La biografía de Arlindo Cruz reconstruye la historia del samba sin ocultar las sombras.

Uno de los más brillantes compositores de samba, Arlindo Cruz, falleció este viernes 8, en Río de Janeiro (RJ), como consecuencia de las secuelas de un accidente cerebrovascular hemorrágico hipertensivo sufrido en marzo de 2017.
La recientemente publicada biografía Sambista Perfeito: Arlindo Cruz (Editora Malê, 466 páginas), de Marcos Salles, reconstruye la carrera del cantante y compositor, sin suavizar las zonas oscuras.
El día de su derrame cerebral, Arlindo tenía previsto viajar a São Paulo, donde presentaría tres espectáculos el mismo día, en diferentes escenarios. El maratón ilustra el ritmo de los últimos años antes del derrame, aún más agotador para un hombre que, a sus casi 60 años, tenía sobrepeso, era diabético y usaba silla de ruedas debido a artritis y osteoartritis en la rodilla.
Reconocido como uno de los nombres más importantes de la samba desde 2010, Arlindo Cruz llegó a cobrar honorarios de hasta R$100.000 por actuación. Sin embargo, unos años después, esta cantidad se redujo a menos de la mitad. Su hijo, Arlindinho, atribuye parte de esta caída a los espectáculos afectados por el consumo de drogas. Su adicción a la cocaína comenzó en Fundo de Quintal y lo acompañó a lo largo de su carrera, con pocas interrupciones.
La vida privada del artista es tan intensa y turbulenta como su vida musical. El libro detalla conflictos familiares relacionados con el consumo de drogas, constantes crisis en su matrimonio con Babi, un hijo extramatrimonial y frenesíes gastronómicos y festivos.
La biografía también revela un pasado familiar difícil: el padre de Arlindo, policía, fue miembro del Escuadrón de la Muerte —un grupo paramilitar responsable de ejecuciones— y pasó 19 años en prisión. Durante este tiempo, el samba incluso llevó a Fundo de Quintal a actuar en la prisión.
Entre el humor y la generosidad, la pasión por la samba y la incapacidad de contener los excesos, Arlindo vio deteriorarse su salud y su imagen pública.
Legado musicalArlindo Cruz surgió de la llamada generación del Cacique de Ramos, que floreció en el bloque homónimo de la Zona Norte de Río a finales de la década de 1970. Antes de eso, era un residente típico de las afueras de la ciudad, donde la samba era el centro de la vida social.
Adoptado por su padre, conoció a Mestre Candeia a temprana edad. De ahí surgió el cavaquinho y el afán por componer. Entre 1981 y 1992, formó parte del Fundo de Quintal; posteriormente, formó un dúo con Sombrinha, también exalumno de Cacique, antes de embarcarse en una carrera en solitario.
Prolífico compositor, trabajó con sambas del terreiro (una calle brasileña), partido-alto (una calle brasileña), samba-enredo (una samba callejera brasileña) y sambas románticas, conquistando las clases más populares. Escribió clásicos como Aún es tiempo de ser feliz (con Sombra y Sombrinha), Sin dirección (con Luiz Carlos da Vila), El espectáculo debe continuar (con Sombrinha y Luiz Carlos da Vila), Bagaço da Laranja (con Zeca Pagodinho y Jovelina Pérola Negra), Meu Lugar (con Mauro Diniz) y O Bem (con Délcio Luiz).
Entre sus composiciones más emotivas se encuentra "Saudade Louca" (con Acyr Marques y Franco), escrita para su primera esposa, quien falleció en un accidente de coche estando embarazada de Arlindo. La canción, grabada por Zeca Pagodinho, se lanzó oficialmente en 1999.
El proyecto audiovisual Batuques do Meu Lugar , grabado en Terreirão do Samba y estrenado en 2012, es un fiel retrato de la grandeza de su obra. En él, Arlindo canta con Zeca Pagodinho, Alcione, Marcelo D2, Caetano Veloso y otros, demostrando también su fortaleza como intérprete.
Con su muerte, Arlindo se suma a otros exponentes del Cacique de Ramos que ya fallecieron, como Luiz Carlos da Vila, Almir Guineto, Ubirany, Bira Presidente, Claudio Camunguelo, Deni de Lima, Bandeira Brasil, Renatinho Partideiro y Éfson.
CartaCapital