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Celebra Manuel Marín medio siglo de labor artística

Celebra Manuel Marín medio siglo de labor artística

Celebra Manuel Marín medio siglo de labor artística

Merry MacMasters

Periódico La JornadaJueves 10 de julio de 2025, p. 4

El escultor y pintor Manuel Marín (Ciudad de México, 1951) festeja su medio siglo de trabajo artístico –que comenzó con su primera exhibición individual en la Casa del Lago, en 1974/1975– con la exposición El encomio del silencio y el vacío, montada en el Museo Casa del Risco. No es una muestra antológica con miras a ser una retrospectiva, sino más bien se enfoca en las dos vertientes principales de su obra: la escultura y la pintura, aunque el dibujo también forma parte decisiva de la misma.

Dividida en dos secciones, la primera contiene 32 esculturas de pequeño formato, realizadas en acero policromado, pintado al acrílico, que provienen de tres proyectos que empezó en 2019 y concluyó este año. Floreros gira en torno a la vida vegetal, en tanto Serpientes y ranas tiene que ver con la vida animal y el tercero, Cabezones, con la vida humana.

La sección dedicada a la pintura comprende la serie El hombre ausente, con 29 cuadros pintados en 2023, cuyo objetivo es recorrer la vida en un día: mañana, mediodía, tarde, noche y el inicio de la mañana siguiente. Es la primera vez que se exhibe esta obra.

Conocido más como escultor, Marín, miembro de la Academia de Artes, describe su obra como neofigurativa, movimiento artístico de la segunda mitad del siglo XX. Esto es que maneja el concepto de la figuración posteriormente a la abstracción. Ya no es abstracta, aunque tampoco llega a ser realista ni surrealista, tampoco naturalista, sino que es una nueva figuración, preconizando un retorno al objeto y la realidad cotidiana.

–En este medio siglo, ¿por dónde le han llevado sus exploraciones artísticas?

Foto

▲ Pieza de Manuel Marín que forma parte de la serie Floreros.Foto cortesía del artista

–En la escultura he tenido cuatro etapas y en la pintura tres. Las soluciones escultóricas son la extensión de mi dibujo, mientras la pintura se fue desprendiendo y ahora es completamente autónoma de mi dibujo. En la escultura busco la esquematización del mundo natural, mientras en la pintura una idealización de un pensamiento sobre la mirada.

En la primera etapa de la escultura empecé a hacer piezas planas; es decir, que las caras no tienen volumen. Son geométricas y pintadas de modo abstracto. En una segunda fase integré figuras abstractas; sin embargo, se trata de una figuración en espacios ya no abstractos. Luego, en un tercer momento encontré la posibilidad de trabajar planos completamente independientes. Podía hacer una figura que se distribuía en diferentes planos en el espacio. Se puede decir que son figuras espaciales planas. En la cuarta etapa las figuras son muy reconocibles, aunque esquematizadas. Muchas tienen humor porque los hombres caminan sentados, mientras los animales están parados de cabeza, por ejemplo.

La pintura, por su parte, se fue por el lado de la reflexión sobre lo trascendente. Con ello quiero decir que son pinturas que reflejan un estado de ánimo introspectivo, por lo general, y otro de ausencia de presencia. No hay nada en los paisajes. Otra característica sería la objetualización de las cosas que uno ve sin poderlas describir. Pueden parecer animales, aunque no lo son. Hay montañas que parecen cabezas de personas, pero tampoco lo son. Es en ese juego.

El encomio del silencio y el vacío se exhibe en el Museo Casa del Risco (Plaza San Jacinto 5 y 15, colonia San Ángel) hasta el 28 de septiembre.

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