'Los hoteles abandonados atraen a turistas morenos como yo. Me quedé petrificado por lo que descubrí'

¿Qué es lo peor que has hecho en vacaciones? Una vez, entré a la casa de otra persona. Era septiembre de 2024 y mi novio y yo estábamos persiguiendo el final de una aventura.

Pensábamos encontrarlo en Georgia , una nación del Cáucaso con una frontera inestable con Rusia. Una serie de efusivas entradas de blog nos llevaron al lugar turístico más atractivo del país: Tskaltubo , antiguos baños públicos soviéticos.

Si nunca has oído el término, el turismo oscuro ha sido un nicho emergente entre los amantes de las emociones fuertes desde hace varios años. Definido por darktourism.com como el turismo que implica viajar a sitios que incluyen muerte y desastres, se ha expandido ampliamente para incluir lugares vinculados con dictadores, asesinos en serie y encarcelamientos.

Y su popularidad no hace más que crecer. Según un estudio publicado por Digital Journal , se proyecta que la industria alcance un valor superior a los 32 000 millones de libras para 2031. Una encuesta de Travel News de 2022 reveló que un abrumador 91 % de la generación Z (de 13 a 28 años) había participado en esta actividad de alguna forma.

Tskaltubo, un balneario donde el difunto Joseph Stalin y sus camaradas solían relajarse y desconectar, sin duda cumplía con los requisitos de atractivo morboso. Además, las fotos lo hacían parecer sacado de The Last of Us.

Ha estado abandonado desde el colapso de la Unión Soviética en 1991 y lo que queda son edificios medio derruidos, escaleras flotantes y presagios de un colapso social. Parece otro mundo.

Tomamos un autobús a Tskaltubo, un pueblo polvoriento que parecía medio vacío, y mientras buscaba un edificio inquietante para explorar, vi el hotel. Tenía varios pisos. La hierba asomaba entre los escalones al subir. Sentí que algo me atraía.

Hay algo particularmente inquietante en un hotel abandonado. Pasillos y pasillos de habitaciones estaban vacíos. Los muebles estaban arrancados toscamente de las paredes, dejando solo trozos de yeso deshilachado.

La humedad se extendía por los techos blancos como zarcillos sangrantes. Y, sin embargo, había señales de vida. Vi una Biblia entreabierta junto al alféizar de la ventana. Documentos viejos se esparcían por el suelo. Una taza de café medio vacía junto a una puerta tapiada.

Subí la escalera medio destartalada hasta el último piso. Allí, percibí una quietud sobrenatural. A lo largo del pasillo había una cuerda tendida como un cable trampa. La pasé por encima con el corazón acelerado.

Sentí una presencia, pero me dije que me lo estaba inventando. Entonces me encontré con una habitación con una muñeca atada. Habitación 125. Me detuve y la miré fijamente. Tenía los ojos rojos y me clavaban la mirada. Una puerta se cerró de golpe. Grité y corrí.

Más tarde descubrí que no era mi imaginación. De hecho, Tskaltubo alberga a decenas, quizás cientos, de desplazados internos. Los desplazados internos son personas internamente desplazadas y hay más de 280.000 en Georgia, según un informe de la ONU.

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La mayoría huyó de la región de Abjasia en la década de 1990 a raíz de la guerra entre Georgia y Abjasia. Ante la escasez de alternativas, muchos optaron por asentarse en Tskaltubo, donde vivieron en baños públicos abandonados y hoteles al borde del colapso.

En 2022, 12 sanatorios se vendieron a inversores, mientras que el gobierno georgiano creó un programa de vivienda para realojar a los refugiados. Sin embargo, según un informe de la BBC , en 2024 los habitantes afirman que muchas familias aún viven allí.

Pensé en mis pasos atronadores, en los gritos. En las siniestras trampas dejadas, no por un fantasma ni un villano de terror, sino por gente sin hogar; supuse que para alejar a gente como yo. Pero solo soy parte de un problema mayor.