39 años del Maxi Canvas de Carlo Riccardi en la Piazza del Popolo de Roma.

Han pasado treinta y nueve años desde aquel caluroso sábado de verano de 1986, cuando Carlo Riccardi, artista, fotógrafo y pintor, envolvió el obelisco de la Piazza del Popolo de Roma con uno de sus famosos Maxi-Lienzos. Un gesto artístico único, que combina asombro, provocación y compromiso cívico. El repentino e inesperado suceso del 16 de agosto de 1986 asombró a romanos y turistas por igual: muchos se detuvieron, intrigados, mientras la policía de tráfico rodeaba el obelisco para presenciar (y quizás vigilar) esta inusual pero simbólicamente poderosa operación.
El objetivo de Riccardi era claro: concienciar al público y a los medios de comunicación sobre el estado de los monumentos italianos y animar a las instituciones a promover y proteger el patrimonio artístico del país. Un acto poético y cívico que, aún hoy, permanece en la memoria colectiva como una de las performances más emblemáticas de la Roma contemporánea. Pionero del arte callejero mucho antes de que el término "arte callejero" se popularizara, Riccardi ya había llevado sus gigantescos lienzos a las plazas de Italia y Europa. El movimiento que fundó, "Arte en Camino", transformó los espacios urbanos en galerías al aire libre, sin alterar permanentemente las ubicaciones: obras itinerantes, apariciones fugaces que conservaban intacto el contexto, pero impactaban profundamente a quienes las contemplaban.
Entre sus actuaciones más memorables se encuentran la Piazza della Signoria de Florencia; la Maxi Tela para Juan Pablo II, desplegada en la Sala Nervi del Vaticano; el Claustro de San Domenico de Siena; el Teatro Impero de Terracina; la Galería de Rafael de Fráncfort; y exposiciones en Barcelona y Basilea. En 1987, Roma acogió más de sus impresionantes instalaciones: desde el Castillo de Sant'Angelo hasta la Piazza Navona, desde San Pedro hasta el Foro Itálico, e incluso en la playa de Ostia. Riccardi incluso expuso bajo el agua, en el mar de Ponza, y en eventos internacionales como el Meeting de Rímini y la Expo de Milán.
Artista total, nacido en Olevano Romano el 3 de octubre de 1926, Carlo Riccardi no solo fue pintor y artista, sino también uno de los primeros fotógrafos italianos en documentar la historia de nuestro país. Su archivo contiene más de tres millones de fotografías, un patrimonio visual invaluable. En la década de 1970, fundó el movimiento Quinta Dimensione, con un manifiesto firmado por más de sesenta artistas, entre ellos Pericle Fazzini, Emilio Greco, Umberto Mastroianni y Franco Gentilini.
El símbolo, un círculo con dos líneas paralelas pintadas con pintura fluorescente, aún hoy es visible en la oscuridad. El mensaje era contundente: «Devolver al hombre al centro», combinando antropocentrismo, cibernética y una visión astral del ser humano. De regreso a la Piazza del Popolo en 2016, para el trigésimo aniversario del primer maxi lienzo, Riccardi regresó con la obra «Diamoci una mano», creada junto a cincuenta artistas y amigos. En esa ocasión, también, el mensaje fue de unidad y diálogo entre los pueblos, a través del lenguaje universal del arte. Un legado luminoso. El Maxi Lienzo del 16 de agosto de 1986 no fue solo una obra de arte, sino un gesto visionario que aún hoy nos habla de la necesidad de preservar y proteger la belleza. Como dijo Pierre Carnac, amigo y biógrafo de Salvador Dalí: «En el año 4000, solo una pintura recordará nuestra época: el círculo luminoso de Carlo Riccardi».
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