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Exposición conmemorará medio siglo del decreto del programa Pago en Especie

Exposición conmemorará medio siglo del decreto del programa Pago en Especie

Exposición conmemorará medio siglo del decreto del programa Pago en Especie

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▲ Hugo B. Margáin revisa junto con David Alfaro Siqueiros y Raúl Anguiano una obra de Diego Rivera conocida como Lucila y los judas, entregada como pago en especie para cubrir sus obligaciones fiscales.Foto Imágenes tomadas de libro Museo de arte de la SHCP

Merry MacMasters

Periódico La JornadaMiércoles 7 de mayo de 2025, p. 2

El programa Pago en Especie de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) permite a los artistas cubrir sus obligaciones fiscales mediante la entrega de obra de su autoría. Es un innovador mecanismo tributario, único en su género. Con este programa se ha conformado un acervo representativo del arte moderno y contemporáneo del país.

Este año se cumple medio siglo del decreto presidencial que autoriza a la SHCP recibir de los artistas que produzcan obras de artes plásticas en forma independiente, el pago del impuesto al ingreso de las personas físicas, que causen directamente por dicha actividad, con obras de su producción. Para conmemorar el hito, la institución prepara una exposición, aun sin fecha, tanto documental como de obra, para el Museo de Arte de la SHCP.

Los antecedentes del programa se remontan a 1957, cuando un grupo de artistas, encabezado por David Alfaro Siqueiros, solicitó al entonces director del Impuesto sobre la Renta, Hugo B. Margáin, la opción de pagar sus impuestos mediante obra plástica de su autoría. Al respecto el funcionario escribió en 1982 acerca de la plática con el pintor y muralista en la que “se gestó la idea de permitir a los artistas el pago de sus impuestos por medio de obras de arte.

“Siqueiros tenía organizado a un grupo de pintores y a uno de ellos se le había embargado por la falta del pago del impuesto derivado de sus ingresos. Con vehemencia, Siqueiros alegaba que un pintor no sabe de contabilidad ni de las complicaciones establecidas en las leyes impositivas. ‘Lo único que tenemos –me dijo– son cuadros, y si quieres podemos pagar nuestras obligaciones al gobierno con la entrega de algún cuadro’. ‘No me parece mala idea’, le contesté. Podríamos, por virtud de este sistema, coleccionar un acervo artístico contemporáneo importante y lo estableceríamos en un museo especialmente hecho para el caso. Estoy seguro de contar con el apoyo de los empresarios y banqueros para la erección del museo.”

La propuesta fue aprobada por el entonces secretario Antonio Carrillo Flores y la respuesta de los artistas fue entusiasta. De acuerdo con Margáin, Diego Rivera entregó su cuadro El estudio del artista y poco después tres obras correspondientes a los meses finales de su vida (falleció el 24 de noviembre de 1957): El obrero reconstructor de Varsovia, Paisaje urbano y Rompiendo el hielo en Bratislava. La contribución de Rivera en realidad representó una donación, ya que no tenía adeudos.

Rufino Tamayo entregó el cuadro La Venus fotogénica, mientras Adolfo Best Maugard envió su pintura Zapata. Otros artistas como Raúl Anguiano, Joaquín Martínez Navarrete y José Chávez Morado, entre muchos más, tuvieron una participación semejante.

El éxito iba en aumento. Margáin señala:”El novedoso procedimiento se hizo extensivo a grabadores y escultores, y fue tan notable que países cultos de Europa vinieron a retratar las obras entregadas, en un principio exhibidas en el Salón de los Escudos de la SHCP, y más tarde en la Capilla de la Emperatriz. De esta suerte se formó el principio de un excelente museo de arte contemporáneo mexicano”.

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Emiliano Zapata, óleo sobre tela de Adolfo Best Maugard que forma parte del Acervo Patrimonial de la SHCP.Foto Imágenes tomadas de libro Museo de arte de la SHCP

A la distancia, el funcionario público valoró los resultados del programa: La contribución de los artistas en especie debe considerarse, además, como un estímulo al movimiento artístico nacional contemporáneo. Desde el punto de vista de los intereses nacionales puede asegurar que esta forma de pago en especie, lejos de lesionar los intereses económicos del Estado, lo enriquecieron. Todas las obras recibidas entonces tienen un valor mucho mayor ahora de lo que los artistas adeudaban al fisco.

El programa Pago en Especie fue formalizado por medio de un decreto presidencial publicado el 6 de marzo de 1975 en el Diario Oficial. Entre los criterios se consideró que proteger y acrecentar los bienes y valores que constituyen el acervo cultural de la Nación y hacerlos accesibles a la colectividad constituye una de las finalidades de la función social educativa. Con tal fin, conviene que el Estado adquiera una muestra representativa de las artes plásticas, obra de autores mexicanos o extranjeros que obtienen ingresos gravables por su actividad artística en el país. Para hacer accesibles a la colectividad las obras que adquiere el Estado, éstas deben ser expuestas en salones o museos a los que concurra el público en general y exhibirlas en el extranjero como ejemplo de la creación artística nacional de nuestro tiempo.

