¿Por qué cambiamos nuestra voz cuando hablamos otro idioma?

Si hablas más de un idioma, probablemente habrás notado que tu voz no suena igual.
Personalmente, encuentro que mi tono es más fino en inglés, más sutil y mesurado en francés, y más animado y rápido en español, como si cada idioma revelara una faceta diferente de mi personalidad.
Según la lingüística, esta percepción no es sólo subjetiva: nuestros cuerpos, cerebros e incluso identidades se adaptan al “rol” que cada lengua demanda.
"Es como el trabajo de un actor: incorporamos características de la comunidad hablante y construimos 'otro yo' en esa lengua. Somos nosotros mismos, pero diferentes", explica Ana Paula Petriu Ferreira, profesora de la Universidad Tecnológica Federal de Paraná, quien investigó durante su doctorado precisamente por qué cambiamos nuestras voces y si esta percepción es real.
En lingüística, explica, estas percepciones son construcciones culturales. «El alemán, por ejemplo, tiene sonidos que se producen en la parte posterior del tracto vocal, lo que transmite una sensación de aspereza. El francés, en cambio, es más frontal y tiene vocales redondeadas, de ahí el famoso puchero».
Cómo se producen los sonidos en diferentes idiomasLa forma en que sonamos en cada idioma —y cómo los demás perciben nuestra voz— es resultado de varios factores.
En primer lugar, conviene recordar cómo se forma la voz: las cuerdas vocales generan el sonido, que se amplifica en el tracto vocal, se articula y se transforma en el habla que escuchamos.
“Todo esto está controlado por el sistema nervioso central e influenciado por aspectos emocionales: si estamos excitados, nerviosos, ansiosos o tristes, nuestra voz cambia”, explica Renata Azevedo, fonoaudióloga y profesora de la Universidad Federal de São Paulo.
Señala que también tienen gran peso los factores educativos, regionales y culturales.
Cada idioma tiene sonidos específicos: en inglés, por ejemplo, hay fonemas que no existen en portugués y viceversa. Un angloparlante puede tener dificultades con el sonido «ão» y transformarlo en algo más abierto, como «cal» en lugar de «cão».
Además, existen diferencias prosódicas y culturales. «El volumen de la voz en una cena italiana suele ser más alto que en una japonesa. Incluso dentro de la misma cultura, la personalidad influye en la velocidad del habla, la proyección vocal, la articulación, la melodía e incluso el uso de los gestos».
La identificación con la cultura de una lengua y el contexto en el que se utiliza también moldean nuestro sonido.
Ana Paula Petriu Ferreira, profesora de la Universidad Tecnológica Federal de Paraná, compara el proceso con el trabajo de un actor. «Incorporamos características de la comunidad lingüística y construimos un 'otro yo' en esa lengua. Somos nosotros mismos, pero diferentes».
Según ella, este "disfraz vocal" implica tanto la curva de aprendizaje del idioma como la afinidad cultural.
Cuando hablamos un idioma extranjero, suele ser en un contexto específico, y esto influye en cómo queremos sonar. En mi caso, utilizo el inglés en el trabajo y adopto características vocales diferentes a las que utilizo con mi familia. El contexto, el propósito y el rol social tienen una gran influencia.

La investigación doctoral de Ferreira proporcionó evidencia concreta de este fenómeno.
Durante nueve meses en Estados Unidos, grabó a brasileños hablando portugués e inglés en diferentes situaciones, como lectura de textos y habla espontánea.
Los resultados mostraron que, al hablar portugués, los participantes, principalmente mujeres, tendían a suavizar la voz, hablando de forma más ligera y fluida.
En inglés, la voz se volvió más grave y firme, y algunas mujeres incluso adoptaron un sonido más "arrastrado" al final de las frases, similar al que se escucha en los hablantes norteamericanos. Es un sonido más lento, casi un susurro, con un efecto de "silbido bajo".
Para comprobar si estas diferencias eran percibidas por otras personas, el investigador reprodujo los fragmentos para oyentes bilingües.
