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La historia de la nevera que Albert Einstein patentó: no necesitaba electricidad

La historia de la nevera que Albert Einstein patentó: no necesitaba electricidad

Albert Einstein

AFP

Albert Einstein es considerado por muchos como una de las grandes mentes del siglo XX, al punto de que su nombre ha calado en la cultura popular gracias a sus investigaciones científicas y frases icónicas.

No obstante, hay una faceta poco conocida del famoso científico alemán, y es la de un inventor que partía de la necesidad de resolver problemas cotidianos para darle vida a varias creaciones, entre estas, una nevera que funcionara sin necesidad de energía eléctrica. Esta es la historia.

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Albert Einstein

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EFE

Empatía

En el contexto de la inestable Alemania de los años 20, marcada por una intensa actividad científica, Albert Einstein se vio profundamente afectado por la noticia del fallecimiento de una familia berlinesa. La causa fue una fuga repentina de gas tóxico proveniente del refrigerador de su hogar.

En aquella época, los refrigeradores utilizaban gases peligrosos como el amoníaco, el metilo o el butano, y sus sistemas, relativamente nuevos y con poca regulación, dependían de válvulas y compresores mecánicos propensos a fallos. Estas averías podían liberar los gases y provocar accidentes fatales.

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#Sabíasque un día como hoy pero de 1930, Albert Einstein y el físico Leó Szilárd recibieron la patente de su invento: el refrigerador de Einstein. Este invento no necesitaba electricidad para funcionar y contaba con un sistema seguro que eliminaba las pérdidas de gas. pic.twitter.com/01AAhLX8GM

— UNAMdigital (@UNAMdigital) November 11, 2019

Para Einstein, este suceso fue determinante. Le parecía inaceptable que un electrodoméstico destinado a la conservación de alimentos pudiera causar la muerte de personas inocentes debido a un fallo técnico imprevisto. Por ello, decidió tomar cartas en el asunto. Junto a uno de sus alumnos más brillantes, Leo Szilard, se embarcó en el desafío de rediseñar el refrigerador desde sus cimientos.

El reto consistía en crear un sistema de refrigeración más seguro, que prescindiera de piezas móviles susceptibles al desgaste y que no requiriera electricidad para su funcionamiento. En lugar de perfeccionar las piezas mecánicas existentes, Einstein y Szilard optaron por un enfoque radicalmente diferente: explorar la tecnología de refrigeración por absorción, un principio conocido pero poco desarrollado en aquel momento.

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A diferencia de los refrigeradores modernos, que utilizan un compresor para circular un gas refrigerante a través de un ciclo de enfriamiento, el sistema ideado por Einstein se basaba en una fuente de calor externa, como una pequeña llama de gas, energía solar o cualquier otra fuente térmica disponible.

#Sabíasque un día como hoy pero de 1930, Albert Einstein y el físico Leó Szilárd recibieron la patente de su invento: el refrigerador de Einstein. Este invento no necesitaba electricidad para funcionar y contaba con un sistema seguro que eliminaba las pérdidas de gas. pic.twitter.com/01AAhLX8GM

— UNAMdigital (@UNAMdigital) November 11, 2019

El mecanismo ideado por Einstein y Szilard, aunque ingenioso, se basaba en una lógica muy sencilla. El calor se aplicaba a una mezcla de agua, amoníaco y butano. Al aumentar la temperatura, el amoníaco se evaporaba y se separaba del agua, arrastrando consigo al butano.Este proceso de evaporación y arrastre generaba una absorción de calor en otra sección del sistema, lo que provocaba el enfriamiento del interior del refrigerador. De esta manera, se lograba la refrigeración sin necesidad de electricidad, compresores ni piezas móviles.

¿Se quedó en promesas?

Entre 1926 y 1933, Einstein y Szilard dedicaron grandes esfuerzos al desarrollo de su refrigerador, registrando más de 40 patentes y llegando a vender los derechos a Electrolux, que veía su potencial para entornos donde la seguridad era crucial, como hospitales de campaña y laboratorios móviles.

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Sin embargo, la aparición del freón a principios de los años 30 cambió el panorama. Este nuevo gas, considerado más estable y menos tóxico, se adoptó rápidamente en la industria por su compatibilidad con la fabricación de neveras más pequeñas, baratas y energéticamente eficientes.

Como resultado, la nevera de Einstein cayó en el olvido por ser más costosa, voluminosa y menos eficiente, desajustándose del mercado de electrodomésticos enfocado en la producción masiva y la eficiencia a corto plazo. Irónicamente, décadas después se descubrió el efecto perjudicial del freón en la capa de ozono, lo que llevó a su prohibición a partir de los años 80.

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