Así es el gran telescopio que el neurocientífico Rodolfo Llinás donó a la Universidad Nacional
Con cuatro años, un pequeño Rodolfo Llinás acompañado de su abuelo entendió mirando a un cielo lleno de estrellas que no entendía nada. Ese niño lleno de curiosidad bombardeaba a su abuelo con preguntas como qué son las estrellas, si hay vida en esos otros planetas que podemos ver brillando en el firmamento desde la Tierra e incluso si ese basto universo en el que estamos tiene un fin. “Y ahí fue cuando me dijo: ‘no me moleste más, no sé’”, recordaba el científico colombiano hace unos meses en su visita a la Universidad Nacional.
El neurocientífico, conocido por ser el descubridor de los potenciales dendríticos y del rol del tálamo como coordinador de la conciencia, pasó por esta institución para hacer la entrega de un regalo que representa también la cercanía que ha tenido el científico con la astronomía: un telescopio reflector newtoniano con un espejo de 1,06 m de diámetro y 0,7 m de distancia focal, que con su llegada en barco desde Estados Unidos se convirtió ahora en el más grande instalado en el país.
Desde hace más de dos décadas Llinás mandó a fabricar este potente instrumento para su uso personal, para intentar acercarse a la respuesta a esas preguntas que le surgieron desde niño: “Es impresionante pensar en la capacidad que tenemos para comprender cosas que están tan lejos, solo usando el cerebro, un poco de matemáticas y unos cuantos instrumentos que llamamos telescopios. Y entonces surgen más preguntas: ¿seremos los únicos sistemas hechos de moléculas capaces de pensar? ¿Habrá otros animales, otras formas de vida, otras cosas que también lo hagan? Desde entonces, he estado tratando de entender, pero todavía no entiendo”, confesó Llinás ante el público de la Nacional.
Y es que el telescopio de Llinás, que ya se encuentra en un minucioso proceso de instalación en el Observatorio Astronómico Nacional (OAN), no solo representa un símbolo de la curiosidad de Llinás, sino también la oportunidad de darle un impulso a una tradición científica que tiene más de dos siglos de historia.

El neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás. Foto:Archivo Rodolfo Llinás
Fundado en 1803, el OAN fue durante buena parte del siglo XIX el observatorio ubicado a mayor altitud en el mundo. Su localización privilegiada, a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar y en la zona ecuatorial, permitía la observación de ambos hemisferios celestes, lo que convirtió al territorio colombiano en un referente de la astronomía de la época. Desde allí se realizaron observaciones detalladas de planetas como Marte y se elaboraron catálogos estelares que contribuyeron a la ciencia mundial.
Aunque Bogotá no cuenta con cielos tan despejados como los desiertos de Chile o las Islas Canarias, su altitud ofrece noches de notable estabilidad atmosférica. En esas ventanas de claridad, la calidad de observación es sobresaliente, lo que hace posible desarrollar proyectos científicos y, sobre todo, formar nuevas generaciones de astrónomos.
Ciencia para las nuevas generacionesEn los años ochenta, se emprendieron algunas iniciativas para tener un telescopio de un metro de diámetro en Colombia, un símbolo de que el país podía dar un salto hacia la astronomía moderna. Pero los proyectos quedaron en el papel, truncados por la falta de recursos y de continuidad. Cuatro décadas después, la donación de Llinás materializa ese sueño, señalan los expertos del OAN. Su gesto devuelve a la Universidad Nacional y al Observatorio Astronómico la posibilidad de contar con un instrumento con el potencial de abrir una nueva etapa para la ciencia colombiana.
El telescopio de Llinás no es solo un símbolo, sino una herramienta científica de gran poder. Con su espejo principal de más de un metro de diámetro, permitirá entrenar a estudiantes en técnicas que son pilares de la investigación astronómica moderna. Una de ellas es la fotometría, que consiste en medir la luz emitida por estrellas, planetas y cuerpos menores del Sistema Solar para estudiar su brillo y su variabilidad. Otra es la espectroscopía, que descompone la luz en sus distintos componentes para conocer la composición química, la temperatura y la velocidad de los objetos celestes.
“Estas técnicas no solo consolidan la formación en astronomía observacional, sino que también desarrollan en los estudiantes habilidades en procesamiento de datos, instrumentación y análisis estadístico, competencias clave para diversas áreas científicas y tecnológicas. Aprender en Colombia, con instrumentos de alto nivel, sin depender exclusivamente de estancias internacionales, es también un paso hacia la democratización del conocimiento científico”, le explicó a EL TIEMPO el astrofísico Santiago Vargas, profesor de la Universidad Nacional.
Para él, un telescopio de un metro de diámetro abre enormes posibilidades incluso bajo las condiciones climáticas de Bogotá. Permitirá, además, realizar programas de seguimiento de cuerpos menores del Sistema Solar —como asteroides y cometas— cuya observación continua es esencial para evaluar riesgos de impacto y estudiar su evolución. También posibilitará campañas de fotometría de alta precisión para analizar la rotación, el tamaño y las variaciones de brillo de esos cuerpos, así como observaciones espectroscópicas que revelen su composición.

Rodolfo Llinás, reflejado en el espejo de 1,06 m de diámetro. Foto:Universidad Nacional
De esta manera, Colombia podrá integrarse a redes internacionales de monitoreo y alerta temprana, y los jóvenes investigadores podrán participar desde el Observatorio Astronómico Nacional en proyectos de relevancia global.
Durante el acto de entrega, varias voces destacaron la dimensión simbólica y académica del gesto. “Esta donación sintetiza toda una trayectoria del doctor Llínás de darle a nuestro país y de aportar al desarrollo científico. Es un placer no solo conocerlo, sino agradecerle en nombre de los colombianos una vez más por sus aportes”, afirmó Andrés Mejía, cónsul general de Colombia en Nueva York.
Por su parte, Lucy Gabriela Delgado, decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional, exaltó cómo el profesor Llinás le ha enseñado a las nuevas generaciones de científicos colombianos que la ciencia es un estilo de vida, el mejor para transformar el país. “La donación de su telescopio simboliza la confianza que tiene en las nuevas generaciones para seguir explorando y soñando con hacer ciencia”, concluyó la docente.
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