Describieron las voces utilizando términos simples (más profunda, más alta, más suave, más firme) y también con impresiones de la personalidad transmitida: emocionada, contenida, confiada o insegura.
La mayoría de los oyentes notaron claras diferencias entre las voces portuguesa e inglesa, lo que confirma que el cambio vocal no es sólo una impresión: es real, medible y visible incluso para aquellos que no conocen los detalles técnicos.
Según Ferreira, esta adaptación vocal también refleja diferencias culturales: los brasileños bilingües, al hablar inglés, pueden ajustar sus voces para que suenen más cercanas a las características percibidas como típicas de los hablantes de Estados Unidos: más profundas, más firmes y más asertivas.
Aún así, la investigadora destaca que se trata de un área poco explorada y que aún existen muchas preguntas sobre cómo aprendemos los elementos de ritmo, entonación y expresividad de una segunda lengua.
hablantes bilingüesIncluso aquellos que crecen escuchando y hablando más de un idioma desde una edad muy temprana aún presentan pequeñas variaciones vocales entre idiomas.
Según Ferreira, el bilingüismo es un concepto amplio, definido de diferentes maneras según el contexto.
Investigaciones, como una de los años 90 con catalán y castellano, muestran que estos bilingües presentan menor variación de voz entre idiomas, pero siempre hay una lengua dominante: aquella en la que la persona se siente más segura y desarrolla mejor sus habilidades.
Quienes aprenden una segunda lengua más tarde, en la adolescencia o la edad adulta, tienden a experimentar mayores diferencias entre su voz en su lengua materna y la nueva lengua, especialmente al comienzo del aprendizaje.
"Cuando alguien empieza a aprender un idioma extranjero, su voz se adapta de forma más evidente, variando el ritmo, el tono y la entonación entre idiomas. A medida que aumenta el dominio y la persona se siente más cómoda, estas diferencias disminuyen", explica Renata Azevedo, logopeda y profesora de la Universidad Federal de São Paulo.
Azevedo también destaca que la variabilidad de la voz también depende del contexto de uso.
El contacto frecuente con el nuevo idioma es esencial. Cuanto más practicamos, más natural se vuelve la adaptación vocal, lo que permite que nuestra «otra versión» en cada idioma se manifieste con confianza y fluidez.
¿Qué ayuda al aprender un nuevo idioma?Aprender un nuevo idioma implica más que estudiar gramática y vocabulario.
Algunos factores marcan una gran diferencia: practicar regularmente, exponerse a situaciones reales de comunicación, escuchar a hablantes nativos, consumir música, películas y literatura en el idioma y acercarse a la cultura asociada.
Cuanto más contacto tengas con el idioma a diario, más naturales serán la adaptación vocal, la comprensión y la fluidez.
Ana Paula Pedro Ferreira explica que quienes aprenden un idioma después de la adolescencia tienden a presentar mayores diferencias en la voz entre su lengua materna y la nueva lengua, pero que esto disminuye a medida que aumenta el dominio del idioma.
El contacto con hablantes nativos y la inmersión cultural son esenciales. «Cuanto más nos acercamos culturalmente a un pueblo, más absorbemos esa cultura, ya sea en su forma de hablar, su literatura, su gastronomía, su música… todo se da de forma natural y fortalece el aprendizaje», explica Renata Azevedo.
Otro punto esencial es prestar atención a las sutilezas del habla. «Muchos matices lingüísticos y prosódicos rara vez se abordan en las clases formales, pero marcan la diferencia en la fluidez y en cómo nos entienden», enfatiza.
En cuanto al acento, nunca desaparece por completo, y eso es natural.
"Es posible minimizar el acento, pero también revela rasgos de nuestra personalidad y de dónde venimos", dice Azevedo.
Stella Esther Ortweiler Tagnin, profesora de la Universidad de São Paulo, refuerza: "Cuando aprendes de adulto, dominas el idioma, pero siempre habrá algún desafío con ciertos sonidos".
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