La estética de la fragilidad

“Reafirmar la fragilidad sigue siendo, todavía hoy, un acto provocador.” Antoni Llena (Barcelona, 1942), piedra angular del arte contemporáneo catalán, es también uno de los pioneros del arte conceptual en España. En la década de los sesenta, el barcelonés se casó con el arte povera para entregarse a una estética de la fragilidad y la desmaterialización que cuestiona la idea de permanencia de la obra de arte, y a la que ha permanecido fiel durante toda su trayectoria.
El artista —así lo narra en sus memorias que publica L’Avenç — ha vivido confundido, escindido: “Quería vivir con mis contradicciones desplegadas, y presentía que solo podría hacerlo desde el arte”. Más que producto, el arte es, para Llena, proceso, acontecimiento poético. Pintar es una forma de decir la realidad en su imposibilidad de ser dicha; es tomar conciencia del fracaso que supone intentar atrapar el mundo, perseverando en ello, a pesar de todo.
A los quince años, tras el intento fallido de su padre de transmitirle el oficio de topógrafo, entra como novicio en el convento capuchino de Arenys. La experiencia lo aleja del mundo, pero le despierta el espíritu. Más tarde, en el convento de Sarrià, un fraile le obsequia una suscripción a los fascículos de pintura I maestri del colore . Es un hecho fecundo: la historia del arte se le revela toda, y, en la celda, empieza a pintar. Su exigencia con la obra es tal que suele llenarla hasta destruirla. Un día, derrama talco sobre una pintura arruinada, y se produce la epifanía: “¿Por qué quería hacer un cuadro que fuera el absoluto si la vida no lo es?” A partir de entonces, buscará el absoluto en el instante, en su máxima fragilidad.
Su filosofía ha dado lugar a una obra frágil, íntima, efímera, pero sólidamente auténtica y poéticamente perenneEste giro define sus esculturas efímeras (1964–1969), hechas de papeles y sombras, que exploran la levedad y la desaparición; la precariedad de la vida y la memoria. Su amistad con Antoni Tàpies, a quien conoce durante la Caputxinada sirviéndole un plato de sopa en el convento, es fundamental: “He hecho mi camino en soledad, escuchándome. Buscando lo mismo que él, pero sin pisar sus huellas”. Tela i paper (1966) es una obra fundacional y el primer intento de escultura disecada, que Llena regalará a Tàpies. También es decisivo el encuentro con Alexandre Cirici Pellicer, que en la revista Serra d’Or, en 1969, lo reconoce como un creador crítico con la sacralización del arte.
Desde sus primeras obras, Llena experimenta con materiales pobres (papel, caucho, plástico, vidrio, madera…), animándolos con elementos performativos. En Ombres de paper sobre paret (1969), las sombras dibujadas en el muro activan un juego de presencia y ausencia, anticipando el arte ambiental o site-specific, y abordando la noción de vacío, central en toda su obra. Otras piezas piden ser destruidas o modificadas, como cajas que deben desmontarse, o pinturas con polvo de talco que revelan la imagen al disolverse su superficie (Pintura sobre superfície amb pols de talc, 1967). Con este gesto, el creador elude la tradiciónmaterialista y el carácter objetual de la obra de arte.

Escultura 'David y Goliat' de Antoni Llena
Ana JiménezEn 1969 co-crea con Jordi Galí, Sílvia Gubern y Àngel Jové Primera mort , considerada la primera pieza de videoarte en España. Pionero del arte conceptual, cuando este se impone, él opta por el silencio: “Decidí no convertir la persecución de ideas en una carrera artística, como luego he visto hacer a tantos otros”, escribe.
Diez años después, retoma la actividad con la serie Retallables : formas de papel suspendidas que aportan volumen y movimiento a la pintura tradicional. Ante la transvanguardia, que considera tópica y repetitiva, propone una estética de la esencialidad: “en lugar de añadir, vaciar”.
La poética de Llena también habita nuestro espacio público. En 1992, en la plaza dels Voluntaris de la Vila Olímpica de Barcelona, erige David i Goliat , metáfora del pequeño frente al gigante y de la resistencia del artista frente al sistema del arte institucionalizado. En el 2011, en la plaza de Sant Miquel, levanta Homenatge als Castellers , inspirada en el mito de Sísifo. También es autor de Món , retirada de la fachada de El Corte Inglés de Plaza Catalunya tras un cambio de propiedad, entre otras esculturas, también presentes en museos.
“Quería vivir con mis contradicciones desplegadas, y presentía que solo podría hacerlo desde el arte”, escribe LlenaA principios de los 2000, cuando el arte tecnológico empieza a conquistar el espacio artístico, Llena prefiere “decir cosas nuevas con medios antiguos”. Desarrollará, a lo largo del tiempo y hasta fechas recientes, la serie de dibujos SOS: senyals de fum des del subsol , hechos con polvo de color no fijado, destinado a desaparecer. Actualmente, la galería A/34 gestiona su legado; fue allí donde un curador del MoMA, fascinado por el trabajo del barcelonés, convenció a la institución neoyorquina para que adquiriera cinco de sus esculturas disecadas, en el año 2017.
Llena combina la creación artística con la actividad teórica y la docencia. Ha escrito La gana de l’artista (1999) y Per l’ull de l’art (2008), además de artículos en diferentes medios, donde reivindica la práctica artística como una necesidad vital y un acto de resistencia. “Pensar que el arte tiene una función social inmediata es un disparate”, defiende, e insiste en la dimensión íntima de la experiencia estética: “La verdad del arte está en el corazón, no en la cabeza.” Ha enseñado en la Universidad de Girona y en EINA, y su obra forma parte de colecciones como las del Macba, el Reina Sofía, el Museu Tàpies, la Fundació Miró o el MoMA.
Figura clave de la posmodernidad artística catalana y de la renovación del lenguaje escultórico y conceptual en España, Llena ha adoptado a menudo una posición marginal y crítica respecto al sistema artístico, rehuyendo los caprichos y dinámicas del mercado. Su filosofía ha dado lugar a una obra frágil, íntima y efímera, pero sólidamente auténtica y poéticamente perenne. “Jamás he hecho codos para sacar buenas notas, ni para ganar oposiciones, ni para hacer carrera artística. He vivido, y vivo, de rodillas: siempre dispuesto y agradecido”, escribe en sus Memòries de fum.
Antoni Llena Memòries de fum L’Avenç 120 páginas 16,15 euros
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