¿Cómo afectan al cerebro las altas temperaturas? Los expertos dan consejos para protegerlo

Desde el pasado 3 de agosto España se encuentra sumergida en la segunda ola de calor del verano según lo anunciado por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Un calor intenso que se sentirá tanto en el día como la noche, alcanzando los 42ºC en varias provincias del sur peninsular, con mínimas que no bajarán de los 24 y 25ºC, especialmente en el litoral mediterráneo y la mitad sur. Se prevé que esta situación se prolongue hasta el domingo 10 de agosto.
Cuando el termómetro sube y las temperaturas superan los 38ºC, el fuerte calor tiene impactos directos en la salud de la población, viéndose afectadas muchas funciones del organismo. En el caso del cerebro, el hospital HM de Barcelona ha advertido que las altas temperaturas pueden afectar tanto la función cognitiva como la regulación de las emociones provocando cambios en la memoria, el estado de ánimo y comportamiento.
Cuando esta situación se produce, hay que prestar una especial atención a quienes padecen alguna enfermedad o trastorno neurológico previo ya que aumentan las posibilidades de presentar episodios de confusión, desorientación o agitación.
¿Cómo afectan las altas temperaturas a nuestro cerebro?La exposición adecuada a los rayos ultravioleta ayuda a sintetizar vitamina D, además de generar serotonina en nuestro cerebro, estimulando nuestro sistema nervioso central y mejorando nuestro estado de animo al hacernos sentir más alegres y relajados.
Sin embargo, esta situación cambia radicalmente cuando las temperaturas se elevan y alcanzan o superan los 38ºC. En estos casos el calor afecta al hipotálamo, región del cerebro que actúa como centro de control vital al regular la temperatura, el hambre, la sed y el sueño, además de influir en las emociones y el comportamiento.
De la misma manera, a través del sudor, la respiración y circulación el organismo se encarga de mantener una temperatura constate alrededor de los 36 o 37 grados, pero cuando se ve en la necesidad de hacer un mayor esfuerzo para conseguir este objetivo, debido a la alta temperatura externa, se satura y desestabiliza, pudiendo llegar a provocar cambios en la memoria, el estado de ánimo y el comportamiento además de alterar el sueño y la sensación de hambre.
Según la jefa del Servicio de Neuropsicología del Hospital HM Nou Delfos, Dra. María García Galant, frente a las altas temperaturas el hipotálamo hace un mayor esfuerzo para mantener el cuerpo fresco por lo que busca refuerzo en otras áreas del organismo.
“Cuando se produce este fenómeno, el hipotálamo se concentra al máximo en cumplir su función de mantener el cuerpo fresco y si es necesario, saca recursos del lóbulo frontal, el área dónde se alojan la flexibilidad cognitiva, la atención, la memoria de trabajo y el razonamiento, por lo que la función cognitiva general también se resiente", explica la doctora.
Por su parte García Galant advierte que el sistema límbico también se ve afectado por el calor y altera nuestras emociones. "Otra de las áreas perjudicadas es el sistema límbico, dónde podemos encontrar las emociones. Por esta razón, el calor extremo puede generar inquietud, apatía, mal humor y agresividad. Además, la sobreexcitación del hipotálamo también impide conciliar el sueño y descansar con normalidad”, afirma.
La sensación de hambre también se relaciona directamente con el calor, ya que el organismo entra en una especie de 'ahorro de energía' con el que requiere ingerir menos cantidad de alimentos para funcionar. En respuesta a ello, aumenta la necesidad de beber líquidos para mantenerse todo el tiempo hidratado.
Mayor afectación en las personas con enfermedades neurológicasLas consecuencias de las altas temperaturas se reflejan aún más en el cerebro de las personas que padecen alguna enfermedad o trastorno neurológico previo, al aumentar los episodios de desorientación, confusión y agitación. Esto especialmente en los pacientes con diagnóstico de epilepsia, demencia o daño cerebral adquirido.
La Dra. María García destaca que los cambios de rutina que solemos hacer durante el verano pueden propiciar que aparezcan distintos síntomas neurológicos. “El calor extremo, la deshidratación y los cambios de rutina como pueden ser los viajes, la interrupción de terapias o las alteraciones del entorno habitual pueden actuar como un desencadenante de síntomas neurológicos o comportamentales, como un síndrome confusional", sostiene.
Además, la doctora afirma que algunos fármacos también pueden estar relacionados directamente con la presencia de alteraciones neuronales durante los días de altas temperaturas. "Ciertos tratamientos farmacológicos, como los psicótropicos o anticolinérgicos, pueden aumentar la vulnerabilidad ante un golpe de calor con manifestaciones cognitivas, conductuales o neurológicas”, explica García Galant.
En respuesta a ello, los especialistas del área de Neuropsicología del hospital HM Nou Delfos recomiendan a la población adoptar y mantener al máximo posible las rutinas, evitando una exposición la sol durante las horas centrales del día y asegurando una correcta hidratación. Igualmente recomiendan que se establezcan rutinas de estimulación cognitiva que se mantengan durante todo el verano.
20minutos