El mahdismo y el impulso apocalíptico en el Irán teocrático

El mahdismo, una profunda creencia religiosa del islam chiita, ha trascendido la mera esperanza espiritual para convertirse en un pilar fundamental de la ideología del Irán teocrático. En el contexto de la dictadura iraní, esta creencia en un redentor mesiánico, el Mahdi, que surgirá para restaurar la justicia al final de los tiempos, se ha distorsionado para justificar la represión interna y una política exterior agresiva, especialmente contra Israel. La instrumentalización del mahdismo ha transformado una doctrina de fe en un catalizador de una filosofía de guerra religiosa con consecuencias potencialmente catastróficas.
Breve introducción histórica al mahdismo
La creencia en el Mahdi tiene sus raíces en las tradiciones islámicas, y significa "el Guiado por Dios". En el chiismo, predominante en Irán, se identifica al Mahdi como el duodécimo imán, Muhammad al-Mahdi, quien se dice que se ocultó (Ghayba) en el siglo IX y regresó antes del Día del Juicio Final. A lo largo de la historia islámica, esta expectativa del regreso del Mahdi ha impulsado diversos movimientos sociales y políticos, a menudo en respuesta a períodos de opresión e injusticia. La promesa de un líder divino que erradicaría el mal y establecería un gobierno de rectitud ofreció esperanza y sirvió como un poderoso impulso para la resistencia, ya que esta expectativa de retorno, combinada con una visión apocalíptica, ha moldeado los movimientos políticos y religiosos a lo largo de la historia islámica, especialmente en el contexto chiita.
Sin embargo, con la Revolución Islámica de 1979 y el ascenso del ayatolá Ruhollah Jomeini, el mahdismo se redefinió. Se integró en la doctrina de velayat-e faqih (gobierno del Juez Islámico), transformándose de una expectativa espiritual en un fundamento ideológico para la teocracia iraní. Esta integración permitió al régimen presentar su propia existencia y políticas como un preludio divinamente orquestado para el regreso del Mahdi. El mahdismo trascendió su dimensión espiritual, convirtiéndose en una ideología de Estado que legitimó la represión interna y una política exterior beligerante. La creencia en el regreso del Mahdi se utilizó para reforzar la narrativa de que el régimen iraní es un precursor divino del dominio global del Imán Oculto. Esta visión apocalíptica, combinada con un antisionismo radical, moldeó una política exterior agresiva, en particular hacia Israel, a quien el régimen iraní considera un obstáculo teológico y geopolítico para el cumplimiento del destino divino.
El mahdismo como filosofía de Estado en una dictadura
En el Irán posrevolucionario, el Mahdismo ha evolucionado de una creencia a una ideología de Estado, moldeando la estructura de poder y la conducta interna del país. El régimen iraní utiliza la narrativa del Mahdi para:
* Legitimización del poder autoritario: El Líder Supremo y el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica se presentan como los guardianes de la revolución y quienes preparan el terreno para el regreso del Imán Oculto. Esta visión centraliza el poder y justifica la obediencia incondicional al régimen.
* Represión interna: Con el pretexto de purificar la sociedad y prepararla para la era del Mahdi, el régimen impone un control estricto sobre la población. Esto se manifiesta en violaciones sistemáticas de los derechos humanos, persecución de disidentes y minorías religiosas, y vigilancia constante de la vida privada, convirtiendo a Irán en una dictadura opresora.
* Glorificación del martirio: La instrumentalización del mahdismo impregna la propaganda estatal con una glorificación del martirio y la lucha armada, presentadas como formas de acelerar el regreso del imán. Esta retórica incentiva el sacrificio personal en nombre de la causa político-religiosa del régimen.
Consecuencias apocalípticas: La guerra religiosa contra Israel
La dimensión más peligrosa del mahdismo iraní se manifiesta en su política exterior, en particular hacia Israel. La retórica del régimen está profundamente arraigada en una visión apocalíptica y maniquea del mundo, en la que Israel y sus aliados (principalmente Estados Unidos) son demonizados como fuerzas del mal que deben ser eliminadas para dar paso al Mahdi.
Esta filosofía de guerra religiosa se traduce en:
* Amenaza existencial para Israel: Líderes iraníes, como el expresidente Mahmud Ahmadineyad, han aludido con frecuencia a la destrucción de Israel como parte del proceso escatológico que aborda el fin de los tiempos, el destino final de la humanidad. Esta retórica de “borrar a Israel del mapa” no es meramente propagandística, sino la expresión de una ideología que considera la aniquilación del Estado judío como un imperativo religioso para la llegada del Mahdi.
* Apoyo a grupos terroristas: Irán financia y arma a grupos como Hezbolá en el Líbano y Hamás en la Franja de Gaza, cuyo objetivo declarado es la destrucción de Israel. Estas organizaciones son vistas como agentes en la batalla para allanar el camino al Mahdi.
* Programa nuclear: La búsqueda por parte de Irán de un programa nuclear con potencial militar, sumada a su ideología mahdista, representa una amenaza sin precedentes. La creencia de que un conflicto de proporciones catastróficas podría acelerar el regreso del Mahdi añade un factor de imprevisibilidad y riesgo estratégico a sus acciones.
Para Israel, esta combinación de una dictadura teocrática impulsada por el mahdista y la posible adquisición de armas nucleares representa un peligro existencial. Obliga a Israel a mantener una postura defensiva agresiva, que incluye operaciones de inteligencia y la consideración de ataques preventivos para neutralizar la amenaza, incluyendo operaciones clandestinas y ataques preventivos contra instalaciones nucleares iraníes.
Conclusión
El mahdismo, en esencia, puede ser una creencia en la esperanza. Sin embargo, al ser instrumentalizado por un régimen teocrático como el de Irán, se convierte en una herramienta de opresión interna y expansión externa con claras tendencias hacia una confrontación apocalíptica. Las consecuencias son una dictadura sanguinaria que reprime las libertades, una sociedad bajo vigilancia constante y una política exterior que amenaza la paz regional y mundial, especialmente la existencia de Israel.
Para hacer frente a un Estado que percibe el conflicto como un preludio de la salvación divina se necesita una estrategia multifacética que combine una presión internacional constante y una vigilancia estratégica para contener las ambiciones destructivas de un régimen que se ve a sí mismo como un agente del fin de los tiempos.
La visión apocalíptica del régimen iraní, alimentada por el mahdismo, no sólo perpetúa un ciclo de violencia, sino que también plantea al mundo un desafío complejo: ¿cómo lidiar con un Estado que ve el conflicto como un preludio de la salvación divina?
observador