Big Bang metafísico. «La rana y el escorpión» de Rocco Ronchi no rehúye la comparación con la realidad anterior al logos.


Foto de Tamara Stoffers en Unsplash
Biblia
El autor no teme quemarse y, para ayudar al lector, se pone los guantes de los cuentos de hadas para cuestionar el pensamiento occidental ortodoxo que coloca la nada en el fundamento de lo posible y el yo se sitúa en ese vacío.
Sobre el mismo tema:
El pensamiento occidental está atrapado en dicotomías estériles que no dejan espacio para nuestra existencia . Nos sentimos como extraños en nuestra propia casa, para citar a Freud. ¿Cómo nos metimos en este lío? Albert Einstein advirtió que para avanzar, es necesario cuestionar las premisas. Este es el desafío que el filósofo Rocco Ronchi aborda en su última obra, La rana y el escorpión : el canon del poder (Castelvecchi, 2025). Basándose en la fábula de Esopo (que Orson Welles hizo famosa), analiza el poder en la raíz tanto de la naturaleza como de nosotros mismos, un poder que el pensamiento occidental aparentemente ha olvidado, si no negado explícitamente. No es coincidencia que el libro, que alcanza alturas raras en la literatura filosófica contemporánea, use el mito para lograr el objetivo principal de la filosofía: comenzar siempre de nuevo; un camino difícil que muchos autores evitan para no correr riesgos (condenándose a no decir nunca nada). Ronchi no tiene miedo y se aventura por esa línea kárstica que él mismo, en obras anteriores, ha definido como Canon Menor para distinguirlo de la ortodoxia filosófica y política (el Canon Mayor, precisamente).
Esta línea menor —que, sin embargo, ha encontrado expresión en Escoto Erígena, Spinoza, Hegel, Deleuze, Bergson, Whitehead, Gentile— da voz a ese fundamento monstruoso (en un sentido que explicaré enseguida) que aún no está definido por ser infinito y, por lo tanto, fuente de toda forma. Ronchi persigue el acontecer puro, el acto en acción, la lava incandescente de lo real. «Monstruoso» significa, como en Kant y Lacan, aquello que perturba el orden de lo conocido y lo pensable, obligándonos a repensar nuestros conceptos de naturaleza, norma y racionalidad; no porque vaya en contra de la razón, sino porque la precede. Ronchi no teme quemarse, y para ayudar al lector, se pone los guantes de los cuentos de hadas, como en el exquisito caso del cuento de Gianni Rodari, «El hombrecito de la nada», utilizado para cuestionar el pensamiento occidental ortodoxo que sitúa la nada en el fundamento de lo posible . Y el yo, el lugar de nuestra existencia e interioridad, se sitúa en este vacío. Por el contrario, para Ronchi, la raíz de todo es el poder, bien representado por el escorpión, el monstruoso e incompresible fundamento de la naturaleza. El escorpión contrasta con la rana, que encarna la racionalidad, la palabra (el logos), que la ciencia toma como norma invencible y que es derrotada porque no es más que una pausa entre la potencialidad y el acto; una pausa adimensional e insustancial donde la metafísica implícita de la ciencia busca encerrarnos. El escorpión mata a la rana.
Frente a este hombrecillo de nada, fundamento del pensamiento occidental, Ronchi retoma la ecuación megárica physis:dynamis:energheia, o la trinidad eternamente móvil de naturaleza:potencia:acto. Aquí, Ronchi se ve obligado a inventar su propia notación para evitar la naturaleza estática del signo "igual" y la separación por coma. ¡Larga vida a los dos puntos, entonces! Mientras que el sentido común sostiene que nosotros y el mundo estamos hechos de componentes separados unidos por relaciones externas, la trinidad dinámica de naturaleza, potencia y acto nunca es descomponible: es un individuo (una palabra que significa "indivisible"). Todo es lo que es solo cuando su naturaleza se actualiza. La llave es llave solo cuando abre la cerradura. El héroe es héroe solo cuando actúa como héroe. Ser es actuar. No hay espacio ni vacilación entre lo que uno es, lo que uno puede hacer y lo que sucede. La referencia obligada es a los megarenses, corriente filosófica casi olvidada sobre la que Platón y Aristóteles obraron una damnatio memoriae, de la que sólo queda una sombra distorsionada en los grandes adversarios de Sócrates, los filósofos eleáticos.
Como en el Big Bang cosmológico, la metafísica también desarrolla una serie de vertiginosos saltos hacia atrás: antes de la razón yace la voluntad, antes del lenguaje yace la naturaleza, antes del yo yace la persona, y antes de esto yace el monstruoso poder de la realidad, ¡que lo es todo ! En su núcleo yace un fundamento intransitivo, personal pero no subjetivo, anónimo pero no objetivo. En páginas que son sin duda desafiantes para quienes carecen de la comprensión adecuada, La rana y el escorpión de Ronchi revela ese momento primordial donde la necesidad y la contingencia aún no están separadas ; donde la naturaleza, que crea la naturaleza, declinando en potencialidad y acto, proyecta esas sombras que la ortodoxia llama necesidad y posibilidad, verdad y realidad, sujeto y objeto. El objetivo es regresar a la luz cegadora del acto puro.
Más sobre estos temas:
ilmanifesto