Vasos, cajas, utensilios: ¿deberías deshacerte del plástico en tu cocina?

Cajas de plástico, utensilios, cubiertos, platos, vasos, moldes, pero también electrodomésticos: robots de cocina, hervidores, batidoras, vaporeras y otras picadoras. Desde que se sintetizaron los primeros plásticos derivados del petróleo hace unos cien años, el plástico se ha vuelto esencial en la cocina.
Pero ¿qué contienen estos plásticos que se utilizan para preparar, cocinar, calentar o almacenar comidas? Los plásticos no están compuestos únicamente de polímeros (una sustancia química formada por moléculas grandes), "sino también de una mezcla de diferentes aditivos, que confieren al plástico propiedades: flexibilidad, rigidez, resistencia al fuego", explica la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria de Francia (ANSES).

¿Debemos tener cuidado con ello? "Los polímeros destinados a uso alimentario son menos ricos en aditivos", explica a BFMTV.com Jean-François Gérard, profesor del INSA de Lyon y director científico adjunto del Instituto de Química del CNRS.
“Se trata únicamente de polímeros validados y autorizados que cumplen las normas, especialmente en la Unión Europea”.
Pero reconoce que "nunca hay peligro cero". Particularmente porque estos polímeros se degradan con el tiempo. "Sabemos que, al degradarse, liberan partículas minúsculas: micro y nanoplásticos, que también liberan aditivos", señala a BFMTV.com Mathilde Body-Malapel, investigadora especializada en inmunotoxicología de la Universidad de Lille.
Aditivos presentados como “potenciales contaminantes químicos” por la ANSES. "Todos pueden ser tóxicos", añade Mathilde Body-Malapel, especialista en contaminantes que afectan a la salud humana. Los más conocidos son los bisfenoles y los ftalatos, disruptores endocrinos comprobados. Pero hay muchos otros.
"En el caso de algunos compuestos químicos añadidos al plástico, su toxicidad ha sido muy poco estudiada".
La Oficina Parlamentaria para la Evaluación de Opciones Científicas y Tecnológicas (OPECST), compuesta por diputados y senadores, mencionó en un informe sobre los impactos de los plásticos en la salud humana publicado en noviembre pasado un total de 4.000 productos químicos, de los 16.000 identificados, que "pueden clasificarse como peligrosos". La contaminación humana parece ser significativa: "El 25% de los 14.000 productos químicos contenidos en materiales plásticos en contacto con alimentos han sido identificados en el cuerpo humano", escribe la oficina.
El informe también destaca la naturaleza cancerígena, mutagénica y reprotóxica de estas sustancias, así como sus vínculos con malformaciones genitales en los recién nacidos, retraso o deterioro del desarrollo cognitivo en los niños y su toxicidad para ciertos órganos, la diabetes tipo 2 y la obesidad. "Las deficiencias en la evaluación de las sustancias químicas llevan a una subestimación de su peligrosidad", advierten los autores.
"Los microplásticos están presentes en todos los órganos humanos y se acumulan allí".
Porque las sustancias contenidas en un objeto de plástico pueden efectivamente liberarse en los alimentos o bebidas que contiene. Mathilde Body-Malapel menciona una "pequeña degradación", es decir, una pequeña contaminación, con cada uso. "Se encuentran trazas en cantidades mínimas, pero al fin y al cabo son trazas de nanoplásticos".
"Rastros, más rastros, más rastros, pueden acabar en cantidades potencialmente tóxicas".
Una contaminación que se produciría en situaciones cotidianas “banales”, continúa la investigadora Mathilde Body-Malapel. Un vaso de plástico colocado en una nevera portátil llena de cubitos de hielo, comida calentada en microondas –"incluso con los llamados recipientes aptos para microondas", explica– o incluso una comida servida en un recipiente de cartón.
Porque en este último caso el contenedor no es simplemente cartón. A menudo está recubierto con ácido poliláctico, llamado PLA, un polímero obtenido de plantas. Y según un estudio difundido por el Instituto Politécnico de París, la toxicidad de estos bioplásticos sería equivalente a la de los plásticos comunes fabricados a partir del petróleo.
"La toxicidad se minimiza", asegura Jean-François Gérard, también director del programa de reciclaje, reciclabilidad y reutilización de materiales del CNRS. "Los aditivos (en los envases de alimentos, nota del editor) están diseñados para evitar que migren". Pero aunque afirma que estas migraciones permanecen "bajo control", reconoce que efectivamente pueden formarse compuestos problemáticos "durante el uso, con la degradación, los arañazos, el envejecimiento o los pasos bajo la esponja".
Pero el principal problema, según él, sigue siendo el mal uso de estos envases de plástico. Por ejemplo, un recipiente que sale del microondas deformado, una caja cuya base adquiere el color del alimento que contiene, una sartén antiadherente que se vuelve pegajosa... "Esto significa que la naturaleza del plástico ha cambiado".
Conocemos bien la toxicidad de cada sustancia, pero dependiendo de cómo la utilicen los consumidores, puede ser extremadamente diferente.
Sin embargo, algunas situaciones no constituyen mal uso. Porque algunos compuestos de estos plásticos son solubles en aceite, otros en agua. Pueden por tanto contaminar los alimentos sin que el usuario tenga que utilizar estos plásticos de forma inapropiada.
Prueba de ello es el agua embotellada: un estudio demostró que contiene una media de 240.000 fragmentos de plástico detectables por litro, o nanoplásticos tan pequeños que son capaces de penetrar en los órganos. Fragmentos que procederían en particular de la propia botella.
"Tampoco conocemos los efectos cóctel de estos aditivos", es decir, los efectos que pueden tener cuando se combinan entre sí, destaca Mathilde Body-Malapel, que ha estudiado en particular el efecto de los microplásticos ingeridos a través de los alimentos sobre el intestino.
Lo que también denuncia la OPEPST: "la información relativa a su persistencia, bioacumulación o movilidad es más difícil de encontrar ya que estos criterios no siempre están incluidos en las evaluaciones gubernamentales".
Recientemente, un estudio estadounidense destacó la presencia de sustancias químicas retardantes de llama en utensilios de cocina de plástico negro. Una presencia tóxica que podría explicarse por el reciclaje de plásticos de dispositivos electrónicos que originalmente contenían retardantes de llama.
Jean-François Gérard considera que es poco probable que una situación así se produzca en Francia: el plástico de los aparatos electrónicos no puede acabar en el plástico alimentario, afirma. Pero reconoce que el reciclaje de plástico todavía plantea interrogantes.
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