La sangre de los mártires nunca se derrama en vano

Estos días nos traen noticias de guerras, rumores de guerras, conflictos, muerte, hambre y destrucción. Debido a la cantidad de casos y al uso excesivo de los acontecimientos, a menudo caemos en la trivialización del mal y la insensibilidad.

Observamos que, en muchos medios de comunicación, el afán por noticias nuevas, los índices de audiencia y la corrección política dictan qué es noticia y qué se descarta como irrelevante. Presenciamos guerras de primera, segunda y tercera categoría, casi como los asientos de un avión o de un cine. Observamos que, para algunos, hay ataques que abren las noticias y ocupan las portadas de los periódicos, mientras que otros solo se mencionan en notas a pie de página o simplemente se ignoran.

El mes de junio de 2025 confirma todo lo que acabo de afirmar. Destacaré solo tres situaciones, entre muchas que podría reportar, de persecución, ataques y muertes de cristianos que apenas se mencionan ni comentan, salvo por las organizaciones eclesiásticas y sus medios de comunicación.

El 8 de junio, la casa de las Hermanas Mercedarias del Santísimo Sacramento en Pemba, provincia de Cabo Delgado, Mozambique, fue asaltada por hombres armados con machetes, quienes amenazaron con decapitar a una de las hermanas. Las monjas, que acogen y cuidan a más de tres docenas de niñas, vivieron momentos terribles. El obispo de Tete, D. Diamantino Antunes, declaró en una entrevista que el terrorismo parece tener sus raíces en Cabo Delgado. Y esto ocurre a pocos días de que Mozambique celebre el 50 aniversario de su independencia de Portugal (25 de junio).

El viernes 13 de junio, terroristas, militantes yihadistas, mataron a más de 200 cristianos en Nigeria, tras irrumpir en los edificios donde dormían y apuñalar a todos los que intentaron huir mientras gritaban “Allahu Akhbar” – Dios es grande.

En la ciudad de Antioquía, Siria, 30 cristianos murieron en el ataque del domingo 22 de junio a la iglesia de San Elías en Damasco, que también dejó más de cincuenta heridos. Esta iglesia pertenece a la comunidad ortodoxa griega. Este podría ser un ejemplo más de los conflictos en Oriente Medio, pero demuestra que los cristianos corren peligro de muerte, especialmente en la ciudad que les dio su nombre, ya que «fue en Antioquía donde los discípulos comenzaron a ser llamados cristianos» (cf. Hch 11,26).

Estos casos que he mencionado son solo la punta del iceberg. Sabemos que existen innumerables casos de persecución de cristianos en todo el mundo, independientemente de su denominación (católica, ortodoxa o evangélica), que no se denuncian simplemente por ser cristianos. Es imperativo dar voz a los perseguidos y a los mártires, recordando siempre la frase de Tertuliano en su libro Apologético, 50,13: «La sangre de los mártires es la semilla de los cristianos».

Al acercarse el 13 de julio, fecha en que se celebra la tercera aparición en Fátima, donde se reveló el «Secreto», recuerdo las palabras que Sor Lucía escribió en Tui, Galicia, el 3 de enero de 1944, incluidas en el manuscrito de la tercera parte del Secreto de Fátima: tras ver al «obispo vestido de blanco caer como muerto (…) los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y varios laicos, caballeros y damas de diversas clases y posiciones, murieron uno tras otro. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos ángeles, cada uno con una regadera de cristal en la mano, en la que recogían la sangre de los mártires y con ella regaban a las almas que se acercaban a Dios».

La sangre de los mártires nunca se derrama en vano. Su sangre atestigua el odio y la persecución, pero también su identificación con su fundador, Jesucristo. Pero el mal no tendrá la última palabra. El bien y la verdad prevalecerán. Observemos Roma y veremos que la capital del Imperio Romano, que asesinó y persiguió al cristianismo, es hoy la sede de la Iglesia Católica. Donde estaba el circo de Nerón, hoy se alza la Basílica de San Pedro.