De Estados Unidos a Kenia, el largo regreso del exilio de los postes sagrados robados en los años 1980

Son las nueve de la mañana de junio, y la tierra marrón aún está empapada por el diluvio nocturno en el pequeño pueblo de Moi, en la costa del océano Índico, en el extremo oriental de Kenia. Bajo un techo, ocho ancianos se afanan en tejer hojas de coco. Junto a ellos, tres estatuillas con rostros humanos están plantadas en el suelo, con trozos de tela atados al cuello.
Son vigangos, largas tablas de madera tallada en las que reencarnan los espíritus de los ancianos de la comunidad mijikenda, uno de los cuarenta y dos grupos étnicos del país. Las «nueve tribus» (traducción de «mijikenda») se extienden por la costa de Kenia, desde Tanzania hasta Somalia.
"Estos no son los vigangos que nos robaron, pero se parecen a ellos", explica Kaingusimba Wanje, de 68 años, con largas patillas blancas en las mejillas. " Los vigangos no son solo trozos de madera, sino personas que vivieron y son veneradas. Contienen las almas de nuestros antepasados. Son personas reales".
Desde finales del siglo XIX , miles de vigangos han sido robados en Kenia y enviados masivamente a Europa y, especialmente, a Estados Unidos. Las estatuillas han acabado en casas particulares, colecciones privadas y museos. Varias han acabado en casas de personalidades de Hollywood, productores y actores de cine. Los actores Gene Hackman, Linda Evans, Shelley Hack y Dirk Benedict, que aparecen en El Equipo A , las han tenido en sus hogares.
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Le Monde