Música y espiritualidad para San Giustino María Russolillo: el consejo de Morone encanta a Pianura

Una noche de celebración, música y profunda espiritualidad —relata Consiglia Morone— iluminó el barrio de Pianura el domingo para las celebraciones dedicadas a San Giustino María Russolillo. Un evento especial, esperado con ilusión por toda la comunidad, que transformó el corazón del Santuario de San Giustino en un gran abrazo colectivo, lleno de música, aplausos y oración. El artista presentó un repertorio variado y refinado: canciones internacionales, grandes clásicos italianos y música tradicional napolitana reinterpretada con un toque moderno. Un concierto que unió a diferentes generaciones y acompañó los momentos más intensos de la celebración. «Desde las primeras notas», explica, «sentí una fuerte conexión con el público. Mi música fue recibida de inmediato con calidez y entusiasmo. Fue como si los presentes se vieran envueltos por mi flujo musical, transmitiéndome energía y afecto. No fue solo una actuación: fue un encuentro de almas, en un lugar que irradia una gran fuerza espiritual». El Santuario de San Justino, meta de peregrinaciones de todo el mundo, fue el escenario y el símbolo de esta velada. "Cantar en un lugar de oración, frente a quienes vienen aquí en busca de esperanza y consuelo", continúa Morone, "es un regalo que jamás olvidaré. Es una sensación difícil de describir: entre estas paredes, sentí una conexión directa con algo más grande, como si mis canciones se convirtieran en una oración". El artista interpretó piezas con arreglos modernos y la delicadeza que se ha convertido en sello distintivo de sus interpretaciones. Estas se complementaron con clásicos internacionales, que sorprendieron por su elegancia e intensidad. Intenté llevar mi Nápoles al mundo y el mundo a Nápoles —dice—, porque la música es un puente entre culturas, emociones e historias. La tradición es algo vivo, que puede conectar con los jóvenes si se presenta en un nuevo idioma. El concierto estuvo repleto de momentos de gran participación colectiva: el público cantó, aplaudió y muchos se levantaron a bailar, transformando el patio en una fiesta espontánea. Ver a los jóvenes junto a los mayores, moviéndose al ritmo de la misma música, añade, fue la señal más hermosa de una velada que unió a todos. Para mí, este es el poder de la música: no hay barreras de edad, origen ni experiencia cuando cantas y bailas juntos. Morone no ocultó su emoción, recordando además el valor simbólico de esta etapa de su carrera: Esta comunidad tiene un alma acogedora que te hace sentir parte de algo. Aquí, frente a esta gente y este Santuario, sentí que daba algo, pero también recibía mucho más. Fue una noche que siempre recordaré, porque tras cada aplauso sentí un sincero agradecimiento. Al finalizar el concierto, el artista quiso dedicar un pensamiento al santo que inspiró la celebración: «Dedico cada nota a San Justino María Russolillo y a su misión, que sigue hablando a los corazones. Agradezco a quienes organizaron estas celebraciones por invitarme».
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