Aunque el acervo del programa está integrado principalmente por pintura y escultura, se ha modificado para modernizar su operación. Hoy incluye formatos como fotografía, instalación, arte sonoro y arte digital.

Selección rigurosa de Vicente Rojo

Debido a que la colección es la tarjeta de presentación del arte que se hace en el país, los creadores inscritos en el programa procuran mandar lo mejor de su producción. Un ejemplo es Vicente Rojo (1932-2021). El pintor, grabador y escultor entregó su primera obra al programa en 1976, y no sólo se mantuvo en activo en ello hasta sus últimos días, sino que siempre seleccionó sus mejores piezas, expresó a La Jornada en 2021 Nadia Hernández Serrano, directora de control de colecciones de la Dirección General de la Conservaduría de Palacio Nacional y Patrimonio Cultural de la SHCP.

Sabemos que el maestro fue un artista muy disciplinado y comprometido con su obra, además de mantener estándares muy altos en cuanto a su creación, apuntó Hernández Serrano con motivo de la exposición Una trayectoria, una colección: Vicente Rojo, montada en el Centro Cultural Estación Indianilla. Las 48 piezas que el artista entregó al programa a lo largo de los años están organizadas a partir de siete de las series que el artista trabajó a lo largo de su vida: Señales, Negaciones, Códices, Recuerdos, México bajo la lluvia, Escenarios y Volcanes.

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La máquina estética, de Felguérez, llega a la Rectoría General de la UAM

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▲ Una de las piezas que creó Manuel Felguérez al dotar a una computadora de sensibilidad artificial.Foto cortesía de la Academia de Artes

Merry MacMasters

Periódico La JornadaMiércoles 7 de mayo de 2025, p. 3

En 1975, con una beca Guggenheim bajo el brazo y una carta como profesor invitado de la Universidad de Harvard, el pintor y escultor Manuel Felguérez (1928-2020), en colaboración con el matemático colombiano Mayer Sasson, emprendió una investigación de lo más vanguardista en su trayectoria artística. Durante su estancia en la institución en Massachusetts, el artista zacatecano se dio a la tarea de trabajar el proyecto La máquina estética en un laboratorio de cómputo, con el fin de explorar las conexiones entre el arte y la ciencia por medio de una serie de premisas trabajadas numéricamente.

Los resultados, publicados en un libro editado en 1983, mostraron una serie de pinturas y esculturas derivadas de este ejercicio. Algunas de estas obras se incluyeron en el acervo de la Academia de Artes, institución que ha facilitado obra para la exposición Manuel Felguérez: Una máquina estética, montada en la galería que lleva su nombre en la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El proyecto de Felguérez consistió en aprovechar las grandes computadoras que Harvard poseía en su laboratorio de cómputo. En ese entonces los procesadores se alimentaban con tarjetas perforadas, recordó en el acto inaugural Louise Noelle, académica secretaria de la Academia de Artes.

Juicios estéticos

En la introducción que el artista escribió para el libro editado por el Instituto de Investigaciones Estéticas, señaló: Como se sabe, puede dotarse a una computadora de inteligencia artificial, lo que le permite tomar decisiones inteligentes. Pues bien, si en este caso, en el proceso de alimentación del aparato, la mayoría de las órdenes corresponden a juicios estéticos, o sea, a decisiones de origen emotivo, podemos afirmar que fue posible dotar a la computadora de una sensibilidad artificial, creando así la Máquina Estética.

Los más de 200 bocetos que produjo la computadora fueron fuente de inspiración para muchas obras del artista. En ellos, círculos, triángulos y rectángulos constituyen su lenguaje plástico. La muestra de la UAM, que ya se exhibió en el Museo de Antropología de Xalapa, está integrada por ocho esculturas de pequeño formato de la serie La máquina estética, realizadas en metal laqueado y varios colores entre 1975 y 1976, además de ocho piezas contemporáneas en las que las complejas formas derivan de la fusión del metal con la pintura. La multiplicidad y abundancia de diseños, aparente contradicción con la pureza de las sencillas formas geométricas de tonos sobrios, logran un fuerte impacto visual con resultados de gran valor estético que permiten analizar de cerca un momento fundamental en la producción artística de Felguérez. La vocación de avanzada, una lógica multidisciplinaria y el espíritu de búsqueda constante, lo convirtieron no sólo en pionero en México respecto a la producción de imágenes con computadora, sino también del arte abstracto en el país y una de las figuras clave en el desarrollo del arte contemporáneo.

El trabajo realizado en el laboratorio de la Universidad de Harvard representó para Felguérez una expansión de su lenguaje y de sus indagaciones sobre la abstracción geométrica mediante el uso de tecnologías y el marcado interés sobre la relación entre el arte y la ciencia; es decir, un diálogo entre hombre y máquina con un fin más allá de lo funcional.

Manuel Felguérez: Una máquina estética permanecerá hasta el 1º de agosto en la Galería Manuel Felguérez de la Rectoría General de la UAM (Prolongación Canal de Miramontes 3855, colonia Ex Hacienda San Juan de Dios, Alcaldía Tlalpan) con un horario de 10 a 18 horas.

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