Portugal entre el atraso y la oportunidad perdida

La Unión Europea está forjando una nueva realidad para la industria textil, impulsada por la urgencia de combatir el devastador impacto ambiental del sector. A partir del 1 de enero de 2025, la recogida selectiva de residuos textiles pasó a ser obligatoria en todos los Estados miembros, un paso fundamental hacia la transición hacia una economía circular. Sin embargo, el verdadero motor de este cambio —la Responsabilidad Extendida del Productor (REP)— se está implementando a ritmos muy dispares, y Portugal, a pesar de su trayectoria y potencial, parece estar quedándose atrás, con posibles consecuencias graves para su economía y su dinámico sector textil.
El RAP conlleva un principio transformador: traslada la carga financiera de la gestión de residuos de los municipios y los contribuyentes a los propios productores: marcas de moda, importadores y minoristas. El objetivo es claro: fomentar el ecodiseño, la durabilidad, la reparabilidad y la reciclabilidad de los productos desde su concepción, internalizando los costes ambientales. Este mecanismo, complementado con la ecomodulación de las tarifas (donde los productos más sostenibles pagan menos), promete un flujo más constante y de mayor calidad de materias primas a los recicladores y la creación de nuevos empleos verdes. Un análisis de la OCDE sugiere que un sistema integral de RAP a nivel de la UE podría generar entre 3500 y 4500 millones de euros anuales para las iniciativas de recogida y reciclaje.
El laberinto de las Organizaciones de Responsabilidad del Productor (ORP)
La puesta en marcha del PAR depende en gran medida del establecimiento exitoso de Organizaciones de Responsabilidad del Productor (ORP). Estas entidades jurídicas son la columna vertebral del sistema, responsables de organizar y financiar la recogida, la clasificación, la reutilización y el reciclaje en nombre de los productores. Su complejidad radica no solo en su creación, sino también en la necesidad de armonizar y aclarar las funciones en el mercado único europeo.
Países como Francia, con su programa Refashion en vigor desde 2007, y los Países Bajos, que implementaron su decreto RAP textil en 2023, son pioneros. Letonia siguió el ejemplo en 2024. Estos países están desarrollando la infraestructura y la experiencia necesarias para gestionar los flujos de residuos textiles e impulsar la circularidad. Sin embargo, incluso para ellos, la armonización completa a nivel de la UE supone un reto, con diferentes requisitos en cuanto a tasas, cantidades y plazos de presentación de informes que pueden fragmentar el mercado.
Portugal: ¿Un paso adelante, dos pasos atrás?
El contexto portugués es paradójico. Por un lado, Portugal cuenta con un marco de RAP sólido y consolidado para envases (Decreto-Ley n.º 152-D/2017), con OPR como Sociedade Ponto Verde y Novo Verde operando eficazmente. Este precedente debería ser una ventaja, permitiendo una transposición más ágil para los textiles. Sin embargo, a pesar de que el mandato de la UE para la recogida selectiva de textiles entró en vigor el 1 de enero de 2025, lo cierto es que, a mediados de 2025, Portugal aún no cuenta con una legislación nacional específica y plenamente implementada para el RAP textil.
Esta brecha es preocupante. Si bien la industria textil portuguesa, reconocida por su enfoque proactivo en sostenibilidad, aboga activamente por la ecomodulación y la legislación sobre comercio justo, la falta de un marco legal claro para el RAP textil genera incertidumbre. Además, la cuestión de los criterios de fin de residuo (FdR) para textiles —que determinan cuándo un material reciclado deja de ser residuo y se convierte en materia prima secundaria— aún se encuentra en desarrollo a nivel de la UE por el Centro Común de Investigación (CCI). Portugal cuenta con criterios de Fin de Residuo (FdR) para otros materiales, pero no para textiles, lo que añade incertidumbre regulatoria a los recicladores que buscan reintroducir sus productos en el mercado.
