Países vecinos: La literatura eslava se afianza en Buenos Aires con estudios y editoriales

Jana Putrle Srdić estuvo entre los invitados del Festival de Poesía que se realizó en la última Feria del Libro de Buenos Aires. La escritora eslovena presentó además en la ciudad y en Córdoba la novela Por toda la llanura bajo el cielo, segundo libro que publica en la Argentina. El viaje y la programación dieron cuenta de un suceso poco advertido: una corriente de difusión de la literatura eslava en lengua española que tiene su centro en Buenos Aires y se manifiesta en un movimiento de estudios académicos, eventos culturales y producciones editoriales a punto de cumplir veinte años de actividad sostenida.
La cultura eslava tiene múltiples puntos de irradiación en Buenos Aires. “Hay varias editoriales que publican literaturas eslavas, hay un grupo de investigación importante en la UBA, hemos fundado la Sociedad Argentina Dostoievski, que organiza un congreso bianual, y tenemos la revista Eslavia (eslavia.com.ar), pionera en la investigación de literaturas eslavas en lengua española”, enumera Julia Sarachu, traductora y profesora en la cátedra de Literaturas Eslavas, “una de las más elegidas en Puán”.
El poeta, narrador y editor Aleš Šteger (1973) visitó por primera vez la Argentina en medio de la crisis de 2001 y desde entonces los viajes de escritores eslovenos se suceden sin interrupción. En 2006 la editorial Gog y Magog inició una serie de publicaciones de literatura contemporánea y también del siglo XIX, como la novela Escenas góticas, de Ivan Cankar (1876–1918), una de las primeras obras eslovenas en alcanzar reconocimiento internacional.
Julia Sarachu resalta la influencia de la historia política en la literatura eslovena, por la integración del país al Imperio austríaco desde el siglo X y la incorporación a Yugoeslavia después de la Primera y Segunda Guerra Mundial: “Dentro del Estado socialista, la literatura impulsó la libertad creativa y de expresión en un contexto de censura y prescripciones estéticas", explica.
"Paralelamente existió una línea poética relacionada con el tema del amor, aunque la corriente de literatura política fue hegemónica”, dice la también escritora y docente en escuelas secundarias de la provincia de Buenos Aires. Declarada la independencia el 25 de junio de 1991, “surge con fuerza el tema del sin sentido, la banalidad de la existencia, por ejemplo en la obra de Brane Mozetič (1958), poeta traducido y publicado por Gog & Magog, y por otro lado, aparece una literatura más enfocada en la descripción del mundo externo, con fuerte influencia de la literatura anglosajona”.
Lejanas para el sentido común, las culturas de Europa del Este “son, sin embargo, motivo de curiosidad y de intercambios con nuestro mundo mucho más estrechos y dinámicos de lo que podría suponerse”, afirman los editores de Eslavia. Los artículos, reseñas, entrevistas y crónicas que publica la revista dan fe de esos intereses e influencias.
“Los pueblos eslavos han atravesado un proceso que tiene puntos en común con nuestra historia –puntualiza Julia Sarachu–: recibieron la influencia de la Ilustración y la Revolución industrial desde una posición periférica, se integraron a la modernidad de manera problemática y tardía y experimentaron el conflicto entre civilización y barbarie con élites educadas en valores extranjeros. Otro problema en común es la diversidad étnica que en América se relaciona con la inmigración y la convivencia con los pueblos originarios, y en la zona eslava con la cercanía de Asia y las invasiones turcas y mongoles”.
Por toda la llanura bajo el cielo, la novela de Jana Putrle Srdić, “es como un espejo de nuestra cultura observada con suspicacia desde el punto de vista de una extranjera”, apunta Sarachu, que la tradujo. La escritora estuvo por primera vez en la Argentina en 2011, cuando publicó su libro de poemas Puede pasar cualquier cosa, participó en el Festival de Poesía de Rosario y visitó Tierra del Fuego.
Julia Sarachu, traductora y profesora en la cátedra de Literaturas Eslavas.
La ficción retoma las experiencias de aquel viaje a través de Hana, un alter ego de la autora, aunque está centrada en el conflicto entre la vida alienada en las grandes ciudades y el regreso a la naturaleza como una posible salida.
Nacida en Ljubljana en 1975, Jana Putrle Srdić es además crítica de arte y traductora y a la vez sus libros de poesía y narrativa fueron traducidos al inglés, alemán y rumano. Por toda la llanura bajo el cielo plantea una tensión entre los recuerdos de infancia asociados con experiencias directas del mundo natural, y un presente en el que emerge “una sensación familiar de pertenencia a las criaturas salvajes”, activada por el paisaje de la llanura argentina, y por otro lado entre la atracción de la soledad, vinculada con el duelo por la muerte de una pareja, y la búsqueda de vínculos.
La disyuntiva se resuelve en el encuentro de Hana con Victoria, una joven porteña con la que comparte un viaje a Tierra del Fuego y, en el final, hacia la Patagonia chilena.
Entre “el mundo salvaje y el mundo de los libros”, la protagonista de Por toda la llanura bajo el cielo frecuenta una librería de Palermo, conoce gente en una disco queer, sueña con Borges. Las culturas distantes se aproximan a través de la observación de pequeños detalles: el silencio de la Biblioteca Nacional no se puede comparar con el de la Biblioteca Nacional Universitaria de Ljubljana; la Argentina aparece como “una tierra de mujeres fuertes, donde la vida para ellas no es fácil”; una calle de Ushuaia recuerda a otra de Kranjska Gora, un centro de esquí al pie de los Alpes en el noroeste de Eslovenia.
La literatura eslovena en la Argentina cuenta con ediciones notables de poesía como Mujer ajenjo, de Svetlana Makarovič (1939), Ventanas nuevas, de Primoz Cuznik (1971) y El fin comenzará por los suburbios, de Peter Semolic (1967). Makarovič se inscribe en particular en “una reacción contra una política conservadora que había avanzado sin pausa desde la independencia de Eslovenia”, dice Sarachu, y con el festival “Llevaré la estrella roja”, organizada por la poeta, “se reivindicaron la épica y la cultura partisanas que habían sido glorificadas durante el régimen socialista”.
Destacado escritor y editor que se considera más europeo que autor nacional, Aleš Šteger participó en festivales de poesía de Buenos Aires y Rosario, hizo presentaciones en la Feria del Libro de Buenos Aires y publicó en Argentina el libro de poemas Testimonio (traducción de Florencia Ferré, Ciudad Gótica, 2021) y Cuentos de la guerra (traducción de Sarachu, Gog & Magog, 2023).
Este libro señala la reaparición en la literatura eslovena del tema política, junto con otros temas como “la discriminación que sufren los inmigrantes de otros países de la ex Yugoeslavia que migran a Eslovenia en busca de mejores condiciones laborales, por ejemplo en la obra de Goran Vojnović o la lucha contra la discriminación hacia los colectivos LGBTIQ+ que ya había iniciado y continúa Brane Mozetič”, dice la traductora.
Descendiente de eslovenos, Sarachu recibió desde niña cierto legado de la cultura eslava: “En los relatos de mi abuelo se me aparecía como una épica de gran belleza trágica y romántica”. Ahora es una de las principales traductoras de esa literatura.
“La circulación de los escritores eslovenos, sumada a la publicación y difusión de sus obras en el mundo cultural de Buenos Aires –afirma– ha hecho crecer el fenómeno de los estudios eslavos y ha modificado la percepción de la literatura contemporánea”. En el mapa de la poesía y la narrativa, Argentina y Eslovenia son países vecinos.
Clarin