Alejandro Magno y la ambición de las Siete Maravillas

Aprovechando el último cambio de siglo, una fundación suiza organizó una votación global para establecer las siete nuevas maravillas del mundo. El resultado final colocó en el podio al Taj Mahal, Petra, la Gran Muralla china, Chichén Itzá, el Machu Picchu, el Coliseo de Roma y el Cristo Redentor de Rio de Janeiro. Una lista que se une a decenas aparecidas a lo largo de los siglos y cuyo primer modelo conocido, recuerda la historiadora británica Bettany Hughes, tiene 2.200 años y surgió en el extenso mundo helenístico racional, empírico y taxonómico –Aristóteles fue el tutor del emperador– creado por Alejandro Magno. Una lista a la que siguieron muchas otras, listas que no retrataban lugares míticos ni inalcanzables y que sirvieron para el turismo de la antigüedad.
La primera lista encontrada son los laterculi alexandrini , un papiro fragmentario que envolvía una momia en Egipto y que contenía numerosas listas: las siete islas más importantes, los siete ríos más bellos o los siete mejores artistas, siendo siete un número asociado a la perfección. Unos laterculi alexandrini que comienzan con una conversación imaginaria entre Alejandro Magno y los gimnosofistas –literalmente, los sabios que hablan desnudos– indios hablando sobre la naturaleza del gobierno, lo que muestra que los listados tienen que ver con el poder a la vez que son un publirreportaje del mundo conocido y colonizado por los griegos. De la lista de maravillas se conservaron tres en el papiro, muy deteriorado: el mausoleo de Halicarnaso, el templo de Artemisa en Éfeso y la Gran Pirámide de Guiza.

Las pirámides de Giza
WitR / TercerosJunto a ellos, con el paso de los siglos, la lista canónica quedaría completa con el coloso de Rodas, la gran estatua de Zeus en Olimpia, el faro de Alejandría y los jardines colgantes de Babilonia. Y las historias de estas siete maravillas canónicas las revive Hughes en Las siete maravillas del mundo antiguo (Ático de los libros). “Sean buenos o malos tiempos, la gente quiere maravillas. Anhelan esa sensación de asombro para colaborar, para crear cosas extraordinarias. Además, hoy en el Mediterráneo oriental hay mucha arqueología nueva que está dando cuerpo a la historia de estas maravillas. Así que era el momento de este libro”, señala la historiadora.
Y recuerda que “hay gente que piensa que algunas de ellas son leyendas, pero son lugares reales que la gente realmente visitó. Es increíble ver esos enormes bloques de piedra en el fondo del mar que formaban parte del faro de Alejandría, con gente pescando sentados en el marco de una de las maravillas por donde sabemos que Cleopatra habría caminado”. Y advierte que “fueron parte del turismo temprano, muchas listas sobrevivieron porque se escribieron como guías muy prácticas. Filón de Bizancio hizo literalmente una guía turística: no atraques en ese puerto, es bastante peligroso, no dejes tus pertenencias allí, podrían ser robadas”.
Y advierte que entre las siete maravillas están “la Gran Pirámide y también el coloso de Rodas, separados por más de dos mil años, es una lista muy amplia pero que habla de ese mundo conquistado por Alejandro Magno. Es casi un catálogo: éstas son las cosas asombrosas en esta parte del mundo sobre la que tenemos control o estamos influyendo en términos culturales. En ese sentido, es significativo que Persépolis, en Irán, no esté en la lista”. Una lista, recuerda, “en la que el tamaño importa, porque todos son enormes” y “todos son encarnaciones de aspectos muy diferentes de lo que significa ser humano”.
“La Gran Pirámide –ejemplifica– tiene que ver con nuestra conexión con un universo mayor: creían que el faraón Keops estaba en una máquina de resurrección gigante, que sería expulsado y se convertiría en parte del universo. El faro de Alejandría tiene que ver con la sabiduría, la racionalidad y el intercambio, la combinación de ideas para obtener lo mejor. El coloso de Rodas es una especie de símbolo de la diplomacia. Son grandes en tamaño, pero también en significado. El templo de Artemisa tiene que ver con dar santuario, la noción de que puedes acoger a los débiles y a los necesitados. Los jardines colgantes de Babilonia tienen que ver con el dominio sobre el poder sobre la naturaleza. Y las estatuas utilizadas en Olimpia se relacionan con la competición. No se trata solo de poder, también de significado”.
Construcciones que nos han dejado incluso palabras – mausoleo viene de Mausolo, el rey que construyó la fastuosa tumba en Halicarnaso, adonde los turistas aún iban en el siglo XII– y cuya desaparición –solo queda Guiza–, apunta Hughes, se debió en buena parte “a la madre naturaleza”. “Las piedras del exterior de Guiza fueron sacudidas por un terremoto que también hizo que se derrumbara el faro de Alejandría. El templo de Artemisa fue atacado, pero también hubo muchos daños por un terremoto. El mausoleo de Halicarnaso se derrumbó debido a un terremoto. Es interesante que sean expresiones absolutas de la ambición y la esperanza humanas y de su arrogancia, podemos hacer nuestras propias montañas, pero que los humanos seamos como cerillas cuando se trata del poder natural”.
Y avisa de una octava maravilla recién descubierta, “un asentamiento asombroso de 12.000 años llamado Karahan Tepe, entre Siria y Turquía. Va a reescribir la historia: una ciudad 4.000 años antes de que pensáramos que existían ciudades. Solo se ha excavado el 1% y es enorme, con cámaras de penes gigantes. Va a cambiar lo que pensamos sobre la sociedad humana primitiva. Y ya debía de estar enterrada cuando se hizo la lista original”.
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