Nadie descubrió a nadie: la magia de Chiribiquete

El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete es veinticuatro veces el tamaño de Bogotá, la capital de Colombia. Su extensión de casi tres millones de hectáreas es más grande que los departamentos del Huila y Valle del Cauca.
Tiene una historia de mas de 20 mil años, pero solo nos enteramos de su existencia hace apenas 39.
Comprende los municipios de San José del Guaviare, Miraflores y Calamar, en el departamento del Guaviare; y San Vicente del Caguán, Solano y Cartagena del Chairá, en el Caquetá.

El Parque Nacional Natural de Chiribiquete está situado en la parte occidental del Escudo Guyanés. Foto:Martin Cicuamia - PNN ColomBia
En 2018 fue declarado Patrimonio Mixto de la Humanidad y es considerada una de las reservas ambientales más grandes y biodiversas del planeta.
El mundo supo de este lugar solo hasta finales del siglo XX, gracias a que el antropólogo bogotano Carlos Castaño-Uribe, en una tormentosa tarde de noviembre de 1986, buscando llegar al parque nacional Amacayacu, se tropezó accidentalmente con una enorme altiplanicie adornada hacia lo alto por un extraño y mágico sistema rocoso que le llamó su atención. Castaño-Uribe, sin saberlo, acababa de descubrir esta maravilla natural.
Castano Uribe es “El descubridor de Chiribiquete”, como bien lo señaló el periodista Fernando Millán, en un extraordinario reportaje, publicado en la revista Credencial. El presidente Gustavo Petro ha rebautizado esta maravilla ambiental como “La Capilla Sixtina” de la historia de América.

El presidente Petro en Chiribiquete. Foto:Joel Gonzalez. Presidencia
Chiribiquete vuelve a ser noticia mundial. Y su historia y trascendencia llegará a las audiencias de varios países gracias a que el Sistema de medios públicos de Colombia, RTVC, en asocio con Arte France, logró llevar a la televisión, pero también a las grandes ligas del mundo audiovisual, el documental Chiribiquete: huellas del pasado, el cual fue presentado por el presidente Petro, el pasado sábado 14 de junio, en el Coliseo “La Esperanza”, de San José del Guaviare, a 130 kilómetros de la puerta de entrada a este mágico mundo.
Allí, ante un auditorio de campesinos, indígenas, colonos, pero también de científicos e investigadores, a 36 grados bajo la sombra, con una humedad que pegaba la ropa al cuerpo, se proyectó este documental, que muestra la magnitud de lo que significa Chiribiquete en la historia de la humanidad. Los colombianos hemos tenido el Santo Grial de los orígenes de la humanidad, sin mayor consciencia, en un departamento verde que la guerra ha convertido por décadas en su trinchera, y en el que milagrosamente Chiribiquete ha permanecido intacto, bendecido por el Jaguar y la naturaleza.
Hasta antes del descubrimiento de Chiribiquete solo se conocía una pequeña comunidad indígena llamada Carijona, que se cree vivió en sus estribaciones, pero que desapareció durante la fiebre del caucho, entre 1907 y 1930, cuando la famosa Casa Arana, compañía cauchera de El Perú, desató una guerra a sangre y fuego contra los indígenas, con el fin de desplazarlos de su territorio ancestral.

El Parque Nacional, conocido hace relativamente poco tiempo, es un lugar de mitos y leyendas Foto:Archivo EL TIEMPO
No fue hasta que José Eustasio Rivera le contara al mundo, a través de su obra maestra, La Vorágine, las atrocidades que padecieron nuestros aborígenes en el sur del país, en toda la Amazonía, que el mundo volvió a mirar a esa zona y volvió la paz y la tranquilidad en toda la selva madre. Hasta una comisión del Parlamento Británico, intervino para salvar a nuestros nativos de la barbarie desatada por la fiebre depredadora de una casa comercial.
Expertos e investigadores consideran que la serranía de Chiribiquete podría guardar valiosa información que demostraría que allí vivieron y se establecieron los primeros seres humanos de América. En las paredes de su sistema rocoso (los famosos “Tepuyes”, de hasta 900 metros de altura) se han encontrado cientos y miles de petroglifos de color rojo (pinturas inmortalizadas sobre rocas), que evidencian la presencia del ser humano. El gran mural de la historia.
Son más de 200 mil dibujos y pinturas rupestres en la que predomina la presencia del jaguar, el símbolo del poder y la espiritualidad del hombre nativo. Un tesoro que Colombia debe cuidar en nombre de la humanidad. Chiribiquete más que una inmensa e incalculable riqueza biológica es, como alguna vez la llamaron los chamanes, “el centro del mundo, en donde se resguardan los ecos del silencio”.

EL TIEMPO sobrevoló los Parques Nacionales de La Macarena, Tinigua y Chiribiquete. Foto:Edwin Caicedo. EL TIEMPO
Aún no se sabe si es cierta la tesis de que la humanidad comenzó en Chiquiribete. Lo que sí es posible establecer es que las huellas de los primeros pobladores de América Latina están en este lugar sagrado. Mucho más sagrado que la Capilla Sixtina.
De comprobarse que en Chiquiribete surgió la humanidad cambiaría la visión del mundo, tendrían que reescribirse los libros de historía, y cambiaría la cosmovisión de la humanidad. Como lo expresó el presidente Petro, en San José del Guaviare, “no nos descubrieron. Nosotros ya estábamos aquí y hace 20 milenios, por lo menos, y eso lo demuestra Chiribiquete”.
La Capilla Sixtina de Roma guarda importantes obras y frescos de una serie de pintores renacentistas, entre ellos, el Juicio Final de Miguel Angel. La del Guaviare y Caquetá, cuenta con miles de petroglifos hechos con las manos ancestrales de nuestros parientes lejanos.
El Juicio Final de Miguel Angel es una de las grandes obras que permanece en la Sixtina de Roma. Las de nuestros nativos no tienen a tanto famoso detrás de ellas, pero tienen el mejor apellido del mundo: Chiribiquete, la obra de arte rupestre que ha sobrevivido a 20 mil años de soledad.
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