Cinco errores habituales al usar la crema solar que podrían provocar quemaduras en la piel

Las quemaduras solares se convierten cada verano en una de las principales consultas en los centros de salud. Solo hay que darse una vuelta por cualquier playa española (o piscina) para ver que, a pesar de la información, cada vez mayor, sobre los riegos de quemarse, son numerosas las personas que presentan algunas zonas de su cuerpo enrojecidas por el sol. El cáncer cutáneo es el que más ha aumentado en España, con un crecimiento del 40% en los últimos años, según la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV), y el culpable no es otro que el sol que tanto se busca estos meses.
El principal error que se comete es pensar que se puede lograr un bronceado saludable. «Desde el punto de vista farmacéutico, no existe el concepto de bronceado seguro o saludable. El bronceado es una señal de que el ADN de nuestras células ya ha sufrido una agresión. El daño es acumulativo y no siempre visible a corto plazo, pero sí con el tiempo», explica Karla Pires, farmacéutica y responsable de calidad de Planet Skin.
Como el bronceado saludable no existe, la premisa debería ser evitar la exposición solar con el objetivo de ponerse moreno. Algo a lo que no mucha gente está dispuesta a renunciar, así que la alternativa es protegerse de forma adecuada, con cremas solares. Pero de nuevo, no es suficiente con aplicar la fotoprotección y olvidarse, porque hay ciertos errores bastante habituales que podrían ser el origen de las quemaduras de la piel.
Uno de los errores más frecuentes con las cremas solares es usar poca cantidad, lo que podría provocar quemaduras. Según explica la farmacéutica Gema Herrerías en su libro 'La guía definitiva para el cuidado de la piel': «un protector solar es eficaz si se utiliza correctamente. Sucesos habituales como aplicar una cantidad insuficiente, olvidarnos de cubrir algunas zonas, no renovar durante la exposición solar o la sudoración excesiva, pueden reducir significativamente su capacidad protectora». ¿Y cuál es la cantidad necesaria te preguntarás? Según la experta los filtros solares se calculan «después de aplicar 2 mg/cm² de protector solar en la piel cada dos horas, correspondiendo a una cucharadita para cubrir el rostro o 6 cucharas de café para cubrir toda la superficie corporal de una talla media».
Por otra parte, los expertos aconsejan reaplicar la crema, como mínimo cada dos horas, y siempre después de bañarse, aunque se utilice un producto resistente al agua.
El mejor protector solar según, muchos expertos, es el que se usa, así que conviene elegir una textura y un formato que se adapten a nuestros gustos y necesidades. Pero, es esencial que el producto elegido sea de amplio espectro, es decir, que proteja frente a los rayos UVB, que se indica con el FPS, los UVA, la luz azul e infrarrojos. Aunque son los rayos UVB los que provocan las quemaduras y daños en el ADN de la piel, los UVA también juegan un papel importante en el cáncer de piel, además del fotoenvejecimiento y de la pigmentación. Todo ello debe venir indicado en el envase. En cuanto a los rayos UVB, Zuberoa Carreras, enfermera, experta en dermoestética y colaboradora de Faro EdTech, señala que «el FPS (Factor de Protección Solar) tiene que ser mínimo de 30 para uso diario, e idealmente de 50+ para actividades al aire libre prolongadas».
Otro error es aplicar la fotoprotección sobre la piel mojada, algo común cuando se está en la playa o en la piscina. «Si aplicamos el protector solar sobre la piel húmeda, su eficacia se reduce casi a la mitad. Por eso es importante secarse bien con la toalla antes de reaplicar. Si usas un SPF 30, sobre piel mojada te estarías protegiendo solo con un SPF 15», advierte Karla Pires.
La crema solar, bien elegida y aplicada, es un buen escudo frente al sol, pero conviene combinarla con otras forma de protección para evitar las quemaduras. «Gafas de sol, sombrero, ropa ligera pero tupida… Todo suma. Además, incluir en tu dieta alimentos ricos en antioxidantes —como el tomate, la sandía, el pimiento rojo o los frutos rojos— ayuda a neutralizar el estrés oxidativo generado por el sol», recomienda la farmacéutica Karla Pires. Y si quieres un plus, la nutricosmética solar es una opción: «Suplementos orales con carotenoides, vitamina C o E pueden preparar la piel para el verano y reforzar sus defensas naturales, aunque nunca deben sustituir al protector tópico», añade.
Finalmente otro de los errores más habituales es no aplicar el fotoprotector en ciertas zonas del cuerpo que acaban enrojecidas e incluso con quemaduras: los hombros y la espalda, las manos, los empeines, las axilas, la nariz, las orejas, los labios, los párpados y en el caso de los hombres con calvicie o un cabello muy fino, el cuero cabelludo. Son partes que suelen olvidarse a la hora de protegerlas y que también pueden sufrir las consecuencias negativas de la exposición solar prolongada.
abc