Las consecuencias del retraso: un alto precio a pagar
El retraso de Portugal en la implementación del RAP textil tiene consecuencias importantes tanto para la economía nacional como para el propio sector:
Sanciones financieras y procedimientos de infracción: La Comisión Europea no duda en iniciar procedimientos de infracción contra los Estados miembros que incumplen sus obligaciones. El incumplimiento de las directivas puede conllevar multas diarias cuantiosas, que han alcanzado los 67.000 € diarios en casos anteriores de retrasos en la legislación sobre residuos. El coste anual del incumplimiento de la legislación medioambiental en la UE supera los 180.000 millones de €, una cifra que se ha triplicado en seis años. Portugal, con una tasa de reciclaje del 32 % en 2023, muy por debajo del objetivo de la UE del 55 % para 2025, ya se enfrenta a dificultades para cumplir los objetivos generales de gestión de residuos. El retraso en el RAP textil agravará esta situación, exponiendo al país a sanciones financieras y a la erosión de su credibilidad medioambiental.
Desventaja competitiva para el sector textil nacional: Empresas en países como Francia y los Países Bajos ya operan bajo los programas RAP, beneficiándose de flujos de financiación estables e incentivos de ecodiseño. Para las empresas portuguesas, la falta de un marco claro genera incertidumbre sobre los costes y obligaciones futuros, lo que dificulta la planificación de inversiones en infraestructuras avanzadas de clasificación y reciclaje. La falta de financiación adecuada para los municipios en la recogida selectiva, un reto ya identificado, podría comprometer la calidad y el volumen de las materias primas disponibles para los recicladores, situándolos en desventaja frente a sus homólogos europeos.
El dilema entre reciclador y productor se agrava: La nueva realidad del RAP introduce una complejidad adicional para los recicladores: al transformar los residuos textiles en nuevas fibras, fieltros o productos terminados, se convierten en productores de estos nuevos materiales. Esto significa que, en el futuro, podrían tener que asumir una mayor responsabilidad por el final del ciclo de estos productos, contribuyendo a un nuevo sistema de RAP. La falta de una ley nacional de RAP textil y de criterios armonizados de fin de trabajo para textiles en Portugal exacerba esta incertidumbre, dificultando la modelización de costes y la fijación de precios de los materiales reciclados. Las empresas portuguesas que ya invierten en innovación y circularidad necesitan claridad regulatoria para que sus esfuerzos se vean recompensados, no penalizados.
Oportunidades económicas y de innovación perdidas: La transición a una economía circular en el sector textil no es solo una obligación, sino también una gran oportunidad económica. La PAR puede impulsar la creación de empleo y el desarrollo de nuevas tecnologías de reciclaje. Portugal, con su tradición y capacidad de innovación en el sector textil, tiene el potencial de convertirse en un líder en nichos de reciclaje de alto valor. Sin embargo, retrasar la implementación de la PAR podría significar perder estas oportunidades ante países más ágiles que atraerán la inversión y el talento necesarios para escalar sus operaciones. El Banco Português de Fomento (BPF) ha acordado desbloquear 1.000 millones de euros en inversiones en Portugal que podrían impulsar la circularidad. Es crucial que esta financiación se dirija a un sector con un marco regulatorio claro.
El camino a seguir
La urgencia es innegable. Portugal necesita acelerar la transposición de la Directiva sobre Residuos Textiles (RAP) a la legislación nacional, estableciendo un marco jurídico claro y completo. Este marco debería definir las responsabilidades de las OPR, los mecanismos de financiación (con ecomodulación que beneficie a los materiales reciclados) y los criterios de fin de la condición de residuo para los textiles, en consonancia con los avances de la UE.
Es crucial que el gobierno portugués colabore activamente con la industria, las asociaciones sectoriales (como ATP y CITEVE) y las OPR existentes para cocrear un sistema eficaz, justo y que fomente la competitividad. La implementación proactiva del RAP textil no es solo una cuestión de cumplimiento legal; es un imperativo estratégico para proteger la economía nacional, impulsar la innovación en el sector textil y garantizar que Portugal se posicione como un actor clave en la economía circular textil europea. Es el momento de actuar con decisión, antes de que la demora se convierta en una oportunidad irremediablemente perdida.
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