Tus opiniones políticas... ¿no son tuyas? Este científico explica por qué nuestros cerebros votan por los de línea dura.

¿Nuestras creencias políticas son el resultado de una elección consciente o están escritas en la estructura de nuestro cerebro? El neurocientífico cognitivo Leor Zmigrod arroja nueva luz sobre esta cuestión, combinando biología e ideología en una historia fascinante sobre cómo pensamos sobre el mundo.
Leor Zmigrod, investigador de la Universidad de Cambridge , en su libro “El cerebro ideológico” presenta la tesis de que nuestras tendencias ideológicas (es decir, nuestras opiniones políticas) pueden tener una base biológica . Su investigación sugiere que las personas con mentalidades más "rígidas" —aquellas que tienen más dificultades para adaptarse al cambio y son menos capaces de manejar la ambigüedad— son más propensas a adoptar opiniones políticas extremas o extremismo.
- Pensar ideológicamente no es sólo adoptar una doctrina rígida, sino también construir una identidad rígida que influye en cómo juzgamos a los demás. Esta identidad surge del hecho de que cada ideología tiene sus seguidores y no creyentes. Así que cuando piensas ideológicamente, adoptas estas categorías de identidad rígidas y eliges identificarte sólo con aquellos que creen en tu ideología y rechazas a quienes no la comparten. El nivel de extremismo ideológico se puede medir por lo hostil que eres hacia las personas con opiniones diferentes y cuánto estás dispuesto a hacerles daño en nombre de la ideología, dice el científico en el podcast "The Grey Area".
Zmigrod utiliza pruebas neuropsicológicas , como el Wisconsin Card Sorting Test , para medir la flexibilidad cognitiva de los participantes de su investigación . Los resultados muestran que las personas con menor flexibilidad cognitiva tienen más probabilidades de identificarse con ideologías radicales , independientemente de su contenido.
Función cerebral y opiniones políticas- Lo más importante es no confiar sólo en las declaraciones: la gente es terrible en cuanto a la autoestima. Los pensadores más rígidos te dirán que son increíblemente flexibles, y los más flexibles ni siquiera lo notarán. Por eso necesitamos pruebas inconscientes y juegos cognitivos que revelen nuestra capacidad natural de adaptación o resistencia al cambio, explica.
Las investigaciones de Zmigrod indican que la estructura de nuestro cerebro puede influir en nuestras tendencias ideológicas . Por ejemplo, las personas con niveles más altos de dopamina en el estriado y más bajos en la corteza prefrontal muestran una mayor rigidez cognitiva . ¿Qué significa? Simplemente es más difícil hacerles cambiar de opinión y son mucho menos flexibles en su percepción del mundo.
Además, Zmigrod señala que las ideologías establecidas y populares como el liberalismo, el socialismo y el conservadurismo ofrecen imágenes simplificadas del mundo, que pueden resultar atractivas para un cerebro que teme la incertidumbre y lo desconocido .
Las ideologías proporcionan respuestas y patrones de acción predefinidos que pueden resultar especialmente tentadores para las personas con menor tolerancia a la ambigüedad de la realidad que nos rodea.
La flexibilidad cognitiva como antídotoSin embargo, Zmigrod enfatiza que nuestros cerebros no están preprogramados para ideologías específicas . La flexibilidad cognitiva (la capacidad de adaptarse y cambiar la perspectiva ) es un rasgo que se puede desarrollar. Las investigaciones sugieren que la formación y la educación pueden aumentar nuestra flexibilidad cognitiva, lo que puede conducir a una mayor tolerancia y apertura a diversos puntos de vista.
En un mundo lleno de extremos y divisiones, desarrollar la flexibilidad cognitiva puede ser clave para construir sociedades más tolerantes. Entender que nuestras creencias están condicionadas tanto por la biología como por las experiencias puede ayudarnos a entendernos mejor y a tener un diálogo más constructivo.
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