El vestir de Nonell

El fin de semana pasado fue de emociones fuertes porque no cada día encuentra uno una carta inédita del pintor Isidre Nonell en la que, para colmo, habla del famoso traje con el que llegó de París en 1898 y que levantó tanto revuelo en Barcelona. Una vez más el descubrimiento es fruto de la sagacidad de Joan Mar Sauqué, con quien llevamos a cabo una investigación a cuatro manos. Es un traje modernísimo. La chaqueta tiene una especie de cuello Mao, con grandes botones, la camisa blanca asoma con un borde elegante. El corte de pelo completa el efecto de modernidad: una media melenita con el pelo estirado (a Nonell, de natural, se le tendía a rizar el pelo). El artista estaba tan contento con su nueva pinta que, antes de irse de París, se sacó un retrato, con todo el equipo, la barbilla orgullosamente levantada. Existen diversas copias de esta fotografía, lo que hace pensar que las encargó el propio Nonell para regalar a sus amigos. Picasso debió tener una que le sirvió para realizar un dibujo que publicó en el catálogo de una exposición de 1901. Miquel Utrillo tenía otra. Y Joan Mar Sauqué ha localizado una tercera en una subasta.
El pintor Isidre Nonell en 1898: un traje modernísimo
Biblioteca Santiago Rusiñol, SitgesEl gran Ramon Raventós se refirió a este traje en un artículo de 1911, justo después de la muerte de Nonell: “Vingué amb una cabellera a la romana, amb un vestit de rapiu mudat, amb unes negres corbates, que li donaven tres voltes al coll y amb unes ermilles fantàstiques; duia els pantalons amples y cordats al cap d’avall amb un rengle de botons. Fou un èxit. Encara no’l coneixíem y ja l’admiràvem. Oh! aquell vestit y aquells dibuixos y aquella auriola del qui ha estat a París”. En la carta que hemos encontrado, Nonell se ríe del efecto que provoca en Barcelona y lo explica a un amigo que está en el extranjero. “Cuan me poso el traje aquet soch l’admiració de la gent y això que ja no porto la cabellera.” Y para demostrarlo, añade un artículo publicado a los tres o cuatro días de su regreso. El periodista cuenta que, de la impresión, un escriptor estuvo a punto de pegarse un tiro.

El editor de Àmbit, Agustí Coll, Ramon de España, Javier Mariscal, Llàtzer Moix, Sergio Vila-Sanjuán i Carlos Pazos, amb Miquel Barceló, al bar Boliche a començaments dels vuitanta
Arxiu de Sergio Vila-SanjuánEsta historia me recuerda a una fotografía de uno de los primeros viajes a Barcelona de Miquel Barceló, tras sus primeros éxitos en París, que conserva Sergio Vila-Sanjuán. Era un acto en el bar Boliche: en 1984 se presentaba una colección de guías de artistas que publicaba la galería Àmbit. Aparecen Ramón de España, Llàtzer Moix, Carlos Pazos, Javier Mariscal y el propio Sergio, ataviados como se estilaba en Barcelona a principios de los ochenta, es decir, de modernos: americanas, cazadoras de aviador, corbatas. En el centro del grupo, Barceló luce unos pantalones alucinantes, bombachos, de gruesas rayas transversales y una camisa de retales coloridos, un corte de pelo como el del cantante de Duran Duran y los ojos pintados con rayita. Va vestido de Nonell posmoderno y los buenos amigos Vila-Sanjuán, Moix, Pazos y De España, de modernistas de los Quatre Gats. Las cosas no cambian nunca tanto como parecen.
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