas de otros artistas de Turquía; y el Festival de Cine de Valdivia de Chile decidió no proyectar ninguna película de MUBI. Instituciones importantes como el CCA de Glasgow, la Cineteca Nacional de Ciudad de México y la Cinemateca de Bogotá se retiraron de la programación del MUBI Fest. La Asociación de Directores de Cine de Turquía exigió el fin de la colaboración, declarando: «Nuestro arte no puede estar a merced de estos mercaderes de la muerte».
La historia del arte siempre se ha forjado a la sombra de los gobiernos. La fortuna ensangrentada de los Medici financió el Renacimiento, y el imperio petrolero de los Rockefeller sentó las bases de los museos modernos. Pero hoy, existe una diferencia sin precedentes: las masacres se retransmiten en directo. Las muertes se transmiten instantáneamente a todo el mundo. La última mirada de un niño bajo los escombros, el llanto de una madre, se convierten en una carga para la conciencia de toda la humanidad. En una época como esta, en un momento como este, estrechar la mano de forma tan abierta e incondicional a quienes financian las masacres no es solo una repetición de la historia; es un acto de colaboración activa.
EL PODER DEL ARTE PROVIENE DE SU POSTURA MORALLa cuestión aquí no es simplemente "de quién se está robando el dinero", sino más bien rendir cuentas por los cuerpos por cuyas venas fluye ese dinero. El verdadero poder del arte reside precisamente en la postura moral que adopta en estos momentos. Si una plataforma somete su conciencia al capital, por mucho contenido de calidad que ofrezca, ya ha perdido su alma. Esta decisión de MUBI la ha transformado de una plataforma artística a un mero "distribuidor de contenido". Porque el verdadero arte nunca puede existir a la sombra del comercio de la muerte.
Esta rebelión no se limita a una plataforma de streaming; es una postura contra la mercantilización del arte en manos del capital. Nuestro deber es compartir esta postura consciente. A menos que MUBI rompa sus vínculos con Sequoia, sanee las relaciones poco éticas dentro de su gestión y adopte una política de inversión transparente, debemos dejar de apoyar a esta plataforma.
Como crítico de cine independiente y académico, sin pertenecer a ninguna organización ni asociación profesional, protesto contra MUBI. Hago un llamamiento a todo el público, artistas y profesionales del cine para que expresen su oposición por todos los medios, desde las redes sociales hasta los festivales, desde la prensa hasta las proyecciones especiales. El boicot no es solo una protesta; es la determinación de evitar que la industria cultural caiga en manos de dinero negro y de defender la libertad de conciencia y el arte.
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NO QUEREMOS SER PARTE DEL GENOCIDIOActores, asociaciones cinematográficas y cineastas de Turquía emitieron una carta condenando a MUBI. La carta, que contaba con 390 firmas, exigía que MUBI terminara su relación con Sequoia Capital. La carta decía: «Como trabajadores y actores de la producción de cine y televisión en Turquía, no aceptamos que MUBI, a la que hemos apoyado desde su fundación y cuya existencia consideramos crucial para el cine independiente, comparta la visibilidad que ha obtenido gracias a nuestras películas con una empresa que financia el genocidio y la guerra en Gaza. La firma estadounidense de capital privado Sequoia Capital también invirtió en la startup de tecnología de defensa Kela, fundada por miembros de la inteligencia militar israelí y exejecutivos de Palantir. El hecho de que Kela desarrollara un sistema de software bélico que integra inteligencia artificial en Israel convierte a MUBI en un componente de esta complicidad. Nosotros, los trabajadores del cine, no queremos involucrarnos indirectamente en esta cadena económica que contribuye al genocidio en curso en Gaza».
BirGün