El Louvre cerró tras una huelga espontánea por la falta de personal y el hacinamiento.
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El museo más visitado del mundo no ha podido resistir la ola de turismo excesivo. Según informó Associated Press, el Louvre fue escenario de una huelga espontánea el lunes 16 de junio, dejando a miles de visitantes varados, con entradas en mano, pero sin poder deambular. El movimiento se hace eco de las protestas que han surgido en los últimos días en ciudades del sur de Europa, decididas durante una reunión interna cuando el personal del museo se negó a regresar a sus puestos.
"Lo que se suponía que sería una reunión informativa mensual se ha convertido en una enorme manifestación de exasperación", explicó Sarah Sefian, agente de recepción y mediación cultural, a la agencia estadounidense. Multitudes incontrolables, escasez crónica de personal y condiciones laborales "insostenibles" : taquilleros, personal de recepción y seguridad denuncian colectivamente la sobrepoblación dentro del recinto, cuya capacidad máxima es de 30.000 personas al día, para 8,7 millones de visitantes al año, más del doble de lo que el museo debería poder albergar, como reconoce su presidente, Laurence des Cars.
Esta sobrepoblación es aún más problemática dado que el Louvre sufre deterioro, obsolescencia y deterioro, según confesó el director a Le Parisien el pasado enero. El presidente Macron propuso un plan decenal en enero para subsanar las numerosas filtraciones observadas, pero a los empleados les parece demasiado a largo plazo. «No podemos esperar seis años para recibir ayuda», continuó Sarah Sefian a AP, preocupada por ver a los equipos «bajo presión. […] No se trata solo de arte, sino de quienes lo protegen».
Es más, los objetivos del plan presidencial, que oscilan entre 700 y 800 millones de euros, no están satisfaciendo en absoluto al personal. Concretado con la provisión de una sala solo para la Mona Lisa , vista a diario por 20.000 personas, y la creación de una entrada adicional en el lado del Sena, parece un trabajo adicional para los empleados, acompañado de una reducción en las subvenciones anuales de funcionamiento. « Nos tomamos muy mal que el presidente pronuncie sus discursos en nuestro museo», lamenta Sarah Sefian. «A simple vista, la inversión del Estado se deteriora cada año».
Libération