CEO de Intel bajo fuego: ¿riesgo para EE.UU. por lazos con China?

Lip-Bu Tan no es nuevo en la industria tecnológica. Para muchos, fue quien rescató a Intel en un momento crítico, gracias a su visión estratégica y su historial exitoso en compañías como Cadence Design. Sin embargo, el pasado nunca muere del todo, y menos cuando las tensiones entre Estados Unidos y China se encuentran en su punto más álgido.
En los pasillos del Senado estadounidense, se ha levantado una acusación que amenaza con cambiar el rumbo de la mayor empresa de semiconductores del país. El senador Tom Cotton lanzó una advertencia directa: ¿Intel investigó lo suficiente a Tan antes de ponerlo al mando?
Intel no solo fabrica chips; construye confianza nacional. Como parte del programa Secure Enclave, sus actividades deben ajustarse a protocolos de defensa ultraseguros. El problema: Tan tiene un historial de inversiones —alrededor de 184 millones de euros entre 2012 y 2024— en empresas chinas, algunas vinculadas, presuntamente, al Ejército Popular de Liberación y al Partido Comunista Chino.
¿Son esas inversiones un conflicto de interés? ¿Puede alguien con vínculos pasados con China liderar un proyecto clave para la defensa estadounidense? Cotton cree que no. Y lo ha dejado claro en una carta enviada al consejo directivo de Intel.
Desde que estalló la polémica, Intel ha asegurado que Tan ya no mantiene vínculos activos con empresas chinas. Pero los críticos no están satisfechos: exigen pruebas documentadas de que realmente vendió sus acciones. Más aún, la sombra del pasado se extiende: Cadence Design, empresa que Tan lideró hasta 2023, acordó pagar más de 128 millones de euros por vender software a una universidad militar china involucrada en simulaciones nucleares.
La narrativa oficial es que Tan ya no tiene lazos con esas organizaciones. Pero como dice el refrán: “el que tuvo, retuvo”.
Este caso no es aislado. Se enmarca en una guerra tecnológica silenciosa, pero brutal. Mientras EE.UU. sanciona a empresas chinas y restringe la exportación de chips, China responde con bloqueos y amenazas al acceso de compañías estadounidenses. En medio, ejecutivos como Lip-Bu Tan caminan por la cuerda floja.
Para EE.UU., cada microchip es ahora un tema de seguridad nacional. Y cada directivo, una potencial amenaza o aliado estratégico.
La figura de Lip-Bu Tan representa algo más que la dirección de Intel: simboliza el dilema que enfrenta la industria tecnológica global. ¿Puede un líder con conexiones pasadas con China dirigir una empresa clave en la defensa estadounidense? ¿Es posible separar el talento del contexto geopolítico?
La respuesta aún está por verse. Pero lo cierto es que Intel no puede permitirse más errores. Y EE.UU. tampoco.
La Verdad Yucatán