Genes explican tartamudez

MADRID (EFE).— Un estudio a gran escala ha identificado 57 regiones genéticas vinculadas con la tartamudez, trastorno que afecta a más de 400 millones de personas en el mundo.
La investigación, liderada por la Universidad de Vanderbilt (Tennessee), se publica en la revista “Nature Genetics” y proporciona pistas clave para comprender el origen del problema y mejorar su tratamiento.
“Nadie entiende realmente por qué alguien tartamudea; ha sido un completo misterio”, declaró Jennifer Below, directora del Instituto de Genética de Vanderbilt. Según la especialista, este trastorno del habla ha sido poco estudiado porque no requiere hospitalización, aunque sí tiene un impacto profundo en la vida de quienes lo presentan.
El equipo científico trabajó con datos genéticos de más de un millón de personas. Los resultados revelan que la tartamudez comparte estructura genética con otras condiciones como el autismo y la depresión. “Estos estudios sugieren que podría existir una base genética compartida”, indicó Jennifer Below.
Dillon Pruett, investigador y coautor del estudio, quien también vive con tartamudez, destacó la importancia del hallazgo: “Hay muchas preguntas sin respuesta sobre este trastorno, y comprobar que hay tantos genes implicados puede servir para disipar el estigma”.
Los científicos esperan que estos avances sirvan para desarrollar tratamientos más eficaces o permitir una identificación temprana.
“Una mejor comprensión de las causas podría reemplazar las ideas anticuadas que aún tiene el público general y que contribuyen al estigma”, subrayaron los autores del trabajo.
La tartamudez del desarrollo aparece con frecuencia en la infancia, entre los dos y cinco años. “El 80% de los casos se resuelven espontáneamente, con o sin terapia”, señaló Below. Sin embargo, en quienes persiste puede haber consecuencias sociales, educativas y laborales duraderas.
“Los jóvenes que tartamudean reportan un mayor acoso y una experiencia educativa más negativa”, afirmó la investigadora. También indicó que los adultos pueden verse afectados en el ámbito laboral y en su bienestar psicológico.
El estudio, uno de los más amplios sobre genética del lenguaje, abre nuevas perspectivas sobre cómo el cerebro procesa el habla. “Podría haber una vía común entre musicalidad, lenguaje y habla”, sugirió Below, al reflexionar sobre las conexiones descubiertas en la arquitectura cerebral.
Los investigadores consideran que los resultados ayudarán a cambiar la percepción pública del trastorno y a reducir la discriminación. “Este estudio es un gran paso hacia nuevas terapias y hacia una sociedad más comprensiva con quienes tartamudean”, concluyó Pruett.
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